Miércoles 7.9.2022
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“Cuando la tormenta se disipa, asoma la posibilidad del milagro”. Esta oración de apenas diez palabras es una buena síntesis del alma de la novela “Después de la tormenta”, trabajo de la escritora cordobesa Ana Moglia que reeditó Emecé. Es que esta saga familiar que arranca a finales de los años ‘40 en Apóstoles (Misiones) y concluye en San Justo (Santa Fe) en la fatídica jornada del 10 de enero de 1973, cuando un tornado destrozó lo que encontró a su paso, no solo muestra la endeblez de los planes humanos, sino que pone de relieve cómo la pasión y la voluntad pueden ser bastiones para resistir, a la vez que desliza la posibilidad de que tras la tempestad puede llegar un tiempo de calma. Así, el tornado se carga de simbolismos: es posible renacer luego de la tragedia.
Moglia nació en Paraná, Entre Ríos, y desde su adolescencia reside en Río Cuarto, Córdoba.La historia (que es una continuidad a “La ruta de los sueños”, una novela anterior de Moglia) arranca en Apóstoles en 1947. Rafael Acuña y Amparo Vennik tienen a su cargo un establecimiento dedicado a la yerba mate, que les quedó como legado. En ese contexto, nace Arami quien con el tiempo se dedica a la medicina, profesión que la lleva como voluntaria al hospital de San Justo, en Santa Fe, donde conoce al doctor Gabriel Vasylenko. Juntos, tendrán que afrontar las consecuencias del tornado que arrasa la ciudad. En ese contexto, se produce un milagro inesperado.
Especialistas calificaron al de San Justo como el segundo tornado más grande de Latinoamérica.Ana Moglia, escritora nacida en Paraná pero radicada desde hace muchos años en Río Cuarto, contó a este medio la génesis de la novela. Todo arrancó hace un lustro, cuando viajó a San Justo para presentar una de sus novelas. Al finalizar las formalidades, le obsequiaron un libro conformado por testimonios de personas que vivieron en carne propia los efectos del tornado. “Volví a casa y lo guardé en el rincón de la biblioteca donde suelo guardar los libros de todos los lugares a los cuales voy”, indicó Ana.
Las secuelas que dejó el tornado en 1973.Pasaron varios años. “En 2018 publiqué ‘Con los ojos cerrados’ y en abril de ese año, a una semana de viajar a la Feria del libro de Buenos Aires, ya con los pasajes en la mano, me detectaron un cáncer. Tuve que aceptar la situación para poder seguir adelante. Los mecanismos de la mente humana son complejos: mi tristeza era no poder ir a la feria del libro y no el diagnóstico que acababa de recibir. Durante el reposo que siguió, me levanté una mañana, fui a la biblioteca y saqué ese libro que me habían regalado en San Justo. Empecé a leerlo y quise que fuera parte de una novela”, recordó.
El tornado reflejado por El Litoral.Tomada la decisión de tomar el tornado de San Justo como escenario para introducir una ficción, Ana recordó “La ruta de los sueños” su novela sobre la vida de los yerbateros en Misiones, publicada en 2014. “Empecé a hilvanar ideas y me di cuenta que a algunos de los personajes de ese libro les faltaba aceptación, sosiego, entendimiento. Arranqué entonces a escribir este libro, que comienza en Apóstoles y después llevé a la protagonista (Arami) a San Justo. Paralelamente, mientras escribía el libro, me estaba haciendo quimioterapia. Por lo tanto es un libro muy especial, que me acompañó en mi propia tormenta. Parecía que me estaban dictando la novela, sabía cuál era el capítulo que seguía. Era una cosa que fluía. Estaba muy feliz, pero me miraba al espejo y estaba pelada. Al finalizar la historia, los personajes encuentran paz y aceptación. Al mismo tiempo, quizás en uno de los peores momentos de mi vida, yo lo transité con alegría”, contó.
El tornado en El Litoral de la época.En medio de las repercusiones que tuvo ante el libro, alguien le preguntó a la autora si creía realmente en lo que sucede al final del libro, cuando se desliza la posibilidad de un milagro. “Mi respuesta fue ‘¿Cómo no voy a creer’. Creo en las señales. Soy una persona práctica y objetiva, pero llega un punto en el cual tenés que aceptar que incluso lo malo o lo difícil viene a enseñar algo. El mensaje del libro es esperanzador. Señala que los milagros pueden ocurrir”. Ahí radica, quizás, el rasgo universal que posee “Después de la tormenta”: parte de unos escenarios y personajes específicos, pero la necesidad de hallar paz que refleja, trasciende tiempo y espacio para adherirse a la condición humana.