Jueves 1.9.2022
/Última actualización 10:20
Otro título posible para “La ley primera”, la novela semiautobiográfica de Damián Huergo que publicó Tusquets en agosto, podría haber sido “El enigma Sebastián”. Es que la figura de su hermano mayor y el vínculo con él son parte de la arcilla sobre la cual se moldea la mayor parte del texto. Que describe cómo la adicción a la cocaína de ese hermano quebró la concepción de familia y marcó la infancia, adolescencia y adultez de Damián. La pregunta central que se formula, sin apelar nunca a recursos efectistas, es qué posible hermandad se puede edificar en circunstancias tan extremas.
“La ley primera” remite al texto del Martín Fierro (“Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera”), que a su vez encuentra ecos en el relato bíblico de Caín y Abel. Es que, en el fondo, el autor intenta reflexionar sobre cómo se armó la relación con ese hermano mayor que, con el paso de la vida, llegó a convertirse en un extraño. “Tenía ganas de escribir una historia de hermanos atravesada por las adicciones. Quería que fueran varones porque había algo del amor entre hombres que me parecía interesante trabajar. Pero hay una pregunta universal que toma la novela y excede la cuestión de los hermanos bajo la circunstancia de una adicción. Es como dos personas que se criaron en la misma casa, con los mismos padres, la misma escuela y el mismo barrio, pueden ser tan distintas. Eso me llama la atención”, manifestó Huergo en una entrevista concedida a este medio.
“El cuento original de donde despega ‘La Ley Primera’ es una relectura de ‘Viajes con Charley’ de John Steinbeck, un libro de crónicas", aseguró Damián.Escribir para habitar espacios
Esa especie de interrogante indisoluble que es Sebastián siempre estuvo presente en Damián, porque es parte de su universo biográfico. Sin embargo, la complejidad fue buscar cómo contarla, qué forma literaria darle. “Por momentos me peleé y por otros me reconcilié con los recursos de la literatura del yo. Nunca terminaba de encontrar la forma. No me parecía suficiente solo transmitir anécdotas. Me pasó que, a medida que fui publicando libros anteriores y estableciendo contactos con escritores, cuando les contaba la historia familiar me decían: ‘esa es la novela’. Siempre le esquivaba, hasta que hubo una serie de acontecimientos. Empecé a ir a las granjas de rehabilitación. Transformar esa experiencia en literatura me ayudó a habitar esos espacios. Después, gané una beca que también sirvió como disparador y me terminó de decidir a escribir sobre el tema. Había un movimiento mío como escritor que se terminó de consolidar”, añadió.
"Siempre que escribo me surge la conversación con todo el universo de escritores tengo en la cabeza", explicó Huergo.Introducirse en los vericuetos de la “La ley primera” no solo implica atisbar la vida de una familia ante una circunstancia dramática. También consiste en acompañar las propias reflexiones de Damián Huergo sobre el hecho de escribir sobre su hermano su propio nexo con él. Para eso, se vale de numerosas referencias literarias, filosóficas y sociológicas que provienen de su formación y que rondan toda la novela. “No es por fanfarria, pero ante todo soy lector. No me considero un lector erudito ni nada por el estilo, es mi modo de estar en el mundo. Siempre que escribo me surge la conversación con todo el universo de escritores tengo en la cabeza. No fue algo programático, sino algo que fue saltando en la medida en que escribía el texto”, explicó.
De hecho, una vez que terminó el primer manuscrito, Damián se lo pasó a un amigo que lo leyó y le dijo: “hacés un texto watashi-shōsetsu”. Un género japonés que parte de la primera persona, del relato biográfico, con la particularidad de conversar todo el tiempo con autores de grandes obras. “Se trata de un género de principios de la década del ‘20. Esa casualidad me sacó una sonrisa”, afirmó Huergo. Lo concreto es que sus lecturas, conscientemente o no, siempre estuvieron en su modo de armar escritura. “El cuento original de donde despega ‘La Ley Primera’ es una relectura de ‘Viajes con Charley’ de John Steinbeck, un libro de crónicas. Sin esa lectura tal vez no la hubiese escrito. Esos encadenamientos se producen”, resaltó Damián.
¿Cómo fue desde el lugar de escritor, trabajar con personajes que formaron parte de tu vida?. Ante la formulación de esta pregunta, Damián eligió recordar lo que le dijo una vez un amigo santafesino: que su literatura está entre la sociología y la ternura. “En mi escritura, trato de problematizar los vínculos. Creo que está matizada entre el extrañismo y el entrañabilismo. Son palabras que se cruzan y quedan medio feas, pero creo que hay algo de eso. Muchos piensan en la escritura como huida o salvación. Para mí es todo lo contrario. La escritura es un campo de batalla, un espacio para problematizar la vida diaria. Quizás cuando llego a personas de mi entorno, el fin es poder tener un acercamiento, una mirada más entrañable sobre lo que me rodea”, consideró.
Los personajes de la novela de Huergo funcionan como muestra de determinadas problemáticas, al mismo tiempo se sienten muy próximos. “La mirada del sociólogo está muy cruzada en lo que escribo. Elegí formarme en esa materia, incluso trabajo en eso. Tengo una pata ahí y otra en la literatura. Así como hablábamos de las lecturas, que muchas veces saltan sobre lo que escribís, me doy cuenta que los mapas contextuales también aparecen. Por ejemplo, cómo una crisis económica interviene en el derrumbe de una familia. La política y la economía están metidas en las vidas. Creo que eso no es una búsqueda consciente porque está en mi modo de ver el mundo”, finalizó.