SZA y su viaje emocional, Sam Smith y su profundización queer, el mundo intelectual de Phoenix y la propuesta escénico-musical de Miranda! fueron solo algunas de las emociones vividas en el Hipódromo de San Isidro, junto con las exploraciones de Jungle y la picardía de Kenia Os.
La segunda jornada del festival organizado en el Hipódromo de San Isidro abrió bajo un cielo encapotado. Joelle abrió el Escenario Flow con una propuesta pop/R&B/hip hop, mientras que la fueguina Babeblade (Milagros Ugarte) hizo lo propio en el Escenario Alternative, con su propuesta de canción rockera hyperpop, sosteniendo a su sutil voz femenina.
Mar Marzo fue la encargada de abrir el Escenario Samsung, con su voz aterciopelada, su formación jazzística en los teclados y los colores de un soul moderno, que plasmó en su disco debut “Pulsión”, mostrado en vivo en formación de cuarteto (con el bajo en un segundo teclado).
El cordobés aporteñado Santi Celli se subió al Alternative, con canciones como “Ojalá esta canción no existiera”, “Me lo buscaba”, “Ella se burló de mí” y su manifiesto solista, “Desde cero”. El ex Salvapantallas siguió con “Enero”, “Sobran los motivos” y “Ya fue” (grabada junto al El Zar). Interpretó “Por amor al arte” a la situación que viven las disciplinas artísticas en la coyuntura actual.
Santi Celli. Crédito: Gentileza Lollapalooza Argentina
Mientras tanto, Un Verano, encabezados por el guitarrista y productor Renzo Luca y el cantante Flexo hacían lo propio en el Flow, invitando a Malena Villa para interpretar “Tal vez”. Celli, por su parte, se despidió con “Aunque nunca te lo diga”, junto a Paz Carrara (canción compuesta por ambos, junto a Bambi Moreno Charpentier).
Santi Muk, el santiagueño revelación del R&B (entre la voz profunda y el falsete) salió al frente de una formación ampliada, con percusión y vientos. Hubo algún mix con “Si el amor se cae” de Los Cafres. Su público le cantó el "Feliz cumpleaños", un día después de la fecha.
El mendocino Luca Bocci salió a revalidar la vigencia del “manso indie”, del que los Usted Señálemelo son los mejores sobrevivientes. De pollera escocesa, corsé y una símil cota de malla medieval en la cabeza, lució como una especie de Juana de Arco cantante. Con él mismo en la guitarra, su banda sumó percusión y dos coristas femeninas. El fuerte del solista es su voz entradora, con buenos falsetes. Como invitados estuvieron los Flu Os, Benicio y Angelo Mutti Spinetta: los nietos traperos del prócer del rock nacional.
En el otro extremo ya había aparecido la comentada Blair (Julieta Aylén Ordorica, oriunda de Punta Alta, telonera de Taylor Swift), vestida de blanco como diosa griega, al frente de un trío todos vestido en colores oscuros (incluyendo a Rocío Alí, que tocó con Lali, Marilina Bertoldi y María Becerra, entre otras figuras). El producto es un pop rock sentimental que creció en intensidad cuando en “Troya” se apretó el corazón entre gritos y "sangró" el vestido. "Los modernos" fue otro punto elevado, con ella en guitarra, diciendo que "a los modernos les falta rock, y aprender a besar sin pasarse". Se despidió con “Rothmans”, saludando a sus fans junto a la valla.
Viva México
Los ascendentes Koino Yokan se alzaron en el Alternative para ganar al público de la tarde. Pero en el Flow la jornada se ponía internacional de la mano de los mexicanos de Latin Mafia. Los hermanos Emilio, Milton y Mike de la Rosa (dos cantantes y DJ pistero) son oriundos de Monterrey, como las hermanas Villarreal de The Warning, y también gustan de crear música juntos: en este caso, un electropop con elementos latinos, para hacerle honor al nombre.
Latin Mafia. Crédito: Gentileza Lollapalooza Argentina
En el tramo final fueron a “‘Ciudad de las luces’, primera canción que sacamos con este perfil: queríamos compartirla con ustedes”, como la presentó Mike, antes de que sus hermanos la canten entre bocanadas de fuego en el borde del escenario. De ahí fueron a “Julieta”, su primer hit, en la que compartieron unos pasos de baile.
Le cantaron el “Feliz cumpleaños” a una tal Allegra, después de descartar las “Mañanitas”. Con la recomendación de cuidar la salud mental hicieron “El odio es nada”, y se despidieron con la suave “Aventando patadas”, felicitando a una pareja que se besó para la cámara.
La bella(quita)
Kenia Os (Kenia Guadalupe Flores Osuna) salió de corsé, guantes y culotte celestes, al frente de un ballet mixto con babuchas rosas, con una dupla de guitarra y batería (sobre pista pregrabada) y un enorme conejo inflable también rosado. La mexicana abrió con “OG” y “Llévatelo”, y dijo que viajo de muy lejos para descubrir que acá tampoco a sus fans les gustan los mentirosos, antes de, justamente, “Mentiroso”. Encaró la bailable “Ojo X Ojo”, y otra festiva canción de desamor como “Good Boy”.
Los bailarines trajeron espejos en la intro hard de “Mía mía”. Saludó a los “keninis” (sus fans), a gente que vino desde Perú y Paraguay; y presentó “Bobo”, una canción de su próximo álbum, en la que desde la pantalla participó Álvaro Díaz. “Esta canción te la dedico a ti, bebé”, le dijo a un fan emocionado, entrándole a “Tortura”.
“Gracias por estar brincando y cantando la música. Le tiraron un “Olé olé”, y respondió: “Es momento de ponernos bellaquitos, no me hagan llorar”. Por eso fue a la perreable “Los Santos”. “Lo principal es quererse a uno mismo. Por eso tengo uno, dos años sabáticos en el amor”, comentó con cara resignada antes de “Año sabático”. El segmento sentimental siguió con “La invitación”.
“¿Aquí les gusta estar shillin’? Entonces les va a gustar esta canción”, y levantó junto a los bailarines en “Shillin’”, enganchada con “Botellita”. Este calor nos quiere joder, pero no va a poder”, relacionó, antes de la rockera y rapera “Joder”, entre columnas de humo y pistolas lanzabilletes a lo Martín Tetaz.
Agradeció a los asistentes a su primer show fuera de México, que “son los primeros”. Fue el turno de “Flores”, bailada con pañuelos. Salió del escenario, pero los danzantes se quedaron estáticos, esperando el arranque de la voz de Rels B que abre “Por dentro”. Con los bailarines sacándose la prenda superior al final, preguntó: “¿Están listos para tomar ‘Malas decisiones’?”, invitando a esa canción en el final del set, en un clímax de humo, chispas y papelitos.
Analógicos
Del otro lado esperaba una propuesta también diametralmente opuesta, como la del sexteto Jungle, apiñados en una tarima más angosta que el escenario. La voz de Lydia Kitto sobrevoló el entramado de teclados percusión y cuerdas eléctricas en “Candle Flame” y “Dominoes”, hasta que los caciques Josh Lloyd-Watson y Tom McFarland fueron a sus puestos con teclados simétricos al frente del escenario, en “The Heat”; en ensamble de falsetes, marca registrada del proyecto.
Convocaron a las palmas para “Heavy, California”, una que Tony Manero podría haber bailado. “Gracias por traernos de vuelta a su maravilloso país”, dijo Josh, antes de que Lydia se les una al frente como voz principal y guitarra de “Back on 74”.
Tom McFarland y Josh Lloyd-Watson de Jungle. Crédito: Gentileza Lollapalooza Argentina
"En esta canción tienen que volverse locos con nosotros", invitó el frontman, quien tomó el bajo para el riff de apertura de la groovera “What D’You Know About Me”, para luego tripularla desde las teclas y la guitarra. Su compañero se animó a bailarla parado sobre los monitores.
Volvieron a los falsetes con “Time”, con solo de guitarra. “Es un fucking placer estar aquí”, dijo McFarland, antes de que su socio encarara a voz natural las estrofas de “Casio”, rematando en la voz femenina. “Coming Back” invitó al baile más acalorado, desde las congas de Dominic Whalley, al tiempo que se arrojaron las consabidas pelotas para que surquen el campo. El enganche fue con “Don’t Play”.
Se pusieron más disco en “All of the Time”, y más energy dance en “Holding On”, aunque con los estribillos vintage. Terminaron todos de nuevo en la plataforma para “Good Times”, una que Gloria Gaynor podría haber cantado (con cuerdas setentosas y todo).
Tras la presentación de la banda vino “Keep Moving” en plan funk denso, en el bajo de Geo Jordan. “Hacemos una más antes de irnos”, apuntó Tom, para rematar con “Busy Earnin’” y su pasta de hit.
Imparables
Al día siguiente del show solista de Juliana Gattas, fue el turno de que Miranda! vuelva a juntarse, como Los Vengadores. Luego de Cosquín Rock y el Festival de Viña del Mar, y antes de su visita a Santa Fe, el “Hotel Miranda!” incluyó esta estadía en San Isidro.
Salieron con los sobretodos negros: el de Ale cruzado a lo Cerati, el de Juli abierto y revelador del escote. Abrieron con “Ya lo sabía” y “Nadie como tú”. Saludaron antes de entrarle a “Lo que siento por ti”, entre las bailarinas/mucamas. Estas los vistieron con batas, la de Gattas con gorro velador a juego, para “Extraño”. “Es mentira, Buenos Aires, todos los días te extraño”, dijo Sergi.
Andrés Calamaro apareció en las pantallas entonando “Tu misterioso alguien”, antes de que la retome el dúo en vivo, mientras las chicas traían a la botones del hotel con un cisne en la cabeza.
Uno de los hallazgos del casting de invitados ha sido la Emilia Mernes en plan autómata/muñequita, que surgió en la pantalla para “Uno los dos”, con la dupla enfundada en cuero, y Juliana también mecanizada (una canción con años: habla de “el CD que compilamos para hacer el amor”).
El público empezó a contonearse al ritmo de la nueva versión de “Perfecta”, con FMK y María Becerra grabados como los profesores de tenis del hotel y las mucamas ebrias en vivo. El recorrido fue hacia la lavandería del establecimiento, para entonar “Prisionero”, con gran agite popular en el estribillo upbeat. La intro de “Ritmo & decepción” indicó que el clima festivo seguiría, con Juliana bailando con sentadillas incluidas (mostrando que sus piernas y su entusiasmo son los mismos que a los 25.
El personal de la casa se puso los veladores y los cantantes sacos de flecos; cuando Lali Espósito apareció en la pantalla para convocar a bailar “Yo te diré”, no hubo grieta: el bailongo convocó a todos. No dejaron que decaiga, largando el bombo en negras de “Me gustas tanto”, para saltar y menear. Enganchada salió “Traición”, coreada por jóvenes y veteranos.
Una cortina de humo literal cerró el tramo; el nuevo vestuario fueron sacos amarillos de tul, con las bailarinas como profes de gimnasia, al estilo de Jane Fonda en los 80 (de fondo, los lomos de VHS proyectados reforzarán el concepto). Fue el turno de “Mentía”, que escaló en el puente y explotó en el estribillo.
“¡Es Miranda! mi amor!”, clamó Ale. “Fantasmas” fue otro momento festivo, aunque la letra no lo sea. Juliana se puso al hombro el uptempo de “Enamorada”, apoyada en la guitarra de Gabi Lucena. La intro sintetizada de “Don” llevó todo al paroxismo final: el coro popular recordó a Lolo Fuentes en el solo, y terminaron elenco y público saltando entre papelitos.
En el adiós, las pantallas anunciaron dos fechas para el Movistar Arena, los días 20 y 21 de junio. La respuesta de la audiencia demostró que este formato tan teatral no cansa ni se agota en una gira.
Franceses en inglés
Un bajo contundente llamó desde las antípodas para el show de Phoenix, la banda indie francesa encabezada por el carismático Thomas Mars que disparó su set con “Lisztomania” y “Entertainment”. “Buenos Aires, ¿qué tal?”, saludó el cantante versallesco en el medio del torbellino de “Lasso”.
Encararon “Too Young” con el guitarrista Laurent Brancowitz en el teclado, sumándose al de Robin Coudert, mientras Christian Mazzalai sostuvo todo con su guitarra colgada alta, enganchando con “Girlfriend”.
Desde las teclas salió la cadencia de “Ti Amo”, con sus referencias letrísticas a la italianidad, siguiendo en un viaje instrumental con Coudert metiendo sonidos de Clavinet.
Thomas Mars de Pohenix. Crédito: Gentileza Lollapalooza Argentina
Mars iba a largarse a hablar, pero dejó que le canten “Olé ole”. “Es un placer tocar para ustedes. Esta es una de las primeras canciones que escribimos, hace 24 o 25 años”, fue la presentación de “Armistice”.
Pasaron a “If I Ever Feel Better” y “Funky Squaredance”, con Mars cantando de rodillas ante un enmascarado maestro de música del siglo XVIII, con Mazzalai cerrando con un solo expresivo.
Subieron un escalón más con el bajista Deck d’Arcy en teclados para “Tonight”, para bajar en el pedido de palmas para “Rome”. Mars tomó unos binoculares con una cámara conectada que mostró su visión de la multitud en la (más o menos) relajada “Trying to Be Cool”. El teclado clavado en el arpegiador para la transición a “Drakkar Noir”.
Salieron a la marchosa “Artefact”, con la voz “las luces de la casa” para ver a la audiencia y pedirles que griten “Oui” en “1901”. Agradeció y se sacó la camisa, antes de bajar en “Identical (Reprise)” a la valla del pasillo que va al sonido, con un cable extra largo (una tecnología inalámbrica hubiera sido demasiado moderna), hasta que se tiró y fue devuelto en mosh hacia el escenario.
Un arcoíris de emociones
Unas antorchas invadieron el escenario sobre el comienzo de “Stay With Me”. Ahí apareció Samuel Frederick Smith, con un look retroqueer ochentoso: barba, bigote mosquetero, aro de crucifijo, uniforme militar con flecos brillosos. Lo hizo en lo alto de la escenografía (que vendría a ser una persona boca abajo, al estilo Wenceslao Sedlacek, con graffitis de libertades y derechos), junto a la banda, con el coro mixto afrodescendiente en el nivel se abajo. Las mismas que lo acompañaron en “I’m Not the Only One”. Ahí se fue adelante para entonar “Like I Can”.
Afirmó que era muy feliz de volver después de mucho tiempo: “Esperé cinco años para hacer este show, quiero que sea algo especial para ustedes. Todo lo que pase arriba de este escenario tiene que ver con una sola cosa: libertad”. El “Olé olé” se complicó para meter “samsmith” en la métrica, pero algo se le pudo cantar.
Se fue al costado con el guitarrista y los cantantes para una rendición íntima de “Too Good at Goodbyes”. El piano cedió ante los sintes y la guitarra eléctrica. Smith volvió sin saco y con unos tacos de plataforma para “Diamonds”. “Se me abrieron los pantalones”, dijo con picardía, y mostró una abertura en la parte de atrás (eso parece que no era parte de los juegos de vestuario).
Encaró “How Do You Sleep?”. coronando con el cuerpo de baile y un solo de guitarra, que fue la transición hacia “Dancing With a Stranger” (creación junto a Normani), recorriendo el escenario con las damas (una verdadera pared vocal). Hubo aplausos para la pianista Ruth O’Mahony Brady, que arrancó sola en plan clásico: él entró de vestido largo con mangas abullonadas y aros colgantes.
“Vine por primera vez con 21 años y tengo 31. Entonces había lanzado mi primer álbum. Este 2024 es mi primer aniversario de diez años, y quiero hacer una canción de aquel álbum”, contó, antes de interpretar “Good Thing”: allí demostró todos recursos expresivos de su voz, en un punto alto del concierto. Pidió “algún ruido” para Ruth en el piano, que se llevó su segunda ovación.
Sam afirmó que esta es su parte favorita, porque celebra a los músicos con los que giró y ahora son amigos. El convite fue para la corista LaDonna Young. Así, él cantó la primera vuelta de “Lay Me Down”, y se la pasó a la morena, para terminar juntos en el crescendo orquestal.
Sam Smith. Crédito: Gentileza Lollapalooza Argentina
Cuerpo de baile salió para “Gimme”, con otro cambio de ropa para el solista (chaleco, gorra y borcegos); compartió algunos meneos con la crew, mientras pidió ruido para el baterista Jonathan “Ginger” Hamilton. “Háganme sentir su energía”, fue el llamado al ritmo bolichero de “Lose You” “Vamos a hacer como que este es un gran festival gay”, propuso (por si alguien no había entendido la puesta escénica), antes de seguir la fiesta disco con “I’m Not Here to Make Friends”: con una calurosa túnica con los colores del arcoíris presidió unos bailes sugestivos, a los que se terminó sumando.
Arrancó “Desire” (un feat imaginado junto a Calvin Harris) en off, para que se luzca el ballet, saliendo finalmente con la 10 de Messi y provocando una nueva ovación; volvió a bailar a la par de los profesionales y pidió por la bella Sakima, la peladita con la que jugó durante la noche, y en ese momento se movía en un pequeño camisón negro. Interpretó “Latch” (creada junto al dúo electrónico Disclosure), se sacó la camiseta y mostró su torso corpulento antes de dejar el escenario para otra transición dancística antes del tramo final.
Sonó un coro grabado cantando “Gloria”. Smith salió con impermeable, uñas postizas y velo en el rostro, para cantar sobre la grabación. Un instante después estaba en corsé y portaligas, sobre el cual le pusieron una falda de flecos y una gargantilla con las letras “SEX”, con la banda interpretando “I Feel Love” de Donna Summer”. Ya reformulado, abordó el ritmo denso y medio oriental de “Unholy”, con pelucas rubias para el ballet y un último cambio para Sam: sumó galera con cuernos, cetro de hechicero, velo y saca a juego de la falda. Terminó en lo alto, rodeado de los performers, y así se fue: como un diablo libre, lejos de toda santidad.
Black diva
El Escenario Flow empezó a sonar: era el turno de Solána Imani Rowe, conocida profesionalmente como SZA, (“Sovereign Zig-Zag Allah” o “Savior Zig-Zag Allah”), que empezó a contonear sus rulos en la torre del barco montado sobre el escenario. De remerita, calzas, prenda tejida a la cintura y botitas de box, empezó a mostrar sus recursos vocales en “Open Arms”, escoltada por sus bailarinas en “Seek & Destroy”.
Ya sola en las tablas, preguntó: “¿Cómo se siente? ¿Sientes bien? Dijo en castellano, antes de “Love Galore” tirando coloraturas. Acomodó su melena y pasó al ritmo cruzado de “Broken Clocks”, seguida de “Forgiveless”.
Volvieron las chicas y se afiló la guitarra de la sugestiva Ari O’Neal, que viene de tocar con Beyoncé, Lizzo y Alicia Keyes (la banda estaba repartida a los costados,) La guitarrista subió para acompañarla en la sutil “Ghost in the Machine” y “Blind”, desparramándose Ari en el solo, en un juego escénico entre ambas.
SZA. Crédito: Gentileza Flow
Pasaron “Shirt”, “All the Stars” (cocreación con Kendrick Lamar), “Snooze” y “Garden (Say It Like Dat)”. Fue a mid tempo en la romántica “F2F”; hubo una nueva bajada, cantando sentada en el piso “Drew Barrymore”, sobre base de órgano. La cosa se puso bailable con la espesa “Low”; se subió a una bola de demolición y cantó desde ahí (Miley style), para bajar y terminar contoneándose de espaldas sobre el piso.
O’Neal gano el centro de la escena para zapar desde ahí, en transición al segmento siguiente. Con el fondo de las olas del mar hicieron a guitarra y voz “Supermodel” antes de pasar por “Special”. Invitó en castizo a cantar “Nobody Gets Me”, solo con acústica y Hammond. Anunció una canción nueva, “Saturn”, que cantó sentada con las piernas colgando.
Volvió al baile con “Kiss Me More”, una colaboración con Doja Cat. Entran la bandera argentina, con la que se envolvió al término el tema. Volvió al electrosoul con “Love Language”, con la voz masculina grabada de Ty Dolla $ign y las coloraturas en vivo de SZA. Entre medusas fosforescentes viajó con “Snooze”.
Entre llamas la cosa se picó con “I Hate U”. Baile con machetes fue ideal para “Kill Bill”. Un cielo estrellado en la pantalla sirvió para que anuncie “Fin de semana”, para que todos entiendan que venía “The Weekend”, de nuevo con la guitarra al frente, terminando mucho más bailable. Pará eso volvió el ensamble, para el twerking de “Rich Baby Daddy”, gestada junto a Drake.
Sube en ascensor a la torre, delante de un atardecer y un anochecer marítimos, para dar el cierre con “Good Days”. “Muchas gracias Argentina, te amo por siempre”, saludó, mientras brillaban los fuegos artificiales.
La propuesta fue entonces, para los más “manijas” (a fin de cuentas, era sábado a la noche) quedarse a bailar con Above & Beyond, trío de DJ, productores y músicos formado por los británicos Jonathan “Jono” Grant y Tony McGuinness, junto al finés Paavo Siljamäki. La otra opción era buscar el descanso, para afrontar la tercera y última jornada.