La banda capitalina, que desde la raíz folclórica fusiona el rock y la cumbia con reflexiones y humor ácido, se presentará con entrada libre y gratuita, en el marco del ciclo “La casa invita”; en la ocasión compartirán escenario con los santotomesinos Peces Dorados. En la previa, José María Martínez (guitarra y voz) repasó el gran momento que vive este, proyecto que no reconoce límites ni fronteras.
La formación completa en el videoclip de “Arderemos”, uno de los adelantos de su próximo álbum. Foto: Captura de pantalla
En el marco de “La casa invita”, una propuesta que apunta a combinar lo mejor de los nuevos sonidos de la escena emergente nacional y los más destacados referentes santafesinos en recitales con entrada libre y gratuita, Tribus Club de Arte (República de Siria 3572) presentará el sábado 21 a las 21, a Los Tabaleros junto a Peces Dorados.
Los Tabaleros emergieron del folclore con la potencia del punk y del rock, y reinventaron el género con una propuesta potente y desbordante que huye a los encasillamientos porque solo cumple una regla: el puro disfrute.
Nacidos y criados en la ciudad de Buenos Aires, eligen la madera y el cuero del bombo como armas primeras para abrirse paso en el mundo y conquistar otros géneros como el rock, el pop y hasta la cumbia. A lo largo de sus cuatro discos de estudio -“Carmesí” (2009); “Lolita” (2013); “Tuy” (2015); y “Chuy” (2019)- y una producción en vivo con colaboraciones de lujo -“Una noche en el paraíso escondido” (2020)-, la banda formada por Roberto Luis “Beto” Martínez (guitarra y voz), José María Martínez (guitarra y voz), Daniel Giannico (guitarra y voz), Ignacio Díaz (percusión), Félix Mateos (bombo y voz) y Joaquín Lagos (bajo y voz), ha demostrado que destacan entre las propuestas nacionales por su espíritu creativo permeable a todos los géneros y porque derriban todos los prejuicios del deber ser folclórico.
El grupo acaba de finalizar un año hiperactivo y positivo: durante el 2022 llevaron a cabo una súper gira nacional por todas las latitudes y rincones. Recorrieron Paraná, Mar del Plata, Salta, Jujuy, Tucumán, Bahía Blanca, Neuquén y Bariloche, entre otras ciudades, pasando por dos Konex y un Vorterix completamente agotado. Además, actuaron en los festivales más importantes del país: el Cosquín Rock y el Rock en Baradero. Actualmente preparan su nuevo álbum, “Caramelos de felicidad”, del que ya presentaron “Burbuja loca” y “Arderemos” como adelantos.
De todo este viaje conversó El Litoral con José María Martínez, para adentrarse en un universo personal e intransferible.
A todo motor
-Están arrancando un nuevo año, después de un 2022 que los llevó a dar una extensa gira nacional, llenar dos Konex y un Vorterix, y actuar en festivales. ¿Cómo vivieron todo este proceso, y cómo se hace para mantener ese envión?
-Estamos muy acostumbrados a no frenar. Cada vez se intensifica más, medio que no existe vacaciones para Tabaleros: más o menos es como una vacación.
-“Vacaciones permanentes”, diría Aerosmith.
-Exactamente, porque es un grupo compuesto por amigos, con la misma ilusión, con los mismos sueños, desde hace muchísimos años. Entonces hablar de trabajo es medio raro, pero es un gran trabajo.
-Esa amistad es lo que hace esa convivencia y la creación tan fluidas.
-Sí, ahora se intensificó más, y somos como una familia: es una convivencia dura pero también alegre, hay de todo un poco. Pero ya sabemos cómo tratarnos.
-Como en las buenas familias.
-Exactamente, es como una buena familia: muchas peleas, muchas tiradas de los pelos, pero también muchos abrazos y muchos besos.
-En el aislamiento se las habían ingeniado para seguir con streamings, autocines y shows al aire libre, a medida en que se abrían las condiciones. ¿Hubo después esa cosa de “vamos por la revancha”?
-Sí, claro, justo cuando empezó la pandemia veníamos a un ritmo muy lindo; y la pandemia cambió todo. No nos olvidemos: durante la pandemia también nacieron nuevos géneros, superestrellas, en dos años. Nosotros no frenamos nunca y como decís esta es una revancha: ahora con gente, con transpiración, de vuelta a los abrazos, los saltos. Lo extrañábamos mucho.
Propuesta compartida
-Tuvieron la suerte de que habían sacado el material en vivo, y tener algo publicado, algo que estaba bueno, les dio presencia en ese momento.
-Sí, fue espectacular haber tenido el disco en vivo, y haberlo podido transformar en contenido durante este tiempo. Más allá de que nosotros también lo generábamos, teníamos algo muy bien de la mano de colaboraciones importantes y esas cosas.
-¿Cómo fue llegar a ese disco, y juntar a todos esos invitados?
-Soy un empleado de mi hermano (risas), él es más líder de esto; para mí fue una fiesta sorpresa. Lo único que se me preguntó fue: “¿Para esta canción a quién te gustaría tener?”. “¿Para qué?”, le dije. “No, por nada”. “Para mí va con Miranda!”. Y de repente ya teníamos a estos locos ensayando en nuestra sala, y después tocando ahí. Es un mérito de él; y por otro lado que fue jueves, y podías enganchar a más artistas.
Y tiene que ver con que el Mono (de Kapanga) es nuestro amigo. ¿Qué significa eso? Tuvimos la suerte de que desinteresadamente apareció nuestra hada madrina, y eso logró que nos escuchen otros rockeros, que son nuestros ídolos. Que puedan escuchar y puedan gustar de nuestra banda y todo eso tiene que ver con Martín Fabio.
-Siempre tirando buena onda para mucha gente.
-Es espectacular, es como la Madre Teresa del rock.
En camino
-En el último tiempo presentaron “Burbuja loca” y “Arderemos”, los primeros adelantos de “Caramelos de felicidad”. ¿Ya está todo grabado o están avanzando por singles?
-Llevamos grabadas alrededor de ocho canciones, nos faltarán cuatro. Estamos debatiendo cuáles entran, pero ya estamos en la recta final y ya a encarar también otro disco: así que con todo. Como ya dije, el tren no para.
-Estos dos adelantos, especialmente “Burbuja loca”, van por el lado de la música latina y la cumbia en particular. ¿Cómo se incorpora ese componente al mix de Tabaleros, que va del rock al folclore?
-El ritmo huayno que tenemos nosotros es muy similar de la cumbia, son casi primos. Quizás con la instrumentación, o con algunos detalles, los vas acercando o hermanando: se llevan muy bien. Y antes por ahí el rock y la cumbia no “chapaban”; hoy creo que hay una orgía general con todos los tipos de música. Ya no es como antes, que nos cagábamos a palos por qué artistas nos gustaban.
-También hay mucha influencia del huayno en lo que ahora llamamos cumbia andina, es de ida y vuelta.
-Claro, quizás nosotros le terminamos dando un color más rioplatense por una cuestión geográfica y genética; pero es eso.
-En “Arderemos” dicen: “Hoy que el odio está de moda te pido que me quieras un poco”. En una línea condensan un clima de época...
-Sí, tal cual: el odio avanza, pero el amor lo suaviza: siempre va a ser más fuerte. Pero hoy el odio tiene hasta sponsors. Las redes sociales también son ese kerosén que puede hacer prender fuego todo: las culpables de muchas cosas horribles y de muchas cosas muy lindas.
Identidades mutantes
-Temáticamente van de ahí a no escaparle al humor, ácido, áspero, como en “Gatito curioso”.
-Es nuestra forma de vivir, nuestra forma de ser. Somos un grupo muy alegre, y raramente hablamos en serio entre nosotros; tenemos nuestros momentos muy chiquitos en donde nos comportamos de esa forma. El humor es una parte importante de nuestro ADN, pero tampoco queremos ser graciosos; a veces también un poco se confunde, o hay gente que le está tratando de buscar el chiste a la cosa. Pero también nosotros los confundimos: hasta con nuestras caras, nuestra forma de vestir, qué sé yo. Aparte uno llora porque lo tomen en serio y a la vez no puede cortar con ser un payaso; entonces es difícil.
-El último disco de canciones nuevas había sido “Chuy”, en 2019. ¿Cambió algo en la manera de componer, producir y grabar de aquel material a esto que están elaborando ahora?
-Creo que sí. Lo que cambian son los tiempos, y en forma muy abrupta; eso se termina mostrando en los discos: no es lo mismo 2019 que este 2023 ,y no es la misma ese 2019 o sea, a ese otro disco de 2015. El mundo fue evolucionando e involucionando, y eso hace que uno también; y eso se refleja al toque en las letras y también en la música. Porque no te voy a negar que de alguna forma u otra te terminan atravesando las nuevas músicas y las nuevas tendencias: No te digo que me voy a tatuar la cara en la próxima y a salir a trapear, pero todo se va metiendo.
-Cuando tenés la antena de la sensibilidad prendida se te mete el ambiente.
-Sí, es inevitable, y no se puede esconder.
Sin miedo
-¿Qué se viene para los próximos meses?
-Vienen los festivales, Baradero, vienen ahora un Konex el 11 de febrero. Tenemos un montón un montón de cosas, también tratar de hacer una gira al exterior, y otro disco: este 2023 va a estar prendido fuego.
-¿Gira al exterior latinoamericana o más europea?
-Si cuento después no se cumple y me retan; pero creo que va más lejitos la cosa.
-¿China?
-Quién te dice... Cuando nos piden que digamos cómo nos autopercibimos, sentimos que somos un grupo de folclore que puede tocar en cualquier tipo de escenario. Esa es la definición: no les tenemos miedo a los idiomas, no le tenemos miedo a los tipos de música, a los tipos de público, a nada. Nosotros vamos.
-Bueno, por lo pronto los esperamos por Santa Fe, que queda más cerca.
-Estamos muy contentos con esta girita: vamos a andar por Córdoba, por Punilla; y en Santa Fe, que le tenemos mucho cariño, allí hemos sido recibidos muy tiernamente. Aparte está esta nueva movida de “La casa invita”: se nota que el “Chengo” (José Altamirano) está “dulce” porque... “La casa invita” (risas).
-Es una oportunidad para llegar a públicos nuevos.
-Exactamente, y para darle a la gente una la posibilidad de ir a ver música, sin pagar entrada: hoy día estamos todos con la soga en el cuello.