"El marginal": las claves de un drama carcelario que interpela a la sociedad
La cuarta temporada de la ficción se convirtió en uno de los contenidos más consumidos de Netflix. En la tradición de “Okupas”, “Tumberos” y “El puntero”, combina un retrato social incómodo con personajes que calan hondo.
Underground Contenidos / Telemundo International Studios La última temporada de El marginal superó a tanques como El juego del calamar y la parte cinco de La casa de papel . Todo un logro para una ficción argentina.
En 1963 Samuel Fuller escribió y dirigió “Corredor sin retorno” (Shock Corridor). Arriesgada en su momento, describe como un periodista se infiltra en un hospital psiquiátrico para investigar un crimen. Argumento que es apenas una excusa para exponer un conjunto de personajes inesperados y magnéticos y las relaciones que se gestan entre sí hasta llevar al protagonista al límite. La galería incluye desde un afroamericano que predica el racismo hasta un hombre que asegura que es un cantante de ópera. Seis décadas después, la serie argentina, no menos impactante, “El marginal” ofrece algunos alicientes parecidos a los de Fuller mientras se inmiscuye en la cruenta vida de la cárcel y las redes que se tejen entre los criminales y los funcionarios que las habitan.
La cuarta temporada de la ficción ideada por Sebastián Ortega obtuvo un nuevo pergamino: se convirtió en una de las series de habla hispana más consumidos por los usuarios de Netflix a nivel global, únicamente superado por “Café con aroma de mujer”. Este tipo de fenómenos no tienen una explicación simple ni única, sobre todo en estos tiempos en los cuales la sobreabundancia de contenido, muchos desarrollados a partir de fórmulas bien precisas para captar el interés del público es un rasgo central. Sin embargo, en el caso de “El marginal” es posible señalar algunos aspectos que, sin ser concluyentes, contribuyen a avanzar hacia una posible respuesta.
Más allá hay monstruos
Pablo Makovsky periodista y crítico rosarino sostiene que en “El marginal”, al igual que en otras ficciones argentinas, la cárcel es ese lugar de fogueo del héroe. “Todo aquello que la ficción argentina no puede fidelizar, no puede hacer verosímil para construir su mundo, su diégesis, como la guerra, en nuestros relatos cristaliza a través de la cárcel”, escribió en un artículo publicado en pifiada.blogspot.com. Convocado por este medio, profundizó esta observación. “Entiendo que la serie ficcionaliza ese submundo que creció en la Argentina de los últimos años o décadas, que es también el espacio del que se nutre el gótico de, pongamos, Mariana Enríquez”, aseguró.
Desde la óptica de Macovsky, si hay una nueva teratología argentina, es decir un nuevo espacio de monstruos, es esa marginalidad que expele y nos expele. “Los marginales no ya como desplazados del sistema, sino como habitantes de otro orden, separados por un abismo que los vuelve incomprensibles. Si la cárcel definió al delincuente y al ciudadano en los albores de los estados-nación y las constituciones laicas, las brutales cárceles actuales definen algo más, un afuera, un otro mundo, de ahí el poderoso atractivo, la fascinación que provocan. El orden que propone la cárcel, como figura, pertenece tanto al realismo social como al género fantástico. Es un espacio de transformación e iniciación como no hay otro en la sociedad”, consideró.
Underground Contenidos / Telemundo International Studios D.R
Foto: Underground Contenidos / Telemundo International Studios
Tras su capa de ritmo frenético “El marginal” es también, en cierto sentido, un termómetro de esta época. La violencia que expone, a veces con extrema crudeza, en pantalla no es muy distante a la que mantiene en vilo a la Argentina del presente. Basta revisar la crónica policial de las grandes ciudades para corroborar que la furia, la crispación social y la indolencia se han naturalizado hasta niveles preocupantes. Es justo decir que esto último no es patrimonio de la sociedad argentina, como demuestra el reciente caso del veterano fotógrafo René Robert, quie murió de frío tirado en una calle de París luego de permanecer horas tirado sin que nadie le ayudase.
Generar posibilidades
“El marginal” es una producción nacional que se pudo llevar adelante gracias al concurso de ficción de prime time impulsado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) en el año 2015. Este instrumento permitió la gestación de la primera temporada, que contó con 13 episodios y se estrenó en la Televisión Pública a mediados de 2016, antes de pasar a Netflix.
Underground Contenidos / Telemundo International Studios D.R
Foto: Underground Contenidos / Telemundo International Studios
Recordar este punto es fundamental, tal como señaló en sus redes sociales la productora Vanessa Ragone, oriunda de Santo Tomé y de prolífica trayectoria en el cine argentino y latinoamericano. Para Ragone, es necesario un Incaa presente “generando posibilidades de existencia para películas de ficción y documentales, cortometrajes, series, que luego puedan hacer un recorrido mundial” y advierte que, desde su óptica, “nada similar se avizora en el 2022, lo cual es serio” para la industria cutural.
Cárceles en pantalla
Desde la prototípica “Soy un fugitivo” (1932) en la cual Mervyn LeRoy proponía un crudo retrato de las injusticias del sistema penal de los Estados Unidos en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, el cine se ocupó en varias oportunidades de la vida dentro de los penales. Aquellos que se hayan visto interesados por “El marginal”, no deberían perderse “Birdman of Alcatraz” (1962) de John Frankenheimer con Burt Lancaster como un preso conflictivo que en el calabozo descubre su pasión por la ornitología ni “Cool Hand Luke” (1967) de Stuart Rosenberg, que tiene a Paul Newman, como un recluso que pone en jaque las rígidas normas de la institución en la que ingresa.
Otros clásicos carcelarios para repasar que tienen conexión con la serie argentina son “Papillón” (1973) en la cual Steve McQueen cumple una dura condena en un penal de la Guayana francesa y “Expreso de medianoche” (1978), donde Alan Parker describe, con varias licencias, la historia real de un joven estadounidense que padece las las atrocidades del sistema penitenciario turco. En la misma línea se inscribe “American History X” (1998) donde Edward Norton interpreta a un neonazi californiano que quiere cambiar su vida tras una dura experiencia como prisionero.
Columbia Pictures Expreso de Medianoche , película de 1978.
"Expreso de Medianoche", película de 1978.Foto: Columbia Pictures
Fuera de Estados Unidos, hay dos películas que expresan con realismo la vida interna de las prisiones. Una es la brasileña “Carandirú” (2003) que reconstruye la masacre ocurrida a principios de los ‘90 en la cárcel homónima, cuando la policía sofocó una revuelta y mató a cien presos desarmados. Y la francesa “Un profeta” de Jacques Audiard, sobre un joven francés de origen árabe que se gana la simpatía de los demás reclusos mientras cumple una condena de seis años.