Jueves 30.3.2023
/Última actualización 14:35
El domingo 16 de abril, desde las 20, Mariana “Iaia” Pretto presentará “Siempre florece” en el Centro Cultural Francisco “Paco” Urondo (Junín 2457). La pianista santafesina dará a conocer las canciones de autoría propia que componen su álbum debut, acompañada por destacados músicos de la región que participaron de la grabación del material.
De tal modo participarán en voces Ana Suñé, Lucía Maidana, Leonel Franzoi, Rodrigo De Brix y Emilia Wingeyer. En guitarras estarán Maru Figueroa, Luciano Gandi y Pablo Ayala. En los vientos estarán Florencia Nuñez y Juan Sánchez Pinat en flauta traversa e Ivana Papini en clarinete. En las cuerdas estarán Patricia Hein (violoncello), Victoría Díaz Geromet (violín) y Elena Escobar (viola).
Acompañarán Pablo Minen (percusión), José Alaluf (bajo) y José Ayala (contrabajo), con participación de Mario Spinosi en piano; todos junto a la propia Pretto en piano y acordeón.
Realizará una intervención de danza: Julieta Dibidino. La iluminación y producción general estarán a cargo de Ludmila Magno. Las entradas anticipadas pueden adquirirse en las boleterías del CCPPU a un valor de $ 1.200.
El Litoral conversó con la reconocida intérprete y flamante compositora sobre la cocina de este primer álbum, como así también repasó sus búsquedas y coyunturas artísticas.
Dar el salto
-Venís de una formación que une lo académico con lo popular, y lo instrumental camerístico con la canción. Cómo solista o en formaciones como el Trío Núñez-Pretto-Ricca interpretaste obras de Carlos Guastavino, Astor Piazzolla, Egberto Gismonti, Leo Brower y compositores de la región. ¿Cómo fue el salto a componer el material de “Siempre florece”, que tiene esos elementos? Lo folclórico, lo ciudadano y lo clásico, las canciones y los “Reflejos” instrumentales?
-Si bien es un género nuevo en cuanto a lo que fui explorando y transitando, un poco se nutre de todas esas experiencias musicales que tuve anteriormente. La música clásica aparece en esos preludios instrumentales, en algunas instrumentaciones de cuerdas. Está la parte más folclórica: hay una zamba, una chacarera; cuando compongo folclore me gusta respetar bien la forma y el estilo.
Esta parte de la raíz me viene de la formación con Hilda Herrera, en el Cimap (Compositores e Intérpretes de Música Argentina al Piano); eso fue hace ya unos años, pero fue una experiencia que me marcó mucho también en mi formación y en mi modo de vivir la música.
Esto de componer canciones es relativamente nuevo: si pienso en toda mi trayectoria como pianista. Comenzó con un taller, que este que brinda la cantautora Ana Suñé, una referente santafesina.
-Una referente de este disco también.
-Sí, ella me alentó a que me lo tome más en serio, que profundice más en esto de la composición. Después vino la pandemia: 2020 fue un año en el que muchos músicos hicimos una cuestión más introspectiva; no me enganché mucho en las cosas virtuales, sino que fui más hacia el interior. Ese año fue donde compuse la mayoría de las canciones.
-Con una mirada muy cancionística, siendo que venías de otro lado.
-Ana tiene como referente (yo también) a Jorge Fandermole; la marcó, y sigue esa línea no de la de la canción, de los trovadores.
-En tu caso sos alguien que no viene de ser cantante, era otro desafío.
-Exacto: lo mío siempre fue instrumental: Primero en piano y después un poco el acordeón.
Recomenzar: tras una lesión en la mano derecha, Pretto se reinventó como intérprete de mano izquierda, acordeonista y compositora. Foto: Gentileza Irene FernándezRepensar el instrumento
-¿Cómo fue la lesión en la mano derecha y cómo se relaciona con esta reconversión? Es otra forma de ser artista.
-Todo se va hilvanando. Tuve un problema con la mano derecha, que no es tendinitis: es algo más complejo, tiene que ver con la pérdida de la motricidad fina. Intenté recuperarlo, no pude por el momento; pero eso me hizo abrir el panorama en lo musical. Antes mi vida carrera solo piano; y después dije: “A ver, voy a explorar otras cosas”. En un momento estuve en un coro, hice algunos arreglos; empecé a tocar el acordeón, dándolo vuelta para tocar el teclado con la izquierda y los botones con la derecha. Después empecé a investigar un repertorio para mano izquierda sola, y también proponiendo arreglos y composiciones.
-De Paul Wittgenstein para acá.
-Con el “Concierto para la mano izquierda” de Ravel.
-Él tenía un problema un poco más grave...
-Claro: perdió un brazo en la guerra. Entonces muchos compositores empezaron a escribir para él conciertos súper difíciles, para piano y orquesta; u otro tipo de obras. Él también después escribió un tratado.
En estas nuevas exploraciones mías también entra lo de la canción: todo el disco fue grabado sólo con mano izquierda.
Paleta ampliada
-¿Cómo fue empezar a arreglar y producir el disco, y cómo fue ir eligiendo las voces que se acoplaran para cada canción?
-Bueno, como no soy cantante (todavía no me animé a cantar yo las canciones, quizás más adelante con algún trabajo) fui convocando distintos cantantes, mujeres y varones; al convocarlos me iba imaginando en cada canción cómo quería que suene (también con el instrumental) y qué voz podía interpretar mejor esa canción. Cada voz aparte de su timbre tiene un color, y el cantante una manera de interpretar; entonces también eso fue como una búsqueda. Por eso hay muchos cantantes: creo que cada tema tiene su personalidad, interpretada por esa voz.
-Hay también un reencuentro o una continuidad con gente con la que siempre estuviste cerca. Con Florencia Núñez compartiste el trío y otras formaciones, con Leonel Franzoi tocaste en Aguapé e interpretaste en piano sus composiciones, a Lucía Maidana la acompañaste en sus movidas solistas...
-En realidad también me quise dar el gusto de grabar con todos mis amigos (risas), que además son grandes músicos. También está Mario Spinosi, con el que hemos transitado juntos por Pianoforte, clases en Buenos Aires con Pía Sebastiani, acá con Lilia Salsano; venimos con recorrido juntos; Me di el gusto de juntar a todas esas amistades musicales, y también sumar nuevas: por ejemplo con los “Colos” Ayala (Pablo y José) había tocado, pero no había compartido un proyecto; y ellos se sumaron.
-Patricia Hein y Victoria Díaz Geromet son centrales en el comienzo del disco, más “clásico”, tanto en la instrumentación como en lo armónico.
-El arreglo lo hice yo: toda la primera parte del disco está arreglada con piano y cuerdas, y ahí es donde más se ve la influencia de la música clásica. Esos cuatro primeros temas tienen una cierta unidad; es una parte por ahí más contemplativa, nostálgica. Después empiezan a aparecer los mismos folclóricos, la percusión...
-Hay una transición más tanguera, ciudadana...
-“Amaranto” es rioplatense, tanguera. Hacia el final vuelve la parte contemplativa, quise darle esa unidad: algo que empieza chiquito, se abre y vuelve a cerrar, como una gran respiración.
Mirada entrenada
-¿Cómo influyó el trabajo de Franco Bongioanni desde la producción y la grabación, a partir de que le llevaste el proyecto?
-El aporte de Franco fue muy importante: este es mi primer material discográfico, entonces muchas cosas para mí eran totalmente nuevas. Además de grabarme él colaboró con la producción musical y asesorándome en, por ejemplo, grabar las cuerdas juntas. Estaba la idea de grabarlo con un piano acústico, pero ya no se podía grabar junto con la voz; Franco decía: “Conviene que graben juntos”. Las canciones con percusión podían llevar metrónomo; pero otras van muy juntas con algunos rubatos, con cadencias.
-Si no te estás mirando es más difícil.
-Claro. Si bien yo hice casi todos los arreglos, él también en algunos colaboró o me aconsejó cambiar algunas cosas. Así que fue muy importante.
-También por el hecho de que en un trío o en un cuarteto la formación es fija; ya el arreglo te lo va dictando.
-Claro, eso también fue un desafío; más que desafío una osadía (risas) de grabar con tantos músicos: son 18 en total, y cada tema tiene distintas formación. No es un trío o un cuarteto que viene ensayando de hace años, tocando en vivo; sino que se armó para la grabación. Así que fue un desafío para mí, para los músicos, para Franco, todos los que participaron.
Encuentros
-“Hilitos de soledad” tiene letra de Mario José Funes. ¿Cómo se dio esa colaboración creativa?
-Es la única canción que no tiene letra mía. Mario es un señor que fue mi alumno de piano cuando yo viví en Buenos Aires un tiempo; de ahí nos quedó el vínculo. Es profesor de historia, de filosofía, tiene una formación muy interesante. No recuerdo exactamente cuándo fue, pero él me pasó esa letra entre otras; le puse música en un momento donde también compuse la letra y música para mi abuela (“Utilia”). Cuando falleció me inspiré en las dos historias, porque esa letra habla de la mamá de él, cuando falleció también.
Fue muy lindo: a mí me sonó una zamba, por la forma que él tenía de estrofas y estribillo. Creo que sin darse cuenta hizo la métrica de la zamba, con la opción silábica; en muy pequeñas partes le pedí si se podía cambiar para que entre bien con la melodía.
-En “Irmina y Remo” retomás la historia de las luchas y la aventura forzada en el monte de Irmina Kleiner y Remo Vénica.
-Esa historia la conocía por transmisión oral por mi mamá. Después leí el libro “Monte madre” (Jorge Miceli); también hay una película, “Los del suelo” (Juan Baldana). En el taller de Ana a veces había consignas específicas, por ejemplo escribir sobre un personaje o sobre algún disparador. A mí esta historia me quedó dando vueltas, me imaginaba una chacarera, porque tiene esa fuerza de decir esas cosas; y que haya un cantante varón y una cantante femenina por Irmina y Remo.
También me parece que son un ejemplo de vida, de cómo transformar la oscuridad en luz o la muerte en vida: luego de sobrevivir en el monte chaqueño y santafesino, fundaron la granja agroecológica Naturaleza Viva. Fueron pioneros, ahora es bastante común pero ellos hace años que están en la agroecología.
“Siempre florece” también habla de eso, de convertir la oscuridad en luz. Es un ejemplo de como yo concibo la vida.
-En ese tema no tocás, porque no tiene piano ni acordeón.
-Hay dos temas en los cuales no toco: en ese y en “Utilia”, donde toca Mario. Me gustó la idea de mostrarme como compositora y arregladora, que otros interpreten mi tema. Por supuesto que estuve en los ensayos coordinando, pero quise probar esa experiencia: escuchar un tema que lo toquen otras personas y que forma parte del disco; cuya unidad es que son composiciones mías.
Con Mario me pasó algo gracioso (que no pasó sólo con él): lo llamé para preguntarle consejos sobre grabación, sobre piano. “Sí, Iaia, te aconsejo lo que quieras, pero quiero grabar en tu CD” (risas). Se invitó y para mí fue un honor, un placer: no sólo por todo el camino recorrido, sino que para mí Mario es mi pianista preferido, siempre se lo digo. Pensé: “Qué lindo que pueda tocar el tema que le compuse a mi abuela”, porque mi abuela lo conoció, lo escuchó en conciertos, y los dos hemos ensayado mucho en el piano de cola que me regaló mi abuela. Entonces para él también era muy significativo.
El concierto
-El 16 van a estar casi todos. ¿Cómo está siendo organizarlo, y cómo se ve todo el producto cuando tenés que meterlo en una hora y media?
-Mucha ansiedad, nervios también; estamos coordinando bien, al principio pensé que no iba a poder combinar todos los horarios con tanta gente (risas). Tengo mucho acompañamiento de todos estos músicos, mucha buena predisposición para ensayar, para brindar su tiempo, su arte. Así como me acompañaron de manera tan hermosa en la grabación lo están haciendo también ahora, así que hacia ellos todo mi agradecimiento.
También muy feliz, porque en realidad va a ser la única presentación con todos estos músicos: no es algo para hacerlo todos los días. Después voy a hacer una formación con una instrumentación más reducida, para otras presentaciones más chicas, o para poder viajar.
Creo que va a tener su energía propia, su impronta: porque es estar todos esa misma noche, en ese mismo lugar.
Materialidad
-¿Por qué “Siempre florece”?
-Es una frase familiar: en la Navidad de 2016 mi mamá había preparado unos señaladores con fotos de flores de su jardín, y la frase “Siempre florece”. Veníamos transitado una cuestión difícil a nivel familiar, y la habíamos podido superar con la unión familiar.
Después mi prima Natacha Baraldi, que es la diseñadora del disco, tomó esa frase para producciones de ella (remeras, calcomanías, objetos). A mí me quedó resonando: en un momento quise hacer una canción con ese título, después fue por otro lado y ahora es “Soy ceiba”. Pero me gustó como título del disco porque es el sentido que tengo hacia la vida: más allá de las dificultades personales, las injusticias sociales, las desigualdades, creo en la esperanza, en la utopía, como el motor de la vida. No quedarse sino poder transformarse y seguir adelante.
-Natacha trabajó sobre el arte del disco, respetándolo mucho.
-Sí, el arte es de Valeria Marioni. Fue siempre un ida y vuelta: yo le iba pasando las letras y las canciones, ella iba escuchando y leyendo para inspirarse, y me iba mostrando, haciendo devoluciones. Trabaja con tintas naturales, pigmentos naturales de las flores, con impresiones de hojas secas. Le dio la impronta de “Siempre florece”.
-Todo esto se luce en la edición física.
-Siempre quise hacer un CD (nunca hubiera imaginado que iba a ser con canciones propias) y tener el objeto; en esta era de todo lo digital, lo efímero, lo virtual, para mí el objeto (así como los libros) es una cosa preciada. Tengo un montón de CD de todos los músicos que admiro y de la región, y quería también tener el mío en mis manos.
-Ahí estuvo el apoyo del Instituto Nacional de la Música.
-El Inamu es muy importante para todos los músicos del país: todos los años lanzan subsidios y siempre distribuyen de manera muy federal. Fue un reconocimiento hacia mí.
Hacia adelante
-¿Cómo sigue ahora tu carrera?
-Ya me hicieron propuestas de fechas: en la sala Ramírez en Rosario, en otra ciudad del norte; ahora hay que readaptar las instrumentaciones: otro trabajo, pero va a ser más fácil porque es menos gente para coordinar. Cuando estén los arreglos armados vamos a poder llevarlos ya sin tantos cambios.
Quiero seguir componiendo, explorando eso. Y paralelamente (ya lo estuve armando) empezar a presentar un proyecto de piano solo de mano izquierda. Muchos se ríen: “Después grabar con 18 músicos mi siguiente proyecto es Iaia sola” (risas).
Como decía antes, hay un repertorio ya escrito; también estoy proponiendo algunos arreglos, incluso composiciones. Y mostrar algo distinto: muchos me preguntan “¿qué es eso?”: a lo largo de la historia ha habido pianistas de mano izquierda. Hay también un pianista inglés (Nicholas McCarthy) que directamente nació sin la mano derecha y él es concertista de mano izquierda; cerrás los ojos y parecen dos manos, una cosa muy compleja.
-De alguna forma es reencontrar a la concertista.
-Sí, el piano siempre me sigue tirando, eso del concertista de piano me sigue gustando. Es reinventarme en ese sentido y seguir siendo concertista.
-También está tu faceta docente.
-Eso siempre, tanto en instituciones como particular: por suerte también es una vocación. Puedo transmitir todos mis conocimientos a las nuevas generaciones.
-Tenés una conexión muy fuerte con tus alumnos, de acompañamiento.
-Siento que es brindar lo que a mí me brindaron, sigue esa transmisión este. Tuve grandes maestros, como Pía Sebastiani, Aldo Antognazzi, Lilia Salsano acá en Santa Fe, Hilda Herrera en la parte de folclore. Para mí fueron grandes referentes que me guiaron; entonces me emociona mucho poder seguir transmitiendo esas enseñanzas, ese camino, y poder acompañar a los alumnos. A veces es darle el primer empujón y después ellos vuelan solos; pero es estar ahí para empujarlos: es algo que me emociona mucho.