Fuente: Muy Interesante
Nacida Norma Jeane Mortenson el 1 de junio de 1926 en Los Ángeles, California (EE UU), era hija de Gladys Monroe, ayudante de montaje en Columbia Pictures, y de un padre al que no conoció. “En Hollywood te ofrecerán mil dólares por un beso y cincuenta centavos por tu alma”. Una de sus frases mas recordadas.
Fuente: Muy Interesante
Recibió su apellido de Edward Mortenson, el segundo marido de su madre. Ésta, una mujer inestable –más tarde le diagnosticarían esquizofrenia– y de escasos recursos, la dejó a cargo de parientes, amigos y familias de acogida durante casi toda su infancia y adolescencia, en las que sufrió varios abusos sexuales y desarrolló una gran pasión por el cine y la actuación. Pero sus primeros pasos los dio como modelo publicitaria, carrera en la que utilizó distintos nombres artísticos: Norma Jean, Jean Norman, Norma Jeane Baker y Jeane Mortensen. Contratada al fin como actriz en 1946, el agente Ben Lyon y ella misma eligieron a medias el seudónimo definitivo: Marilyn (por la actriz de Broadway Marilyn Miller) Monroe (su apellido materno).
Su imagen
Ya en 1945 había empezado a transformarse físicamente para adecuarse al mercado publicitario: morena de pelo rizado, se lo alisó y se lo tiñó de castaño claro. Pero fue en el cine cuando nació paso a paso el sex symbol por todos conocido, la “bomba rubia”: en 1948 pasó del castaño al rubio platino y se sometió a depilación por electrólisis, para eliminar el vello facial y retrasar la línea de nacimiento del cabello; en 1949, una prótesis en la mandíbula y una rinoplastia; a mediados de los años cincuenta, prótesis mamarias. Esta imagen sería redondeada con un vestuario provocativo, considerado escandaloso en la época –trajes muy ceñidos que resaltaban su busto prominente y dejaban brazos y espalda a la vista–, y unos andares y una forma de posar más propios de una pin-up girl (chica de calendario) que de las actrices al uso por entonces.
Sus amores
Marilyn se casó (y divorció) tres veces. Su primer marido fue James Dougherty, el hijo de unos vecinos, y la boda, un arreglo de conveniencia para evitar que a la joven la enviaran a un orfanato: tenía 16 años, y él 21. Se divorciaron en 1946. Con Joe DiMaggio, célebre jugador de béisbol, estuvo casada poco más de un año (1954-1955), aunque antes llevaban varios saliendo. Los celos de él –y, según algunas fuentes, sus malos tratos– acabaron con la pareja. Su tercer esposo, el autor teatral Arthur Miller, era la antítesis del segundo: intelectual, judío y de izquierdas. Fue el más largo de sus matrimonios: de 1956 a 1961. Pero, aparte de las conyugales, Monroe tuvo relaciones conocidas o secretas con otros muchos hombres: entre ellos, el productor Joseph M. Schenck, el agente Johnny Hyde, los directores Elia Kazan y Nicholas Ray, los actores Peter Lawford, Marlon Brando, Yves Montand y Frank Sinatra y el mismísimo presidente de EE UU, John F. Kennedy (y, según ciertos biógrafos, con el hermano de éste, Bobby).
Sus frases
“Mi primer marido y yo apenas nos hablábamos; no porque estuviésemos enfadados, sino porque no teníamos nada que decirnos”.
“Una carrera profesional es algo maravilloso, pero no puedes acurrucarte en ella si tienes frío por la noche”.
“En Hollywood te ofrecerán mil dólares por un beso y cincuenta centavos por tu alma”.
“Nunca me ha mordido un perro; sólo los humanos”.
“Un sex symbol es un objeto, y yo detesto ser un objeto. Pero si voy a ser el símbolo de algo, mejor que sea del sexo que de cualquier otra cosa”.
“El domingo es el día más triste de la semana: las tiendas están cerradas, y los hombres a los que conozco, con sus mujeres”.
“Me encanta hacer cosas que no aprueben los censores”.
“La fama es como el caviar: está bien de vez en cuando, pero no para todos los puñeteros días”.