En el Teatro Santa Fe, de calle Santa Fe, en Mar del Plata se presenta en esta temporada 2022/ 2023 la obra “Más que amigos”, un texto que plantea como eje un personaje homofóbico, tradicionalista y pro militar... y qué le pasa.
En el Teatro Santa Fe, de calle Santa Fe, en Mar del Plata se presenta en esta temporada 2022/ 2023 la obra “Más que amigos”, un texto que plantea como eje un personaje homofóbico, tradicionalista y pro militar... y qué le pasa.
No traiciono, atención, la obra comienza con esa presentación a cargo del personaje, el mismísimo Roly Serrano, copiándose de otro personaje entrañable que hiciera hace años: el militar de “Casa Valentina”. La otra cara.
Roly hace años que transita los escenarios mostrando que no hay modo de quitarle autoridad teatral; también que debe ganarse el pan... que no es lo mismo que dejar el alma en un escenario. Roly deja la vida haciendo lo que sabe: actuar, es actor. A veces cuenta y contagia, se mete en personajes mayores. Conmueve. A veces no.
Junto a la homofobia cuestiones tan “sencillas”, sencillitas como la amistad, el amor silencioso, la vida cotidiana y un rebusque esquinero: la caída en el chiste fácil (he visto tres obras, hasta ahora, en este verano, donde la frase de Messi aparece). Demasiada concesión a la coyuntura. El texto cruje. Parece una broma y lo es. Parece demasiado liviano y de hecho: lo es.
Cabe preguntarse si no es, este tono livianísimo, casi elemental, de presentar algo tan serio y profundo como la homofobia, los usos y costumbres dieciochescos que nos acompañan todavía, una forma apresurada de superar un conflicto tan arraigado, con tantas raíces, se insiste y se vuelve a la pregunta: estará bien advertir, mediante este mínimo comentario que parece raro si solo sirven -plantear estos tremendos nudos de la sociedad- para una desenfadada y elemental comedia de verano... ¿Se entiende?
Si los conflictos de la homofobia, la sumisión, el escondite de los afectos y la declamación de valores dieciochescos llegan a un punto de liviana comedia las costumbres, los modos usos y costumbres están cambiando y eso, básicamente no es malo. Aplausos allí. Ojalá eso sea el sedimento.
Si tomarse en broma el tema de la lucha por las igualdades -todas- ha llegado a un punto de la broma ligerita de una comedia de verano el asunto ha mejorado muchísimo.
Nada como reírse de uno mismo para entender que todos somos parte de un mundo donde no puede haber escondites ni escondidos, por miedo u oscuridad interior. Dicho esto seguimos.
La comedia va de obviedad en obviedad, sin que nada altere la secuencia. Una honesta catarata de situaciones que se ven que llegaran... y llegan, efectivamente.
Paula Morales, Alejandro Müller, Nicole González, Gonzalo Suárez (el muchacho Galicia) y Hernán Figueroa, con la dirección de Müller, presentan, en poco más de 80 minutos, esta obra.
Es particular la actuación de Nicole González, muy particular. Daría para un ensayo sociológico. También para una reivindicación periodística sobre un tema básico de la sociedad del Siglo XXI. Esta es sólo una crónica de una obra del verano en MDQ. Quedamos en deuda periodística.
El muchacho de la saga publicitaria del banco (Gonzalo Suárez) “es el mismo, el mismo fíjate Coca -decían a mi lado- es el mismo, habla igual, habla igual...”.
Paula Morales y Hernán Figueroa dicen su texto. La escenografía apostaría que se desarma en media hora y las luces están donde deben estar. El recurso de entrar y salir oportuna e inoportunamente es ese juego de Vaudeville que se repite al menos desde... pongámosle, “Boeing Boeing”. Müller además dirige. Dos tareas que se notan.
No hay en el programa mención al autor del texto, ni olvido ni vergüenza. Es de Daniel Dátola. Programa amarrete que cuenta de varios espectáculos en diversos lugares. No creo que Dátola sostenga su fama -merecida- tan solo por este libreto. Es un autor con muchos pergaminos.
Sin embargo puede sostenerse la duda del comienzo: ¿Da lugar la homofobia para tratarla de este modo?. No me pregunte a mí, yo solo soy periodista. Pero que es un tratamiento particular si, es eso: muy particular.
Milan Kundera -se le atribuye- decía: “Hablemos de Nabokov para entendernos, la novela no tiene moral, al menos no tiene la moral de los hombres. Ni sus leyes, solo las de ése texto”. Adherimos.