Martes 20.10.2020
/Última actualización 13:01
Desde que comenzó su aventura en Masterchef Celebrity, Claudia Villafañe ha sido una de las participantes que más interés causó en el público por su primera gran exposición mediática por fuera de su historia con Diego Maradona. Y esa sencillez que la caracteriza había sido blanco de algunas de las críticas del jurado, que la incentivaban a salir de la zona de confort culinaria y animarse a preparar nuevas experiencias. En el programa del lunes pasado, la participante tomó el consejo y se despachó con un pollo frito rebozado en avena y sésamo negro y blanco con puré de hinojo e hígado salteado, que le valió los elogios del jurado y que la llevó a viajar al pasado.
“Sé que te cuidás mucho, habrás comido mucha pechuguita… ¿quién te enseñó a preparar el pollo?”, preguntó el conductor, Santiago del Moro, y Claudia se remontó a su niñez. “Vivía con mis papás y mis abuelos maternos. En un cuarto dormíamos mi papá, mi mamá, mi hermana y yo, y mis abuelos en el cuarto de adelante”, recordó sobre sus orígenes humildes. “Todo el tiempo se veía la cocina, que era muy chiquita, siempre cocinaron ellos y era algo casero, natural”, agregó.
Antes que lo pruebe Germán Martitegui, uno de los jurados, Claudia se atajó por las dudas, ante la reconocida severidad del chef. “No sé como estará, por lo menos estoy intentado usar otros elementos y condimentos que nunca había usado”, señaló. Martitegui dio una mueca de aprobación, y Claudia se sintió aliviada.
Antes de probar el plato, el jurado Damián Betular también se embarcó en los recuerdos de familia. “¿Sabés que a mí también me encanta el hígado? Se lo daban los médicos a mi mamá y me lo terminaba comiendo yo”, rememoró. A su turno, Donato De Santis fue, por el momento, más escueto. “Amo el hígado”, se limitó a comentar antes de probar su bocado. La procesión, como se verá, iba por dentro.
Martitegui inició la ronda de las devoluciones, reconociendo el avance de la participante y los riesgos que había asumido a la hora de preparar el plato, lo que le valió la mejor de sus calificaciones: “Podría estar en un restaurant. Está muy bien”, sentenció, y Villafañe se relajó por completo. “¿Qué pasa, Clau?”, quiso saber Del Moro. “Dalma me dijo que no tenía que llorar”, respondió citando a su hija mayor, mientras las lágrimas le brotaban y pasó a relatar cómo venía llevando el concurso.
“La primera semana la pasé mal”, reconoció. “Sentí, como me había dicho Germán, que podía dar más”, reconoció. “Estoy seguro…” intentó proseguir De Santis, hasta que la emoción lo obligó a frenar una y dos veces. “Estoy seguro que en esta casita había mucho amor. Vivir todos juntos y aprender las cosas de la vida… perdón”, volvió a parar el chef, esta vez para secarse las lágrimas. “Yo pienso en eso y veo una Claudia que se esmera, es una presentación que está casi en las antípodas de esas bruschettas”, citó en relación al paso en falso que había dado la participante en el primer programa.
Claudia cambió las lágrimas por las sonrisas y la emoción se instaló definitivamente en el jurado. “¿Te emocionaste por algo, Donato”, preguntó del Moro y le dio pie para contar su propia historia familiar. “Nosotros vivíamos en un lugar que era un establo, había una sola cortina con un alambre que dividía el cuarto de noche con la cocina”, relató y señaló a Claudia para ratificar la similitud.
“La cocina era un cuadradito en el que entraba uno solo y el baño era un baño con la ducha que tenías que correr la cortina nada más”, apuntó Claudia, y agregó: “Cuando me dicen ‘vos viajaste, conociste, estuviste en un montón de lados’, sí, pero vengo de una familia de clase trabajadora”, agregó. “Nosotros ni teníamos baños”, intervino Donato. “El baño era afuera”.
“Solo el que vive esos momentos sabe y se puede emocionar cuando otra persona le cuenta algo parecido”, reflexionó Claudia en el backstage. “Todos te amamos por esta cosa que tenés, de conservar lo simple, de haber estado en los lugares más impresionantes del mundo y siempre ser La Claudia, como te decimos todos”, cerró del Moro antes de despedirla con un aplauso al que se sumaron el resto de los participantes.