Miércoles 29.11.2023
/Última actualización 17:16
El comediante Matías Acuña presenta su unipersonal de stand up “Charlando entre chistes” el jueves 30 a las 21, en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572). Se trata de un nuevo show donde mezcla las introvertidas ideas de su monólogo con la opinión y anécdotas del público en vivo, incluyendo en el mismo historias de la infancia, la vida como comediante y las situaciones amorosas.
Las entradas están a la venta en la boletería de Tribus (de 18 a 0) y a través del sistema Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos).
Antes de su llegada, conversó con El Litoral para contar sobre su forma de hacer humor, su juego entre monólogo y diálogo, y su relación con los públicos.
Dinámica aceitada
-¿Con qué se va a encontrar lo espectadores que vayan a “Charlando entre chistes”?
-Lo primero que va a pasar en el show es que voy con un monólogo ya armado, que vengo haciendo hace bastante: y al mismo tiempo a eso le sumo improvisación con el público: que es justamente charlar entre chistes. Trato de que no sea sólo algo mío, sino que también el público sea parte del show, y que se pueda sumar con sus anécdotas e historias.
-Ese elemento participativo, te expone a diferentes circunstancias en cada función. ¿Cómo elegís a los espectadores a los que traés al diálogo, cómo encontrás lo interesante y cómo termina esa interacción?
-Eso es más del momento, no sé con qué me voy a encontrar. Gran parte de lo que a mí me gusta de lo que hago es es realmente encontrarme en ese momento con esa persona; y si está en pareja, en familia, solo o sola: sumarlo al show y y no tratar de buscar el mejor chiste o la mejor interacción, porque eso no funcionaría así. Hay veces que charlo con gente durante la función y no hay cosas tan graciosas; y en otros momento por ahí pienso que no va a pasar nada y me quedo hablando diez minutos con una abuela que vino con el nieto, y es lo más gracioso de la función.
Son cosas que que van a pasar en el show; lo bueno es que mucha gente de la que viene al teatro, a los bares, ya me conoce, que soy de charlar, y ya viene predispuesta. Entonces hay una buena interacción, en general: no es que me encuentro con gente que no me conoce, sino que siempre uno de la mesa, uno del grupo, es el que trajo arrastrada a más gente, eso está bueno. ¨Pasa mucho que el 50 % de la gente no me conoce y el otro 50 sí, que fueron los que trajeron a parejas, amigos; eso es muy gracioso, porque no me conocen pero en el vivo se copan.
-Estás queriendo meter una pareja y decís “esa”. Es un entrenamiento que tenés.
-Hago stand up hace nueve años, y siempre me me desarrolla también como presentador de shows. Al principio de cada función tenía unos minutos para interactuar con el público, como para calentar un poco la noche; y a raíz de eso aprendí a charlar de la manera más cordial, pero al mismo tiempo también de a poquito sumarle la premisa de mi monólogo; que no sea “¿De donde sos?”, o “¿Son novios?”, o lo que sea; sino que también estén involucrados en el monólogo.
Empatía
-Hablas de nueve años como comediante. ¿Cómo es tu proceso de pensar un espectáculo, de ir viendo qué cosas funcionan y cuáles no, y qué pasa cuando la risa no está?
-No pasa nada: esto es un trabajo, y como en todo trabajo tenés días buenos y malos. Creo que he tenido funciones donde lo que pienso que es sumamente genial, al momento de hacerlo por ahí no explota tanto. Y no pasa nada, siempre hay revancha. Por suerte no son muchas las funciones en las que tengo una recepción más tibia, sino todo lo contrario: hoy me está pasando que tengo gente que viene con muchas ganas de reírse, que necesita reírse también. Entonces de alguna manera un poquito más fácil se hace el el momento; porque están predispuestos, y el contexto en el cual me encuentro es mucho más gratificante: porque están sentados, cómodos, a veces están tomando algo, comiendo. Entonces es más llevadero hacer un monólogo.
Pero obviamente he tenido malas funciones y bueno, uno aprende y va modificando. Tampoco hablo de política, humor negro, fútbol, religión o género: trato de no meterme mucho en eso, primero porque no sé mucho y segundo no me importa: la idea es que la gente se olvide un poco de esas cosas que todo el tiempo ven en los noticieros o las redes sociales; que se genere como un vínculo de intimidad, compañerismo y empatía, entonces encaro para otro lado.
-La realidad nos ha copado con una serie de temas, y necesitamos ir a buscar esa intimidad en el humor.
-Es lo que a la gente le gusta al momento de ir a un show: el famoso flashback de recordar cosas de cuando eran más chicos; o, en mi caso, cuando cuento de los cumpleaños de antes, mis amigos, lo que era el colegio. También sirve para que la gente me conozca, es un gran paso, un gran mono monólogo que tengo, para que la gente se vaya sabiendo quién soy del espectáculo.
-¿Sos de pensar todo el espectáculo y que se vaya tuneando en las primeras funciones, o vas testeando material antes de que salga con su nombre el espectáculo nuevo?
-Como decía, hoy me pasa que es un 60/40: 40 % monólogo ya pensado, armado, y un 60 % que me lo da el público, que es algo del momento.
Sí tengo que pensarlo me sale mal: trato de disfrutar el momento, y si hay cosas que por ahí no funcionan, porque justo en ese momento decidí preguntar algo o realizar algún tipo de acting que no tiene nada que ver con lo que estaba pasando, no pasa nada; porque tengo una hora todavía de show como para renovar un poco la energía.
Pero como te digo: la mayoría de las veces el público viene muy predispuesto; entonces eso genera una “facilidad” como para que yo pueda jugar también, y ser yo.
En los bordes
-¿Consideras que hay cosas que funcionan diferente en distintos lugares de la Argentina, o somos bastante homogéneos?
-No, hay lugares donde hay que ir con una idea un poco más clara. Depende mucho también del lugar: cuando voy a un bar trato de guiarme más por el momento. Ahora cuando estoy en un teatro al público por ahí es diferente, más familiero; en los bares por ahí son más parejitas. Eso sí obviamente lo chequeo y lo vamos viendo
He ido a San Luis y ahí el humor que es más picante no entra: bueno, hice todo lo más familiero que tenía, porque a ese público no le gustaba lo otro. Uno lo va midiendo: con los comentarios voy viendo si un público quiere un humor un poquito más picante, por así decirlo: hablar de sexo, de las parejas, y voy para ese lado. De repente me encuentro con un público donde tengo todas familias y bueno, voy para el otro lado. No suelo morir con la mía, sino que me adapto al contexto del momento.
-En el humor más picante a veces uno está en el límite de cierta corrección política, siempre tenés unas puertas de salida cerca. ¿Cómo se maneja ese borde?
-Eso tiene que ver mucho con la personalidad de cada comediante. Yo me caracterizo justamente por explotar mucho esas esas expresiones o comentarios que puedo llegar a hacer, que es justamente lo que agrada de la improvisación. Entonces no cae mal; al contrario, potencia el chiste en el momento.
-Sí, aparte la gente ya me consume en las redes, la mayoría, y sabe para dónde voy a ir; y no voy a buscar incomodar. Todo lo contrario: busco amoldar, que esa persona o ese grupo sean parte del show, y no aislarlos.
Humor clásico
-¿Qué cosas te hacen reír a vos?
-Lo primero que me gusta al momento de reírme es por ahí, lo obvio. Parece medio raro que lo diga, pero lo obvio a mí me hace reír mucho: los memes, videos virales, las series que van a chistes que son medio predecibles; los disfruto porque siento que si se pierde ese tipo de estructura, y la gente se pone muy solemne y quiere decir todo el tiempo la verdad, eso le quita la gracioso.
Entonces cuando veo algo que es tonto, por así decirlo, o simple yo me río; ahora cuando es muy complejo, que hacen bajada de línea o algo más ideológico, ya ahí me aburro. Trato de consumir ese tipo de comedia porque está bueno saber lo que la gente está consumiendo, y al mismo tiempo también están hablando; pero no lo comparto al momento de reírme; lo respeto, capaz, que lo escuche y lo vea desde un análisis más de comediante que de espectador. Pero a mí todo lo que es películas y sitcoms comes más amigueras o de relaciones me encantan.
-Aparte porque son tópicos que son clásicos, y hay chistes que son clásicos: formas de humor que funcionaron siempre.
-Hay estructuras de los chistes que siempre van a funcionar: la comparación, la lista de tres, un cambio de eje. Lo podemos ver en cualquier lado: en un meme, un video, lo que sea. Me parece que es algo que no se tiene que perder nunca en el stand up o en general en la comedia, porque si eso se pierde después ya deja de ser gracioso cualquier cosa.
Color local
-¿Qué se viene para vos, ya obviamente de cara a 2024?
-Lo primordial, lo que sé, es que voy a seguir laburando. lo básico. En un principio lo que trato de encarar es un show 100 % interactivo con el público, y no tanto de monólogo.
Y después recorrer lugares que me quedaron pendientes: Corrientes, Posadas, Chaco; me quedó pendiente la Patagonia, el sur; pero todas las ciudades grandes como Santa Fe, Córdoba, Rosario, Mendoza, San Juan, Salta o Tucumán, y el interior de Buenos Aires, tuve la suerte de conocerlas.
Me encanta, porque cada lugar a donde voy tiene sus costumbres, su forma de pensar, sus palabras, sus muletillas; y eso lo sumo al show al toque. Trato de salir a pasear dos o tres horas antes del show, mirar dos o tres cosas del lugar donde estoy y llevarlo al show: “Che, ¿se dieron cuenta de esto?”, y jugar un poco con eso, me parece que es fundamental.
Así que seguir recorriendo la Argentina, y si se puede ir a otros lugares: como Uruguay (que ya fui también este año), Chile, por ahí Paraguay, que me dijeron mucho para ir también.