Lunes 7.3.2022
/Última actualización 17:17
“La mano de un dios distante” es el título de la nueva novela de Héctor M. Guyot, escritor y periodista del diario La Nación. Está construida a través de la correspondencia por mail entre dos excompañeros de colegio que se reencuentran por esa vía cuando están cerca de los cuarenta años, luego de mucho tiempo de no verse. En ese intercambio, no solo se cuentan uno al otro su presente, sino que se sumergen en un pasado en común, cuya revisión los obligará a redefinir los rumbos que han elegido. “Ese pasado que recuerdan a veces es complementario, pero otras veces también es contradictorio, porque cada uno tiene su propia versión de ese tiempo que compartieron”, consideró el autor en una entrevista concedida a este medio.
-¿Por qué optaste por el recurso epistolar? Es una decisión interesante, porque nos vamos enterando de la historia de los personajes a partir de lo que ellos quieren contar y de alguna manera quedamos también atados a sus omisiones.
-La primera persona permite meterse mucho más en la subjetividad del personaje, en sus conflictos y reflexiones. En este caso, desde el principio sabía que tenía que ser escrita de manera epistolar, a través de textos o cartas escritas por los personajes, que están en crisis, tratando de entender los cambios que están sufriendo. Entonces, la primera persona funciona como una suerte de monólogo interior. Pareciera que los personajes escriben para comunicarse con el otro, pero también para sí mismos, para entender mejor esos cambios que están sufriendo y no pueden comprender del todo. Entonces, el hecho de sentarse a escribir una carta implica ordenar ese caos que suele ser el presente y darle un perfil. Todos los personajes atraviesan una crisis y terminan en un lugar diferente del que empezaron.
-Hay una frase que pronuncia uno de los personajes, Jano que me parece central para comprender la novela: “Por eso le temo al pasado: siempre vuelve al presente para modificarlo”. Creo que tu novela indaga sobre la memoria y sus características.
-Es así, porque cuando estos dos personajes, los amigos Jano y Santiago primero y después Cecilia, la mujer de Santiago, a los pocos intercambios en los cuales se cuentan su presente, indefectiblemente entra también a jugar el pasado, la memoria. Jano, el personaje viajero, puede tener a los ojos de Santiago una vida libre, de puro presente. Pero al mismo tiempo es una persona que huye. Es un personaje que emotivamente está bloqueado. Su viaje, entre muchas otras cosas, es un escape del pasado, por eso se resiste. Pero, como está en un momento de crisis, empujado por Santiago, no tiene más que confrontar su pasado. Entonces, esa dimensión entra a jugar también, porque para entender el presente, es necesario remitirse siempre al pasado. Ese pasado que recuerdan muchas veces es complementario pero a veces también es contradictorio, porque cada uno tiene su propia versión del tiempo que compartieron. Y cada uno tiene sus propios mitos para explicarse. Me interesó mucho el papel de la memoria en la construcción de una identidad y un destino y como la memoria genera sus propios mitos. Que, de algún modo, configuran a las personas. En ese sentido, hay un momento clave en la novela que es la fiesta en la cual los dos amigos conocen a Cecilia, que luego se casa con Santiago.
-Y cada uno de ellos, a la distancia, se ve obligados a rever lo que pasó esa noche.
-Los virajes en la vida a veces se dan por gestos y circunstancias no muy estridentes. Y nosotros, en el momento en que el cambio se produce en nuestras vidas, no nos damos cuenta. Nos damos cuenta cuando miramos retrospectivamente. Pero quise que, en la novela, esa fiesta fuera significativa. Y lo es porque Santiago conoce a la mujer con quien se casará, Jano conoce a la mujer que le permite abrirse, siendo alguien bloqueado y cerrado en sí mismo. Y Cecilia, al conocer a estas dos personas de temperamentos tan diferentes, se conoce mejor a sí misma. Si los dos amigos representan polos diferentes, Cecilia los conjuga a su manera.
-A lo largo de la novela hay un juego con las máscaras. Es significativo que lo único que decida llevarse Jano de la selva sea una máscara. Además, su nombre remite al dios de las dos caras. ¿Cómo ideaste todas esas referencias?
-No es algo que haya pensado explícitamente, de manera tan precisa. El nombre de Jano me salió, conozco lo que significa en la mitología y me pareció que era adecuado. Y lo de las máscaras es interesante, porque usamos máscaras. En diferentes ámbitos de nuestras vidas asumimos roles y no somos absolutamente iguales con todas las personas. La vida de relación implica el uso de ciertas máscaras. Pero, al mismo tiempo, la máscara implica algo que está detrás. Y creo que eso también juega en el sentido de la propia relación de las personas con su intimidad. Los personajes también tienen que despojarse de las máscaras que se han puesto a sí mismos. El tema de las máscaras es interesante, porque nunca acabamos de conocernos del todo a nosotros mismos.
-También la novela es interesante en esto de cómo las aparentes certezas que tenían los personajes se derrumban y tienen que aprender a vivir de otra manera.
-En cuanto a los dos amigos, supe desde el principio que tenían que progresar en su cambio, en la crisis que iban a sufrir, del propio polo en el que estaban instalados, al opuesto. Por eso la vida de Jano, que vive una suerte de puro presente, al ingresar en su vida el pasado también de alguna manera lo proyecta al futuro. Un hombre que vivía en base a los estímulos inmediatos, sin un rumbo, va del caos al orden y va encontrando un rumbo. Termina la novela con un propósito, cosa que no tenía al principio. En cambio, la vida de Santiago, que tenía un aparente orden, entra en una especie de caos. Esto tiene que ver con que solemos anhelar aquello que no tenemos. A veces vamos a ello de manera consciente, otras de manera inconsciente. Y el personaje de Cecilia también cambia, hay una toma de conciencia. Decidí dejar a los personajes cuando van a empezar otra historia, cuando han resuelto el nudo con el cual estaban lidiando en la novela.