Martes 7.1.2025
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El 9 de enero la reciente adaptación cinematográfica de “El conde de Montecristo”, dirigida por Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière, llegará a los cines argentinos. ¿Cómo se explica que una novela de aventuras publicada hace casi dos siglos por Alejandro Dumas siga siendo fuente de inspiración para cineastas del siglo XXI?. Es posible que parte de la explicación esté en su narrativa atemporal sobre temáticas como la venganza, la justicia y la redención.
La historia que cuenta Dumas (quien escribía junto a una legión de escritores que cooperaban con él) es la de Edmundo Dantés, un hombre traicionado y encarcelado injustamente. Así el relato toca fibras sensibles en un mundo donde la corrupción y la injusticia son temas tan recurrentes como en la Francia del siglo XIX. A medida que Dantés se transforma en el Conde de Montecristo, su viaje hacia la venganza pasa a ser una reflexión filosófica sobre el perdón y la justicia.
En cierto modo, las preguntas que se hace Dantés frente a sus acciones y las decisiones que toma (como cuando decide salvar la vida de Jacopo) son un espejo para cualquiera. Tales dilemas morales resuenan en todas las culturas y trascienden generaciones. Como ocurre con las criaturas de Shakespeare, la empatía con el sufrimiento y la lucha de Dantés seguirá igual de fuerte dentro de un siglo.
La versión argentina de 1953. Foto: Argentina Sono Film S.A.C.I, Cinematográfica Calderón S.AEn tiempos donde las injusticias son cada vez más evidentes y los villanos, en general, suelen ganar las batallas, “El conde de Montecristo” ofrece una catarsis para el público. La historia del héroe que lucha contra un sistema corrupto y gana la batalla, no deja de ser atractiva, aunque solo ocurra en la ficción.
Otro elemento que torna apasionante a “El conde de Montecristo” es la claridad del “camino del héroe” que recorre Dantés. Su arco dramático, de víctima a vengador, supone interrogantes sobre la naturaleza humana y las decisiones éticas, pero también es una figura arquetípica que derivó en muchos personajes que vinieron después, tanto en la literatura como en el cine y el cómic.
La versión de 2002. Foto: Touchstone PicturesBatman es un ejemplo. Al igual que Dantés, Bruce Wayne está hombre marcado por la tragedia (el asesinato de sus padres), se reinventa y usa su intelecto, fortuna y habilidades para luchar por la justicia. Otro es Maximus Decimus Meridius, el héroe de “Gladiator” al igual que Dantés, es traicionado, despojado de todo y dado por muerto, pero regresa bajo una nueva identidad para vengar a su familia.
Van más referencias: John Wick tiene también un trasfondo similar al del personaje de Alejandro Dumas. Y Andy Dufresne, de “Sueño de libertad”, película de 1994 basada en la novela de Stephen King comparte elementos: es un hombre injustamente encarcelado que escapa de prisión y regresa para hacer justicia. La paciencia y la estrategia a largo plazo son rasgos en común.
Robert Donat en la piel de Dantés. Foto: United ArtistsTal vez por su impronta tan particular, “El conde de Montecristo” fue objeto de numerosas adaptaciones cinematográficas. Una de las más logradas es la que dirigió Rowland V. Lee en 1934, con el protagonismo de Robert Donat que ofrece una actuación carismática que otorga al personaje un equilibrio entre simpatía y sed de venganza. Otra de particular belleza es la que representó Jean Marais en 1954, una de las versiones más fieles a la novela original, igual que la que tuvo como estrella principal a Gerard Depardieu en 1998. La más épica es la que construyó Kevin Reynolds en 2002, más allá de que se toma libertades con la trama original, como la adición de un duelo final.
Jean Marais protagoniza la película de 1954. Foto: Cineroma, Fono Film, La Société des Films Sirius“El conde de Montecristo” es un relato sobre la condición humana, sobre los límites de la justicia, la tentación del poder y el precio del perdón. Por eso, sigue inspirando a creadores del siglo XXI y es un llamador para nuevas audiencias. La figura de Edmundo Dantés sigue contando la historia universal del hombre común que quiere reparar las injusticias.