“Vuela alto, Mamá!”, producción del Teatro Municipal La Comedia realizada en el marco de La Comedia A Puesta, un programa de la Municipalidad de Rosario. Foto: Gentileza Teatro La Comedia
El tercer espectáculo que la Municipalidad paga en su totalidad en el teatro que depende de su administración, Teatro La Comedia, lleva a dos ruegos. El primero que el año que viene, que no hay elecciones, se siga con la decisión: teatro pago con actores de la ciudad. El segundo es mas difícil pero el ruego lo hacemos: si se piensa más despacio y mas ampliamente, qué actores, qué obras, sólo autores contemporáneos, qué casting... en fin... un ruego pero todo es a mejorar. El infierno es un camino lleno de buenas intenciones. Aquí no se ha llegado al infierno, eso es positivo.
Hablemos de la obra y de cuanto se decía de ella. Qué dice el Estado Municipal y su reconocida burocracia cultural: “‘Vuela alto, Mamá!’ es una producción del Teatro Municipal La Comedia realizada en el marco de La Comedia A Puesta, un programa de profesionalización en el campo de las artes escénicas, a través del cual La Comedia busca facilitar y acompañar los procesos de realización y producción de diferentes sectores de la comunidad artística local. Además de poner a disposición la sala, sus recursos técnicos y humanos, el teatro público promueve un esquema de trabajo donde el intercambio de saberes se convierte en una herramienta para la profesionalización de los diferentes actores participantes”. Eso piensan. El movimiento se demuestra andando.
En este caso los que cobraron hasta por los ensayos (y eso es muuuuy bueno) fueron los siguientes: Ficha técnica: Dramaturgia: Patricia Suárez. Actúan: Gachy Roldán (Ana Julia), Haydee Calzone (Sully), Silvina Santandrea (Omara), Christian Valci (Gildo), Salvador Trapani (Patricio) y Adrián Giampani (Salvo). Diseño de vestuario y caracterización: Ramiro Sorrequieta. Producción de vestuario: Liza Tanoni. Realización de vestuario: Claudio Benitez, Cesar Alinno y Cintia Pendino. Realización de pelucas: Ulises Freire. Diseño de escenografía: Cristian Grignolio. Realización escenográfica: Equipo del Teatro La Comedia. Diseño de luces: Equipo del Teatro La Comedia. Fotografía: Nano Pruzzo. Asistencia de dirección: Marcela Ruiz Álvarez. Dirección general: Matías Martínez. Producción general: Teatro La Comedia.
Tres obras pagas por la Municipalidad es una intención. Debemos, por tanto, unificarlas para observar el total. El primer trabajo, que ya fue criticado, es una obra de cruel nostalgia que, en forma risueña, con humor negro del bueno, desnuda vanidades, celos, vicios de una vida construida en el qué dirán con el que se nutren los fantasmas de los actores. “Las viejas”. Debajo de la comicidad el destino final de los actores... una tragedia que puede llevarse al plano de cualquier vejez del profesional que sea, que la referencia es válida. Es una obra que trata un problema actual que la longevidad multiplica. Bella y cruda imagen. Ojalá la repongan.
“El Gran Circo Argentino”, que fue la segunda, es una obra que también pagó este año la Muni. Un intento fracasado. Pretendía mostrar los 40 años de democracia (alusiones elementales y torpes). Se insiste en el elogio: pagar a los actores. Son profesionales. Frustrado intento demasiado parecido a las quejas multipartidarias. Las referencias políticas en un teatro costumbrista tal vez sean de otro siglo o, acaso, sólo se trata de una mala obra y eso es todo. Las quejas sobre la sociedad que realizaba una “mujer barbuda”, que el joven actor trataba de resolver con gracia está dentro de los momentos mas kitsch que he visto. Debe, sin embargo, dejarse en claro que esta obra también apunta a la cotidianeidad. Algo está pasando con las decisiones culturales de Cultura Municipal. El caminito es para y por la actualidad.
En la tercera obra la presencia de notorios actores cómicos llevaba a una presunción que se corroboró: teatro de humor de trazo grueso. Humor negro. Eso es bueno.
El humor negro es un punto alto de la autocrítica de un sociedad y debe indicarse algo que se pretende de rigor histórico: el humor negro crece en las sociedades que ya poco esperan de sí y pueden burlarse del ayer, del mañana y de la esperanza y se refugian en ese espacio: humor.
Un velatorio quita originalidad, habida cuenta clásicos velatorios del teatro y el cine rioplatense. El texto trata de evitar los gags ya usados y reconocidos, pero el “tempo”, el ritmo teatral, es aquel conocido en los esquicios en los que ya hemos visto y eso no es malo. Simplemente que no sorprende, pero se acepta. Un terreno conocido asegura un primer aplauso. Esta obra busca el aplauso y lo consigue.
Es en esta obra en la que se encuentra algo que el teatro rosarino de texto y de sala y de producción profesional necesitaba: Los Monos. La droga. Esta obra asume el escarnio y la falsa diatriba desde donde se para desde el humor negro. Eso es un hallazgo. Debe consignarse: valioso punto.
La sociedad rosarina aceptando esa carga que los Medios Nacionales de Comunicación y una clase dirigente -y colegas periodistas- necesitan encontrar fuera para no aceptar el problema en el “inside” donde viven. La droga y el alcohol, la mendicidad, la vida rifada al cuete, las mentiras familiares son resueltas con gags y efectos que se ha dicho: un elenco de profesionales cómicos resuelve sin problemas.
Tal vez la facilidad con la que actúan obliga a una doble mirada. Si viven de hacer reír la tarea parece fácil. Lo es. Están para que los espectadores se rían del humor en los velorios. Respetar el texto es mas difícil y en esta función lo lograron. Sería aventurado arriesgar un rogatorio: deben contenerse para sumar efectismo y no quitar protagonismo a los otros actores y al texto. Arriesguemos con el ruego: ojalá se contengan.
La conclusión con la que se mira el teatro de texto (que además debe escucharse) obliga a recordar que esta es una recuperación en una sala oficial, que tiene contemporaneidad y que, es evidente, esa es la apuesta de los dineros municipales. Votamos por el teatro de texto.
Acompañamos la apuesta municipal: texto, profesionales, crítica contemporánea. Una línea sutil, la del humor en tres formas, los une en esta obra también el aplauso. Gachy Roldán, sin exageraciones, y Salvador Trapani, calmo y tranquilo, tienen bien ganados los elogios correspondientes.
Si tuviese que hacer un programa de televisión elegiría a la autora para que escriba sobre lugares comunes, como entrar y como salir de ellos. La obra es eso: un fenomenal lugar común bien ocupado. Nota: las risas mas estentóreas provenían de familiares. Los demás también se reían y eso es bueno. La risa, ya lo decía una columna fija de una viejísima revista yanky, la risa es un remedio infalible.
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