La banda finesa liderada por Tuomas Holopainen y encabezada por la neerlandesa Floor Jansen volvió al país para presentar canciones de “Human. :II Nature”, su última placa, y repasar viejos hits en versiones renovadas. Los metaleros clásicos de Beast in Black y los Boudika de Villa Constitución acompañaron en la velada del domingo 16.
Química: el finés Tuomas Holopainen, compositor y fundador de Nightwish, y la neerlandesa Floor Jansen, un nombre propio que se sumó al proyecto en la última década. Foto: IAA
Pasaron cuatro años de la última visita de Nightwish a la Argentina, y siete desde su última vez en el otrora palacio pugilístico de Tito Lectoure. En el medio hubo una pandemia que coincidió con la publicación de “Human. :II Nature”, el álbum doble conceptual en el que Tuomas Lauri Johannes Holopainen continuó su exploración sobre la naturaleza y la evolución, que ya había comenzado en su material anterior (“Endless Forms Most Beautiful”).
También fueron años en los que la cantante Floor Jansen, tan veterana de la escena del metal sinfónico (desde sus tiempos en After Forever) como sus actuales compañeros, se expandió como artista tanto en su carrera solista como a través de su participación en el programa de televisión “Beste Zangers” de sus natales Países Bajos, donde hizo una celebrada versión propia de “The Phantom of the Opera” junto al barítono Henk Poort, que luego fue lanzada como exitoso single. Por si faltara algo, hizo junto al multiinstrumentista inglés Troy Donockley (parte de su misma camada de ingresantes internacionales en el grupo finés) una sesión para la emisora británica Planet Rock, compuesta por la reciente “How’s the Heart?” y el clásico “Nemo” que se volvió viral en YouTube cuando la gente estaba guardada.
Así que 2022 los agarra en plena gira promocional del último material, las ideas de Tuomas para grabar un próximo álbum con la actual formación, que incluye a Kai Hahto en batería y Jukka Koskinen en bajo (el primero reemplazante durante años de Jukka Nevalainen, hasta que anunció que este no volvería, y el segundo oficializado rápidamente tras el adiós de Marco Hietala). Sensaciones encontradas para el factótum de la banda, uno de los dos últimos fundadores activos junto al petiso Erno “Emppu” Vuorinen, el guitarrista que ponen en el metal influencias como la de David Gilmour.
Boudika: la banda oriunda de Villa Constitución volvió a abrir para la agrupación finesa, con Evelina Giusti al frente (junto al baterista Augusto Recchioni en la imagen). Foto: IAA
Los propios
A las 19 fue el turno de los villenses de Boudika, referentes del female fronted en la provincia: quien va al frente en este caso es la histórica Evelina Giusti (se cuenta que sólo se sintió pequeña al cruzarse en un camarín con Floor). Su voz lírica se cruzó con los guturales de Mariano Colle, también primera guitarra y compositor (la formación se completa con Ignacio Ramos en guitarra, Juan Andrés Gómez en bajo y Augusto Recchioni en batería). Tras un saludo por el día de la madre (“mi mamá me enseñó a cantar”) metieron su último single, la relanzada “The Mind Maze”, con corista invitada.
Mostraron toda la soltura del caso, ganada como históricos soportes tanto de Nightwish como de Tarja solista (entre otros visitantes internacionales). Se fueron con “una conocida del primer disco”: “Forgotten hope”, con su estribillo bastante hitero.
Beast in Black: Máté Molnár, Kasperi Heikkinen y Anton Kabanen tirando una coreo metalera a tres mástiles, frente al baterista Atte Palokangas. Foto: IAA
Modelo clásico para armar
Una introducción percusiva y ceremoniosa recibió a Beast in Black, banda finesa creada por el compositor y guitarrista Anton Kabanen, el simpático cantante griego Yannis Papadopoulos (un peladito que canta muy agudo, a lo Rob Halford o Bruce Dickinson), el guitarrista Kasperi Heikkinen (el único de pelo oscuro), el bajista húngaro Máté Molnár (que al igual que Kabanen podría ser cantante del género, por los coros que meten) y el baterista Atte Palokangas.
Tienen todos los movimientos y despliegue de las agrupaciones metaleras de fines de los 70 (incluyendo coreo a tres mástiles); al fin y al cabo, ellos mismos reconocen entre sus influencias a “Judas Priest, Manowar, WASP, Accept y Black Sabbath”. El “Hey, hey” que estimulan, la chica de la ilustración en la pantalla (portada del álbum “Dark Connection”), son también un poco cliché, aunque los muchachos son prolijos y cumplidores. De a poco abrieron su paleta, mientras un Luna Park ya colmado los recibía como parte de la fiesta.
“Chicos, chicas, ¿are you ready for heavy metal?”, preguntó Yannis, haciendo un vibrato en el agudo final. Con teclados en pista, “Born Again” arrancó soft y termina eléctrico. “Ustedes hicieron historia, anoche fue nuestro primer show en la Argentina, en El Teatrito”. Hagamos historia una vez más esta noche”, tiró el frontman antes de “Cry out for a Hero”, para luego pasar por “Moonlight Rendezvous”.
Contó una historia de infidelidad de un amigo para introducir “Sweet True Lies” y preguntó: “¿Están listos para ir a Japón? Para pasar ‘One night in Tokyo’”. Heikkinen tiró un pasito a lo Chuck Berry/Angus Young; a esa altura ya se coreaba “Pela, Pela”. El griego anunció un regreso el año que viene, antes de despedirse con “End of the World”.
Tuomas tripulando la nave desde los teclados, con Floor haciendo uso de una gran paleta de recursos vocales. Foto: IAA
En lo salvaje
Finalmente se terminó la espera: inscripciones cuneiformes en la pantalla acompañaron una intro, sobre la que salió Hahto a mostrar sus talentos. Ahí aparecieron sus compañeros y luego la amazona holandesa, y estalló la locura ante los climas de “Noise”, una de las nuevas.
Jansen es dueña de una femineidad guerrera: enorme, tatuada y musculosa como una valquiria del Valhalla. De saquito abullonado, corsé, falda con cola y botitas, impacta cuando camina el escenario, o hace headbang con su flamante pelo corto.
“Buenas noches, Buenos Aires”, largó la dama; se proyectó una imagen del Congreso Nacional y el Obelisco en ruinas para darle el toque local a “Planet Hell”, parte del inmortal “Once”, cantado a su particular estilo, con el “científico loco” tripulando la nave desde los teclados: el “Pajari de Kitee” (demonio folclórico, un título honorífico) salió en remera sin mangas, sin sombrero ni aditamentos, con su barbita de conquistador español.
“Let’s go back onto the wild: let’s go ‘Tribal’”, descargó la frontwoman, y fueron a la batería étnica, las uileann pipes (la gaita irlandesa que no se sopla) y las coloraturas en la voz para dicha canción, con danza de esqueletos en la pantalla. Llegó “Élan”, el que fuera el primer hit de Floor en la banda (el que se retiró fue el saquito), que creció elegante en los tin whistles (flautas irlandesas metálicas) venidos de bosques feraces, y la melodía vocal, para ascender radiable en el estribillo.
Fue el turno del primer “Olé, olé” de la noche. “¿Les gustan las historias?”, preguntó la vocalista antes de la poderosa “Storytime”, de la cosecha reciente, con su coda orquestada con bronces en la pista antes del último estribillo. Ahí se coreó un “Floor, Floor”. Ella despegó etérea sobre la electricidad en “She is my Sin”, cayendo sobre el solo de Emppu (con su estampa habitual, con la pierna en el monitor).
El giro de 180 grados fue hacia la balada más importante en la historia del grupo: “Sleeping Sun”, ante un mar de celulares prendidos; con sus teclas enigmáticas, su finísima melodía vocal, su poética de noches boreales, y Troy doblando la guitarra de Empuu antes de la modulación tonal. Lo de “es un sentimiento, no puedo parar” sorprendió a la banda, que subió la intensidad sin perder emotividad en “7 days to the wolves”.
Jansen es dueña de una femineidad guerrera: enorme, tatuada y musculosa como una valquiria del Valhalla, es adorada por un público que se ganó desde sus tiempos en After Forever. Foto: IAA
Viaje en el tiempo
“Dark Chest of Wonders”, la que abría “Once” y sus conciertos, fue como volver a empezar, con su larga introducción instrumental y coros a lo Carl Orff, para pasar del speed metal denso al estribillo ganchero (con la coda sinfónica en el medio). “I want my tears back” lo que trajo de vuelta fueron las uileann pipes de Troy, marca registrada de esta era de la banda, en un solo bien celta, para bailar como un highlander.
El nuevo viaje fue hacia el pasado de la mano de “Ever Dream”, una de cuando la que caminaba delante de Tuomas era Tarja Turunen, cuando el Ángel y el Pajari de Kitee trajinaban juntos los escenarios (basta como dato el hecho de que la portada del vivo “End of an Era” tiene un ángel y un demonio de espaldas, mirando en direcciones opuestas).
Troy dijo que la argentina es la audiencia más salvaje, “pero venimos de Brasil y alguien allá nos dijo que en Argentina no saben cantar: pruébense a sí mismos”. Y todo el mundo cantó “Nemo”, la cúspide de aquella primera época, llena de lirismo y melodía, hoy sumando el whistle al motivo melódico instrumental. Troy tocó primera guitarra también, y Empuu lo hizo notar: es destacable cómo este miembro reciente se volvió tan importante para la banda. Por eso se quedó para hacer “How’s the Heart?” en la antedicha versión acústica viral, a solas con Floor. Ella pidió prender las luces de los celulares por los seres queridos y perdidos; y descargó su arsenal de recursos interpretativos característicos, sumando bajo, batería y teclados en el final (pero sin alterar la intimidad de la relectura).
La del metro con 83 centímetros desafió a cantar todos juntos en “Shoemaker”, con su midtempo oscuro, entre ampulosos colchones de teclas; para terminar mostrando el lado más lírico de su privilegiada voz en el final, ese de “Ad Astra / Laudato si” (“Hacia las estrellas / Alabado seas”).
Entonces se abrió el macabro parque de diversiones de “Imaginaerum” (álbum que grabó Anette Olzon y giró Jansen), con “Last Ride of the Day” y su compleja orquestación; que se conectó con la de “Ghost Love Score”, con Tuomas metiendo cuerdas veloces, por debajo de la voz camerística que demandaban los primeros tiempos.
Floor junto al multiinstrumentista inglés Troy Donockley (otro que llegó para ser figura) para la versión acústica de “How’s the Heart?”, que fue viral durante la pandemia. Foto: IAA
El show más grande
Holopainen y Donockley encararon en piano y guitarra un viaje astral que se amplió desde la pista hacia la narrativa de “The Greatest Show on Earth”, la pieza conceptual que cierra “Endless Forms Most Beautiful”, con la también ex ReVamp mostrando su costado de soprano dramática y la gaita acompañando a la voz grabada del antropólogo Richard Dawkins, delante de imágenes de vida marina para el formato de canción; y de bosques en llamas, guerra y contaminación para el final metalero, terminando con la consigna “We were here” (“estamos aquí”).
Entonces arribó el adiós final, con fotos, reverencias y obsequio de púas, baquetas y parches, delante del Congreso y el Obelisco del comienzo. De fondo sonó “All the works of nature which Adorn the World: VIII. Ad Astra”, la pieza que cierra el disco 2 de “Human. :II Nature”, con la voz de la actriz británica Geraldine James, sobre la que Floor canta su parte con los muchachos parados a sus costados, como jugadores ante el himno.
Así se despidió la banda finesa, apostando nuevamente por un show integral, que se abre como un oscuro cofre lleno de secretos.
El bajista Jukka Koskinen, Jansen, Holopainen, Donockley, el baterista Kai Hahto y el guitarrista Erno “Emppu” Vuorinen, en la despedida final. Foto: IAA