Lunes 19.4.2021
/Última actualización 22:03
A partir de este jueves una nueva película estará disponible en el catálogo de Netflix. Se trata de “Pasajero inesperado” (Stowaway). Dirigida por el brasileño Joe Penna y protagonizada por Anna Kendrick, Toni Collette, Daniel Dae Kim y Shamier Anderson, relata las tribulaciones de los astronautas que forman parte de un grupo destinado al planeta Marte cuando descubren que en la nave espacial viaja un pasajero que no estaba previsto. Cuando los sistemas de oxígeno fallan comienza una lucha por la sobrevivencias con funestos resultados. Toda una metáfora del momento histórico que atraviesa la Humanidad. A partir de esta novedad, proponemos a continuación un repaso por una decena de films que marcaron la evolución del género de la ciencia ficción. Tres de las cuales, curiosamente, son del mismo año.
“2001: Odisea del espacio (1968)”: Cuando se estrenó la ciencia ficción alcanzó un nuevo estadio dentro del devenir del arte cinematográfico. Desde que Stanley Kubrick mezcló viajes espaciales, reflexiones metafísicas y música de Strauss con imágenes de una potencia arrolladora, este género se caracterizó por un marcado intento de afrontar nuevas temáticas y ahondar en las posibilidades técnicas y expresivas. Pasó de una instancia en la que era considerado como un género “menor”, a otra en la que se modificó su ubicación en relación a los demás géneros. De hecho, el escritor e investigador Román Gubern sostiene que “2001, Odisea del espacio señala la definitiva mayoría de edad del género de la ciencia ficción”.
“La noche de los muertos vivos” (1968): Todas las películas de zombies que se rodaron en los últimos 50 años le deben algo a la obra maestra de George A. Romero, que implicó el nacimiento de esa vertiente en el cine moderno. En realidad, está tan emparentada con el género del terror como la ciencia ficción, al punto que es una categórica revisión de los códigos utilizados hasta ese momento. Todo arranca en un cementerio de Pennsylvania, donde una mujer es atacada por un muerto viviente. Se refugia en una granja junto a otros supervivientes y allí quedará claro de que la amenaza se produce más por las tensiones entre el grupo que por los zombies atacantes. David Cronenberg, Tobe Hopper y Sam Raimi son algunos de los directores que se vieron influidos por la estética de Romero.
“El planeta de los simios” (1968): la película de Franklin J. Schaffner (un director “todoterreno”, que transitó todos los géneros) es al mismo tiempo una sesuda y reflexiva obra de ciencia ficción como un entretenimiento al mejor estilo de los filmes de aventuras de los ‘50. Habla tanto de los seres humanos (que en ese planeta que visita George Taylor, personaje de Charlton Heston han quedado relegados a una raza inferior y con pocas chances de recuperar su dominio) como de la libertad y de los efectos de los totalitarismos. El diseño de producción y la fotografía son sobresalientes, el maquillaje es complejísimo. Pero lo que valida a “El planeta de los simios” como una obra superior es su final antológico, valorado como uno de los mejores de la historia.
“Star Wars” (1977): George Lucas demostró que no siempre la ciencia ficción tienen que hablar de cosas importantes, puede ser un simple y eficaz entretenimiento. Y que se puede explorar el cruce entre géneros sin desdeñar el valor de ninguno de ellos. Precisamente eso ocurre con toda la saga de Star Wars, ambientada en “una el mayor fenómeno de la cultura popular más significativo de la historia en relación al cine. De hecho, Darth Vader, Luke Skywalker, Han Solo,R2D2, C3PO, Leia son personajes que acompañaron ya a varias generaciones en el último medio siglo. Y es probable que lo sigan haciendo durante mucho, mucho tiempo.
“Alien, el octavo pasajero” (1979): ¿Cuánto le deben los amantes de la ciencia ficción a Ridley Scott? Es difícil medir el impacto de un film tan emblemático como este, plagado de referencias literarias (Agatha Christie, Joseph Conrad), novedades estéticas (el diseño del maléfico octavo pasajero que se cuela en la nave) y golpes de efecto (la criatura emergiendo desde el vientre de John Hurt). Es que su valor trasciende incluso las fronteras del género y hasta del cine mismo. Porque tanto su antihéroe (Alien) como su heroína Ripley (Sigourney Weaver, en el papel que marcó su vida) se convirtieron en íconos de la cultura popular. Por lo demás, pocas veces un film de ciencia ficción fue tan eficaz a la hora de elaborar frases ingeniosas: “en el espacio, nadie puede oír tus gritos”.
“Blade Runner” (1982): En su momento no fue recibida con efusividad. Muchos la tildaron de confusa y demasiado lenta. Pero el tiempo acomodó las cosas y la adaptación de Ridley Scott de la novela de Philip K. Dick pasó a convertirse en una obra de culto, en especial tras el corte final del director, en 1992, que eliminó la voz en off e incluyó escenas inéditas. Tiene numerosos planteos filosóficos, pero el mayor interés del film se encuentra en esas máquinas con ansias de inmortalidad llamadas replicantes. "He visto cosas que ustedes no creerían (...) Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia” dice el androide Roy Batty, que interpreta Rutger Hauer. Y en sus palabras está quizás el meollo del film.
“E.T. el extraterrestre” (1982): Hasta que Steven Spielberg irrumpió en la ciencia ficción, la mayor parte de la vertiente de películas dedicadas a los visitantes de otros mundos (con excepción de “El día que paralizaron la Tierra”) los presentaban como amenazantes monstruos empecinados en destruir a la Humanidad. Muy lejos de eso se encuentra la bondadosa criatura imaginada por la guionista Melissa Mathison, que queda abandonada en la Tierra tras la visita de una nave espacial y forja una bella amistad con un niño. No solo marcó a una generación gracias a sus escenas míticas (aquella en que el extraterrestre le cura con su dedo una herida a su amigo o la de la bicicleta que vuela) sino que se convirtió en el ejemplo perfecto del cine familiar. Sin desligarse en lo más mínimo de las pautas del género.
“Terminator (1984)”: ¿Cómo una película de clase B sobre un asesino cibernético se convirtió en un clásico de culto? La respuesta a esa pregunta se puede hacer con dos palabras: James Cameron. Es que el director que luego lograría batir todos los récords con “Titanic” en los ‘90, fue capaz de construir un film tan entretenido que todos los baches argumentales quedan relegados por la fluidez narrativa. También tiene mucho que ver la convicción con que Arnold Schwarzenegger encarna al exterminador y pronuncia frases que hoy forman parte de la cultura popular (“Volveré”, la más emblemática). El universo que construyó Cameron es tan rico (ese futuro dominado por las máquinas, que habla tanto de nuestro presente) que “Terminator” todavía sigue pariendo productos destinados al consumo popular.
“12 monos” (1995): Ya en “Brazil” el inglés Terry Gilliam había manifestado su capacidad para abordar un género como la ciencia ficción desde una mirada y una estética muy personales. En esta superproducción de mediados de los ‘90 se inspiró en la francesa “La Jetée” para mostrar un sombrío mundo postapocalíptico donde la Humanidad ha sido diezmada por un virus. Un hombre (Bruce Willis) es enviado hacia el pasado para tratar de conseguir un antídoto relacionado con el “Ejército de los 12 Monos” un grupo radical vinculado a la mortal enfermedad. En su búsqueda conoce a una psiquiatra y a un excepcional enfermo mental (Brad Pitt) tal vez más lúcido que todos los demás. La construcción de un futuro sirve para establecer cuestionamientos sobre el presente.
Matrix (1999): no es casual que el crítico Leonardo D’Esposito se haya referido a este film concebido a fines del siglo XX como uno de los más influyentes de la historia. Es que esta fusión tan extraña como estimulante de ciencia ficción, thriller futurista y artes marciales funciona en todos sus niveles. Supuso un hallazgo por sus efectos visuales pero también mostró que se podían explorar nuevos rumbos dentro de la ciencia ficción sin desdeñar, en términos de Pablo Capanna, “una actitud metódica y cierta lógica consecuente de corte científico”. Keanu Reeves interpreta a Thomas Anderson, un programador de software, que por las noches se convierte en el hacker Neo. Un día su vida cambia para siempre y descubre que su mundo cotidiano no es lo que aparenta. Fascinante por donde se la mire.