El lenguaje de dos cuerpos que se conocen y se descubren
La obra teatral “Capullito de alhelí”, dirigida por Claudia Correa y Pablo Tibalt e interpretada por Alicia Galli y Roberto “Negro” Trucco, está realizando funciones los viernes de mayo en el Teatro de la Abadía. En diálogo con El Litoral, actriz y directora conversaron sobre el proceso de creación en términos de teatro físico, a partir del texto escrito por Patricia Suárez.
Trucco y Galli querían volver a trabajar juntos después de mucho tiempo, y sumaron a Correa y Tibalt para explorar nuevas direcciones actorales. Foto: Gentileza Leonardo Gregoret
Los viernes 13, 20 y 27 de mayo a las 21 la obra teatral “Capullito de alhelí” está realizando funciones en el Teatro de la Abadía (Estanislao Zeballos 3074); se trata de la vuelta a los escenarios de esta propuesta escrita por la rosarina Patricia Suárez, que se estrenó en agosto pasado en Estudio Barnó, tras haber “hibernado” durante el tiempo pandémico. Allí Alicia Galli encarna a la actriz Reina Capodimonte y Roberto “Negro” Trucco a Claudio Liberto, su esposo, director y profesor de teatro. Ella ha puesto en escena un plan para llamar la atención de Claudio, con resultados inesperados.
La dirección de la puesta está a cargo de Claudia “Negra” Correa y Pablo Tibalt. El equipo se completa con Nicolás Decarlini en asistencia de dirección, Ignacio Estigarribia en asesoramiento de vestuario, Leonardo Gregoret en fotografía y María Julia Porta en prensa y difusión.
El Litoral aprovechó este regreso para reflexionar junto a Correa y Galli sobre la búsqueda del staff creativo que integran en torno a la historia, y del devenir de la puesta como proceso.
Encuentros
-Si bien es una obra “de texto”, hubo una búsqueda de exploración de la dimensión corporal, de construcción de la presencia.
Galli: -La cosa empieza mucho más simple, pero aquí la coreógrafa y directora fue la que le dio ese marco más importante. Fui yo la que invité, porque tenía ganas de trabajar con el Negro Trucco hacía rato; Nunca me imaginé en la ficción una pareja, siempre me había imaginado un conflicto de hermanos o amigos; y siempre me había imaginado un drama. Le decía al Negro; “Te quiero sacar de tu lugar de confort: basta del chistecito, del negrito que hace reír”.
-Ustedes habían trabajado juntos.
Galli: -Nos conocemos hace muchísimos años, somos viejos los dos. Pero esta es la segunda obra que compartimos, la anterior fue “La Betty viste” (bajo la dirección de Raúl Kreig y Edgardo Dib). Le convidé y ni leyó la obra: dijo “sí”. Empecé a buscar obras con dos personajes, eso lo tenía clarísimo; y aparece el estreno de “Capullito de alhelí” en Buenos Aires en 2017. La obra tiene más de 20 años: nos lo contó Patricia Suárez, que vino al estreno.
-La única puesta hasta entonces era esa (dirigida por Leticia Iglesias, con Carolina Suárez y Pablo Walter).
Galli: -Esa, y la excelente nuestra (risas). Igual el flyer de ellos no me decía nada, no era lo que me imaginaba. Dije: “La voy a leer”; me gustó, me contacté con Patricia y a los cinco minutos me mandó el PDF, una divina total: “Tomá, hacé lo que quieras ahí se la pasé al Negro y fue “vamos, vamos, vamos”.
Cuándo cayó la directora ella propuso: sabe que yo comparto muchísimo con ella el tema del “cuerpo que habla”: ese cuerpo que necesita expresar, decir, a veces mucho más que la palabra y el texto. Ella le dio su impronta maravillosa: creo que el Negro y yo de entrada no nos imaginábamos ese recorrido, que fue realmente importantísimo: fue un crecimiento muy importante para los dos, actoralmente, y para la obra. Y después se sumó la mirada, más que nada en la dramaturgia, de Pablo Tibalt.
Lecturas
-¿Cómo entra Pablo?
Correa: -Cuando alguien me llama para comentarme y proponerme dirigirlos, le dije: “¿Cómo los voy a dirigir yo a ustedes?” (risas). Me convenció un poco este abordaje que quería hacer Alicia junto con el Negro, de meterse más con el teatro físico en lo corporal; eso me seduce muchísimo y les dije que sí cuando leí la obra, dramatúrgicamente la historia no me impactó; entonces empecé a buscarle más la vuelta y ahí empezamos a ensayar en la casa de ella.
Galli: -Sí, porque es de una lectura muy sencilla.
Correa: -Y yo decía: “Acá tenemos que hacer aparecer el conflicto en algo donde puedan estos cuerpos estallar”. Empezamos con cosas muy sencillas todo minimalista como a mí me gusta como a mí me gusta puro cuerpo cuál y puro cuerpo.
-¿Cómo se combina el minimalismo con “mucho cuerpo”?
Correa: -Minimalismo en el sentido de la escenografía: que la escenografía y el vestuario no tapen al intérprete; en todo caso si aparecen que lo hagan mucho después, cuando ya ese cuerpo esté en otra sintonía, en otra dimensión. Ellos fueron súper obedientes: aceptaron lo que les proponía, desde tirarse al piso y ahí conectarse.
Después necesité una mirada desde la dramaturgia, “hay que darle una vuelta acá”. Conociéndolo a Pablo en ese trabajo y conociendo también sus puestas, que me gustan, le propuse y él me pidió el texto para leerlo. Me dijo: “Está lindo, le encuentro cosas”, y así se sumó al grupo.
Galli: -Él tiene una estética muy fina, donde yo no llego (risas).
Correa: -La obra original propone una puesta muy realista, un dormitorio con todo lo que tiene un dormitorio, una puerta .Acá vimos a estas dos personas vinculadas desde una historia muy fuerte compartida entre ellos, como artistas, estos dos personajes; y en un punto encontramos como un paralelismo con los “reales”: Alicia Galli y con el Negro Trucco, artista reconocidos de Santa Fe.
-¿Cómo se aborda el concepto de comedia dramática, o de rasgos de comedia dentro del drama? Se tocan temas como la decadencia, el olvido, la frustración, el alcoholismo, y la crisis del amor en el tiempo.
Correa: -Eso fue lo interesante de encontrarle a esta obra. Cómo lo encaramos directamente desde lo físico, desde el lenguaje de cada cuerpo, empezamos a ir en una dirección.
Galli: -Ese trabajo físico implicaba también pasar el límite: somos personas con limitaciones, que se trasladaron a la limitación emocional de esos personajes. Uno cuando habla del teatro físico la gente no entiende bien de qué se trata; el cuerpo te lleva a emocionarte de una manera muy especial; y a poder abordar las emociones por las que transitan esos personajes.
Eso cuando lo hacen personas capaces: ella sabe lo qué opinó de ella y que coincido un montón con sus planteos, porque soy un amante de lo físico también. Pero no cualquiera sabe hacer el trabajo y la conducción que ella hace: incluso ahora en cada función nos hace hacer 15 minutos de aproximación a los personajes para volver a conectarnos, porque somos Alicia y el Negro, que vienen de su vida rutinaria, y acá tenemos que ser Reina y Claudio.
“Acá tenemos que hacer aparecer el conflicto en algo donde puedan estos cuerpos estallar”, fue la consigna que Correa les planteó a los intérpretes. Foto: Gentileza Leonardo Gregoret
En movimiento
-¿Incorporaron alguna técnica específica o algún training puntual?
Correa: -En realidad es una sumatoria de cosas, muy ecléctica, pero qué tiene que ver con el autoconocimiento de tu propio cuerpo, del estado del cuerpo, de cómo respirás, de cómo estás en ese momento. Y a partir de ahí, con la ayuda del movimiento, empezar a dejar que afloren las sensaciones, las emociones, de manera individual; cuando eso se pone en relación con otro cuerpo todo se multiplica, se diversifica; empiezan a aparecer un montón de otras situaciones. Y eso lo produce el movimiento: el cuerpo nació para moverse, tiene que conectarse con todo el espacio exterior y con su interior a través del movimiento, no hay otro modo.
Después todo lo demás es como un gran accesorio; en el caso del teatro de texto obviamente el texto es importante; pero al abordarlo directamente desde la palabra nos perdemos de un montón de otras cosas. En este caso de “Capullito de alhelí”, cuándo empezó a aparecer el texto, hubo momentos, por ejemplo en el caso del Negro, que te hace reír mucho con algo muy dramático. Hay un juego de risa y de drama muy profundo.
Galli: -Ella venía siempre con un esquema: “Bueno, chicos, hoy vamos a trabajar por acá”, y por ahí se encontraba con que los actores la llevaban para otro lado. Y ella iba para ese lado.
Correa: -Todo el tiempo estás dialogando con eso.
-La dupla actoral se conoce desde hace un montón, tienen su propia dinámica de reírse de determinadas cosas. ¿Cuánto de eso hubo que sacar, o desandar lo que les salía por propia química?
Correa: -Creo que hay mucho de eso de despojarse de lo que ella decía de salir del lugar de Confort que tiene cada uno qué uno ya lo conoces a todos nos pasa pero qué pasa si me ponen en crisis ese lugar de Confort.
Galli: -Eso es dirección y saber ser dirigidos: una buena dirección es la que te lleva a explorar todos esos lugares; también un cuerpo predispuesto, un actor o una actriz predispuestos.
Correa: -Es un ida y vuelta, tiene que circular.
Hallazgos
-Hablaban de la relación especular entre los personajes de la ficción y los actores; la pandemia provocó el alejamiento de los escenarios, diferente de la que sufren los personajes. ¿Cuánto les cambió la mirada sobre la pérdida?
Galli: -Por más que haya gente que lo niegue, creo que hubo un antes y un después en toda la vida, con esta maldita pandemia: en mi vida hubo un antes y un después. Y obviamente en el teatro, porque dejamos de hacerlo, dejamos de encontrarnos, de vincularnos. Y cuando retomamos seguramente hemos sido... no te digo otros, pero hemos mirado las cosas de otra manera; hemos pensado también todo ese tiempo en ese proyecto que quedó truncado; hemos pensado en la historia tal vez. En ese dejar de vernos, dejar de hablar de “Capullito de alhelí” uno vuelve distinto. Pero nos pasó en todos los aspectos de la vida.
Correa: -Tal es así que no pudimos sostenerlo a través de ensayos virtuales.
Galli: -No le encontrábamos sentidos a ensayar virtualmente. Aparte la propuesta era muy corporal.
Correa: -Pablo Coincide mucho con mi forma de trabajar con los cuerpos; pero él a su vez le encuentra un detalle que aparece la puesta, que fue “el” elemento de la obra: el único elemento con un significado impresionante. La pelea la imaginamos como en un ring, hablábamos del ring del conflicto; pero en un momento Pablo dice: “¿Y por qué no aparece este elemento ahí?”. Eso fue como la frutillita que se le ocurrió a él.
Galli: -No apareció solo físicamente ese objeto, apareció de todas formas: emocional, mental, nos afectó en buena manera. Ese pequeño elemento nos dio vuelta la cabeza.
-Muchas veces en el proceso de ensayo la disposición final llega en los ensayos generales, y hay cosas que las terminás encontrando muy tarde.
Galli: -A veces las terminás de encontrar ya en las funciones.
Correa: -Con el vestuario también nos pasó: habíamos imaginado muchas telas, era hermoso desde la desde la poética y desde la idea. Pero avanzados los ensayos Pablo dijo: “Son Alicia Galli y el Negro Trucco, una actriz y un actor reconocidos, son monumento los dos. Han hecho obras, han estado en escena: Tenemos que recrear las obras de ellos”. Y ahí aparecen los vestuarios de algunas de sus obras. Eso fue un detalle: la gente de teatro que ha ido a verla se ha divertido mucho, porque aparecen nombres y vestuarios.
Galli: -Aparte entienden el mensaje porque estoy en esos trajes reales.
-También se convierte en un código generacional.
Galli: -También es fundamental el clima que crean las luces, el mundo que te dan.
-¿Quién hizo la planta?
Correa: -Nicolás Decarlini, que también la opera.
Galli: -De eso tampoco hubo dudas.
El deseo
-Quedan dos funciones de las tres que estaban propuestas. ¿Hay ideas de seguirla?
Galli: -Por ahora no sabemos.
Correa: -El deseo está, lo hemos hablado los cuatro. Pero tiene que estar eso que decimos que es necesario: que cada vez que nos encontremos y digamos “hacemos funciones”, que no sea una cuestión de hacer por hacer; tiene que pasar algo ahí que realmente nos habilite al deseo.