Sábado 3.7.2021
/Última actualización 13:44
La década de 1980 generó, en el terreno del cine, muchos íconos que lograron sobrevivir al paso del tiempo y que forman parte del imaginario colectivo. Las películas de adolescentes de John Hughes, la saga de Indiana Jones, Tom Cruise a bordo de un avión, Kelly LeBrock vestida de rojo, los cazafantasmas, las aventuras por el tiempo de Marty McFly con su amigo “Doc” Brown, las andanzas de John Rambo en bosques primero y en selvas y desiertos después, Bruce Willis atrapado en un edificio tomado por terroristas, Arnold Schwarzenegger convertido en una máquina futurista dispuesta a exterminar a Sarah Connor. Y la lista sigue y sigue.
En ese contexto, al promediar la década, se produjo una reunión de talentos no muchas veces vista. Jim Henson, creador de los Muppets y de la emocionante “El cristal oscuro” (todos los que pasen los 40 años sabrán el motivo de esa adjetivación) se unió a George Lucas (quien ya había estrenado las primeras entregas de “Star Wars”) a Terry Jones (ex Monthy Phython y entonces admirado por la distópica “Brazil”) y al británico David Bowie (cuyo aura había excedido largamente el terreno musical por su carisma y creatividad) para desarrollar un proyecto que a la postre sería una obra de culto, valorada como uno de los hitos del cine fantástico: “Laberinto”, que se estrenó en Estados Unidos el 27 de junio de 1986, hace 35 años.
Mucho antes de la incorporación de los efectos visuales digitales generados a través de programas de ordenador, “Laberinto” es un ejemplo acabado de la destreza técnica de Henson para crear universos alucinantes con herramientas analógicas, que remite tanto a la literatura con alusiones implícitas a “Alicia en el país de las maravillas” como al cine a través de “El mago de Oz”. Al igual que aquellas obras, la protagonista del film de Henson es una adolescente, Sarah, quien se ve obligada a atravesar un laberinto lleno de criaturas mágicas para rescatar a su hermanito, que ha sido secuestrado por Jareth, el rey de los duendes, que personifica Bowie con chaqueta de cuero al estilo de Marlon Brando en “El salvaje” y un peinado punk que revela la época del rodaje.
Jim Henson Company, Lucasfilm, TriStar PicturesFoto: Jim Henson Company, Lucasfilm, TriStar Pictures
Henson, que con los Muppets había conquistado al público de todas las edades y latitudes, era un marionetista dotado de una inusual creatividad. En “Laberinto”, un proyecto al cual le puso enorme esfuerzo, esto se observa en los personajes que moldeó. Hoggle, Ludo, William, Sir Didymus, Ropavejera y el Duende con sombrero de pájaro son muñecos que, gracias a la vida que les insufla Henson en la película, son capaces de pervivir por mucho tiempo en la mente del espectador, como ocurría con los de aquella otra joya del cine de aventuras de los ‘80, “La historia sin fin”.
Por su revestimiento, “Laberinto” puede ser vista como un típico producto de aventuras, donde la heroína (en este caso la quinceañera Jennifer Connelly) debe atravesar un camino plagado de peligros para cumplir un objetivo específico. Pero en una capa más profunda, narra en cierto modo la conversión de la protagonista de niña a mujer. En este sentido, “Laberinto” tiene una esencia análoga a muchos cuentos clásicos que describen como una serie de experiencias (internas y externas) llevan a una persona a su maduración.
Jim Henson Company, Lucasfilm, TriStar PicturesFoto: Jim Henson Company, Lucasfilm, TriStar Pictures
Jennifer Connely, que había trabajado ya “Érase una vez en América” bajo las órdenes del exigente Sergio Leone, compone con soltura a Sarah, la joven que debe adentrarse en el laberinto que da título al film. Pero el que contribuyó de forma decisiva para que el film, con el tiempo, evolucione al estadío de fenómeno de la cultura pop es la interpretación de David Bowie como Jareth, el caprichoso rey de los duendes. Bowie, con su apariencia andrógina y su personalidad camaleónica, había engendrado personajes como un vampiro en “El ansia” y extraterrestre en “El hombre que cayó a la Tierra”.
Uno de los diálogos más recordados que mantiene su personaje con el Sarah es el siguiente: “–Sarah, cuidado. He sido generoso, hasta ahora, pero puedo ser cruel. –¿Generoso? ¿Qué has hecho que sea generoso? – ¡Todo! Todo lo que tú quisiste que hiciera: pediste que me llevara al niño y me lo llevé; tú te postraste ante mí y yo estuve aterrador; he cambiado el orden del tiempo; he vuelto el mundo del revés y todo lo he hecho por ti. Estoy agotado de vivir según lo que tú esperabas de mí. ¿No es eso generosidad?”. Además de actuar, Bowie compuso parte de la banda sonora e interpretó todas las canciones.
Jim Henson Company, Lucasfilm, TriStar PicturesFoto: Jim Henson Company, Lucasfilm, TriStar Pictures
Fracasar para ser de culto
“Laberinto” desembarcó en las salas de cine en junio de 1986 y le tocó una tarea dura: competir contra tanques como “Karate Kid 2” y “Top Gun”. De modo que no fue, ni mucho menos, rentable. Pero le ganó la pulseada al destino, con el paso del tiempo su público se masificó y convirtió en una obra de culto. Es que, como señalara Nina Darnton en The New York Times en el momento del estreno del film, “uno de los dones especiales de Henson es producir títeres maravillosamente humanos, excéntricos e individualistas. Como resultado, sus nuevas creaciones no son maravillas electrónicas automatizadas y frías, sino fantásticas criaturas humanoides que habitan un mundo recién creado que reflejan nuestras propias debilidades, y por lo tanto pueden conmovernos y hacernos reír”.
Jim Henson Company, Lucasfilm, TriStar PicturesFoto: Jim Henson Company, Lucasfilm, TriStar Pictures