Sábado 30.10.2021
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La Asociación Amigos del Arte fue una de las entidades que más contribuyeron para que Santa Fe se convirtiera, en el siglo XX, en una referencia cultural a nivel nacional. Gracias a su labor, los escenarios de la capital provincial vieron pasar a los más grandes artistas de su tiempo, desde Arthur Rubinstein hasta Andrés Segovia. Entre 1939 y 1944, fueron justamente los integrantes de Amigos del Arte quienes promovieron la realización de tres conciertos de Claudio Arrau, el chileno reconocido como uno de los mejores pianistas del siglo XX.
Nacido en Chillán en 1903, Arrau obtuvo sus primeros acercamientos a las teclas del piano gracias a su madre. Pero demostró tal capacidad que con apenas 5 años, como una especie de “Mozart latinoamericano”, fue capaz de concretar su primer concierto, en las instalaciones del Teatro Municipal de Chillán. A los 7 años, hizo lo propio en la ciudad de Buenos Aires. Poco tiempo después accedió a una beca que le permitió estudiar en Alemania con maestros de gran prestigio. En ese lapso, se vinculó con Martín Krause, un hombre que se había formado musicalmente con Franz Liszt. Según narran las crónicas históricas Krause aseguró cuando oyó tocar al joven Arrau: “este niño ha de ser mi obra maestra”.
ArchivoConsagrado en tierras europeas, con profundos conocimientos adquiridos tanto en música clásico-romántica como en obras contemporáneas-vanguardistas, el chileno realizó varias giras por Norteamérica y Sudamérica que lo terminaron de forjar como uno de los intérpretes más sólidos de su tiempo. En 1925 fue nombrado profesor del conservatorio Stern de Berlín, cargo que mantuvo hasta 1940, cuando en medio de la Segunda Guerra Mundial emigró hacia Estados Unidos, donde pasó la mayor parte de su vida y se dedicó, en paralelo a sus conciertos, a la formación de varias generaciones de pianistas.
ArchivoSu trabajo se empezó a difundir de manera masiva a través de rollos de pianola producidos los años ‘20, pero fue con los discos grabados desde la década de 1950 cuando logró alcanzar a un público muchísimo más variado. Su repertorio habitual se fijó en base a obras de Beethoven, Schubert, Schumann, Liszt, Chopin y Debussy y en 1983 recibió el Premio Nacional de Arte de Chile, que consideró su consagración definitiva. Murió en Austria, en junio de 1991.
Este músico, que según sus biografías llegó a brindar un promedio de entre 80 y 100 conciertos anuales durante varias décadas, llegó a la ciudad de Santa Fe en el mes de julio de 1939. El miércoles 5 de julio de ese año ofreció un concierto en el cine teatro Colón (en la actualidad, ATE Casa España) basado en obras de Bach, Beethoven, Bhrams, Haendel, Maurice Ravel y Debussy.
Hemeroteca Digital CastañedaFoto: Hemeroteca Digital Castañeda
Al día siguiente, El Litoral publicó una elogiosa reseña. “Memorable fue el concierto que el pianista chileno Claudio Arrau ofreció anoche en el cine Colón ante una concurrencia que ocupó la casi totalidad de la amplia platea de la sala”, decía uno de los párrafos. Más adelante, el cronista hacía referencia al pianista como “un animador de garra y de una gran limpieza de sonido” y “un ejecutante de singular calidad”. Particularmente, el artículo destacaba las cualidades de Arrau para ejecutar las composiciones de Bach y Beethoven.
“Después de la interpretación de ‘Variaciones y fuga sobre un tema de Haendel”, para la que no corresponde sino el elogio sin reservas, la sala no tuvo ya duda de que le había sido deparada la envidiable fortuna de escuchar a un músico de gran jerarquía artística en uno de los momentos culminantes de su carrera”, aseguraba además el periodista de El Litoral. Cabe recordar que Arrau apenas tenía 36 años.
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Posiblemente entusiasmados por el éxito de la presentación, los Amigos del Arte decidieron convocar a Arrau para una segunda presentación, que se concretó un año después, el 3 de julio de 1940 en la misma sala, esta vez con un repertorio consagrado a Bach, Modest Músorgski y Maurice Ravel. En esta ocasión, El Litoral habló de un “éxito lisonjero”.
El sentido profundo de las obras
Cerca de un lustro más tarde, en junio de 1944, Arrau se presentó por tercera vez en la ciudad de Santa Fe. “Está en un momento culminante de su arte, su expresión ha logrado una madurez y una sensibilidad realmente extraordinarias, como lo viene reconociendo en forma unánime la crítica”, señalaba El Litoral el día antes al concierto, que tuvo lugar el 13 de junio, con obras de Bach, Beethoven, Schumann, Chopin, Lizst y Albeniz, entre otros.
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“Vuelve en la plenitud de sus medios técnicos y musicales, admirablemente dotado, cuya labor de ejecutante personalísimo y altamente calificado determinó una completa ratificación de los juicios que había suscitado en su última visita”, indicaba el vespertino local en la crónica publicada el miércoles 14 de junio de 1944. “El pianista chileno posee un mecanismo asombroso de seguridad digital, disponiendo de infinidad de recursos sonoros”, agregaba. Y en el cierre decía: “Arrau triunfó anoche en el más elevado nivel”.
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Sobre el final de su vida, Arrau declaró en una visita a Madrid que fue reflejada por El País de España que él no interpretaba al piano para gustar, sino que trataba de buscar “el sentido profundo de la obra”. En las memorias culturales de Santa Fe, eso quedó patente.