Jueves 22.8.2024
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“No tengo fotos de ese verano” es un libro de poemas concebido por Maru Chianalino y editado por Halley. Este trabajo es un ejercicio en el que prevalece el amor, pero no como un concepto inasible, sino como algo concreto que atraviesa las acciones cotidianas. El amor emerge tanto en las charlas entre madre e hija, en la música de papá, en los juegos entre hermanos, como en el sabor de las Criollitas con té y limón preparado por la abuela.
El texto también está atravesado por la memoria. Consciente de la fragilidad de los recuerdos, Maru apela a las palabras para “construir” las fotos que nunca pudo sacar en ese “verano” del título. Metafóricamente, “verano” puede aludir a la infancia, a los afectos o a la inocencia que se pierde junto con las personas más amadas.
Gentileza Maru ChianalinoLa propia autora describe el libro como un “sueño” cumplido. Aunque es ella quien firma, es consciente de que tiene algo de colectivo. Cada personaje evocado es también un eslabón que se suma al libro con su impronta. Maru sitúa el origen de su obra en sus primeros contactos con la literatura, que provienen de su precoz inclinación a formar “palabritas”. “Cuando era chica, quería leer todo”, reconoce.
Lo que era una vocación natural y en bruto se fue refinando gracias a la guía de talleres literarios y la lectura. “Me acuerdo de todas las etapas de mi vida como lectora. Siempre hubo un libro conmigo”, dice Maru. Aunque uno en particular aparece con más nitidez en su memoria: “El Principito”, de Antoine de Saint-Exupéry.
La devoción por la lectura fue solo uno de los catalizadores para la gestación de “No tengo fotos de ese verano”. Otro fue la partida física de la madre de Maru, un dolor inmenso que ella logró transitar a través del libro. “Le escribía mucho a ella, le decía lo que me hubiera gustado charlar o compartir”, admite.
Gentileza Maru ChianalinoDurante el proceso, Maru descubrió que la poesía era la forma más adecuada para transmitir lo que le pasaba. “Estuve leyendo distintos autores y autoras vinculados con ese género y me dije: ‘Claro, es por acá’”, indica. El libro, por sus características, bien podría haber adoptado la forma de un conjunto de relatos.
“No tengo fotos de ese verano” está construido con recuerdos que iluminan la vida de Maru hasta el día de hoy. “Sobre todo los de la infancia, que es cuando nos encontramos con la vida”, reconoce. “Es que yo digo que el arte, en sí, es una máquina del tiempo”, agrega.
El enorme cúmulo de material necesitaba un factor externo que lo ordenara, y apareció el Premio Literario de la Municipalidad de Santa Fe. “Cuando vi la noticia de la convocatoria, con una fecha de cierre cercana, me pregunté: ‘¿Y si me presento y termino el libro?’”.
Gentileza Maru ChianalinoEl último día previsto en el plazo, a las 4 de la madrugada, Maru envió el texto completo. Y cuando, tiempo después, llegó la primera mención, fue pura felicidad. Esta felicidad derivó en el contacto con la editorial Halley y en el sueño de tener el libro editado.
Del contacto con los lectores, que todavía sigue, Maru obtuvo una confirmación: lo que ella escribió sobre su propia biografía encontró eco. Sobre todo porque todos los sentimientos vertidos en las páginas de su libro son universales.