Jueves 15.6.2023
/Última actualización 16:02
Prisma Pink Floyd Experience invita a vivir la Experiencia Pink Floyd en Santa Fe: la banda latinoamericana que ha logrado transmitir de la manera más fiel la esencia de los shows de la mítica agrupación británica se presentará este sábado desde las 21 en el Teatro Luz y Fuerza (Junín 2957). Las entradas están a la venta en la boletería de la sala, y a través del sistema Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos).
Para conocer más sobre la propuesta, El Litoral conversó con el guitarrista Diego Martínez, referente de una formación que se completa con Francisco Fresard (voz), Franco Stramana (guitarra), Maxi Vegas (batería), Ignacio Fresard (bajo), Fausto Penacca (teclados), Mili Bottini y Melany Flores (coros) y Ángel Villafañe (saxo, percusión y coros).
Crecimiento constante
-Arrancaron como un show homenaje a Pink Floyd entre amigos músicos de Pinamar. ¿Cómo fue el camino hasta convertirse en un proyecto que lleva ya diez años?
-Fue un camino paso a paso, de hormiga, como suele suceder. Donde las cosas se fueron dando de manera natural: a medida en que íbamos abriéndonos a tocar en una ciudad, o en una provincia, inmediatamente el productor que nos llevaba le avisaba al productor de al lado (como se maneja el negocio musical); y a partir de ahí vamos cubriendo todo el territorio del país.
Desde esos momentos en que nos juntamos por primera vez, a pensar en el hoy, que llevamos diez años juntos, con nueve giras nacionales y con una gira por Estados Unidos, como se dio el año pasado (siendo la primera banda tributo a Floyd latinoamericana convocada para hacer una gira por Estados Unidos), hace que miremos el camino para atrás con mucha con mucho orgullo, con mucho agradecimiento.
-Hablando de esa gira estadounidense en diciembre del año pasado, ¿cómo se dio, y cómo vivieron esa experiencia?
-Se dio por el llamado de una productora que se armó en la ciudad de Miami, que lleva artistas latinoamericanos; y fuimos con los interrogantes más grandes del mundo, por varias razones. Primero por el concepto de show que tienen los americanos, de alto estándar. Segundo porque nos íbamos a enfrentar con gente que había visto a Pink Floyd, cosa que no sucedió en la Argentina: acá podés haber visto a (Roger) Waters o a (David) Gilmour, pero no a Floyd en sus giras. Y nos encontramos en ese contexto con gente que había visto Floyd en los 60, con Syd Barrett: gente muy grande, muy fanática.
Fuimos con todos esos interrogantes, y el público terminaba de pie de la misma manera que termina en cualquier lugar donde toquemos en la Argentina. Eso nos llevó a dos conclusiones: primero que el trabajo estaba más o menos bien logrado (las emociones, la impronta se transmitía), y segundo que la música y los sentimientos que despierta el arte son universales. Todas esas incógnitas se develaron cuando los aplausos y las ovaciones eran similares o mayores incluso que en Argentina: los americanos son muy efusivos; aunque los argentinos tenemos la tendencia de decir que somos el mejor público del mundo. Gente parada en el teatro, corriéndose a las escaleras para no molestar al de atrás y bailar (y estamos hablando de música de Floyd, no son hits bailable) sólo lo vi en Estados Unidos. Así que fue una gratificación absoluta.
Clásicos del siglo XX
-Ustedes tocan la obra integral. ¿Qué repertorio van a interpretar en este show que van a traer a Santa Fe?
-Venimos de tocar en Buenos Aires en el Vorterix: con entradas agotadas hicimos la interpretación completa de “El lado oscuro de la Luna”, más algunos otros clásicos. En el caso del show que vamos a llevar a Santa Fe es más amplio: abarca canciones de distintas épocas, algunas bastante viejas.
Porque es la segunda vez que vamos, porque hicimos una primera aproximación el año pasado que fue fantástica, con un público sumamente cálido. La discografía de Floyd es muy extensa: dos horas de show no alcanzan para nada; entonces llevamos una primera parte digamos de clásicos el año pasado, y este año vamos con un repertorio también amplio, de distintos discos; para que vayan todos entrando en el clima, en la interpretación.
-Desde tu mirada, ¿por qué pensás que la música de Floyd se mantiene tan vigente, y que nuevas generaciones se siguen vinculando con temas que ya son clásicos?
-Cuando éramos chicos (yo soy ya un hombre grande) crecimos viendo lo que se denominaba música clásica, que era una música muy lejana, muy europea: estoy hablando de Bach, de Beethoven.
Yo tengo una teoría: que la nueva música clásica son los íconos del rock de los 60 y 70. Entonces The Beatles es música clásica, Led Zeppelin, Queen, y por supuesto Pink Floyd también. Es música clásica de autor: lleva 50 o 60 años desde su creación y se mantiene vigente; y eso transforma a una música en un clásico.
Cuando pasan los años, el artista sigue vigente, la gente sigue yendo a los shows, o a los de las bandas homenaje (porque ya la banda no existe más), están escuchados en las listas de reproducción; y nuevas generaciones se van sumando (que es lo que pasa: desde el escenarios se ve a abuelos, padres y nietos), eso se transformó en música clásica. Y la música clásica va a trascender, y generaciones posteriores van a ver a Pink Floyd o a Queen como nosotros veíamos a Tchaicovsky o Beethoven.
Paleta sonora
-Ustedes tienen a un cantante (Francisco Fresard) que tiene una voz personal, distintiva: no es Guilmour ni Waters. ¿Cuánto hay búsqueda de una fidelidad y cuánto de permitirse esa identidad?
-Desde lo musical, la banda trata de sacar y de tocar estar casi exactamente la música como la hacía Floyd; con algunos que otros arreglos, muy poquitos, que hemos hecho; y si no hemos tomado algunos arreglos de versiones en vivo. Pero la instrumentación y el sonido buscan la fidelidad más absoluta.
Pero en el caso del cantante, como bien decías, tiene una voz particular: fantástica, muy emotiva. Y eso hizo para mí que Prisma sea lo que es; que lo reconozcan como Prisma, no como una banda tributo a Pink Floyd. Es lo que viene después, pero ya decís el nombre Prisma y te viene la idea de una manera de interpretar la música.
Creo que parte de eso lo dio la no imitación: nosotros no imitamos, tocamos la música, pero nuestro cantante no invita a los cantantes de Floyd. Eso nos dio una identidad propia, y a través de los años pudimos ver que a la gente le gustaba muchísimo. Así que nos mantuvimos en ese camino que era el originario: nunca dudamos de esa identidad.
-¿Cómo es en tu caso la búsqueda de la sonoridad y el toque de David Gilmour?
-Ese es un punto más difícil, porque eso es inagotable: diez años después de haber formado la banda sigo estudiando a Gilmour. Primero porque es un genio de la guitarra, y ni a los talones puedo llegarle. Segundo porque es un guitarrista que varió sus sonidos, su técnica (hablo de su equipamiento) a través de los años y disco tras disco.
El sonido de Gilmour de los 60, de los 70, de los 80, de los 90 varió, es totalmente distinto. Eso hace necesaria la búsqueda permanente de esas sonoridades, porque interpretamos temas de toda la discografía de Floyd. Me obliga a mí a tratar primero de conseguir el equipamiento que usaban en determinada época; y segundo a lograr esa sonoridad. Así que es una búsqueda constante.
Lo cierto es que hoy, después de muchos años, y ya con un armado tanto analógico como digital, que fui armando con los años (porque tengo dos variables de efectos y equipos) hoy he logrado alcanzar lo que pretendía. Debe ser uno de los guitarristas más difíciles de copiar por esa razón; porque te pongo el ejemplo de Brian May de Queen, y el sonido de su guitarra fue siempre el mismo, del primer hasta el último disco. Gilmour lo cambió disco tras disco y gira tras gira: en el medio de la gira cambiaba todos los sonidos, todos los pedales: es un desafío, sin duda.
Esperar sin aflojar
-Giraron por Estados Unidos, hicieron un Vorterix. ¿Qué se viene para el futuro del grupo?
-Vamos a seguir girando por la Argentina, en estos diez años que estamos cumpliendo. Después de las fechas de Santa Fe y Paraná vamos a hacer una gira patagónica muy extensa: vamos a estar de gira durante casi 15 días, serán ocho, nueve fechas. Mientras tanto los contactos se renegocian para tratar primero de volver a Estados Unidos y segundo para una posible gira por Centroamérica, que también estaba trabajándose.
Son cosas que tienen su maduración, su trabajo: ya hemos aprendido que mientras seguimos tocando las oportunidades surgen. Así que lo que hay es Prisma para seguir tocando.