La situación actual de las industrias del arte y la cultura se ve afectada en gran medida por la pandemia del Covid-19, sumado a la recesión y depresión de la economía argentina que la preexistieron. Y el mundo editorial no se queda afuera de esto, especialmente en lo que respecta a las independientes con anclaje local, por fuera del mundo de las grandes empresas internacionales, con más margen para resistir.
Este el el caso de Palabrava, editorial santafesina creada y dirigida por las escritoras Alicia Barberis, Graciela Prieto Rey y Patricia Severín, que se propuso transitar un nuevo camino “basado en la revalorización del trabajo creativo y en el reconocimiento del autor y su obra, con una justa retribución económica en concepto de derechos de autor”, tal como afirmaban en sus intenciones iniciales.
El Litoral se contactó con Severín para analizar juntos la situación de un rubro donde la economía cruza la vocación.
—Veníamos de dos años difíciles para el mundo editorial. ¿Cuál era la situación del sector antes de la pandemia?
—La situación editorial, para el sector independiente, era muy mala antes de todo esto. No había prácticamente ventas. Venimos sosteniendo la editorial por el puro deseo de publicar a nuestros autores, pero continuamente nos replanteamos cómo seguir.
—¿Cómo afecta la cuarentena a la industria editorial, y especialmente a las editoriales independientes?
—Si antes la situación era mala, ahora es pésima. Las librerías cerradas, el tránsito dificultoso para enviar libros, las personas en general (cómo nadie sabe qué pasará), no gastan en artículos que no se consideran de primera necesidad. Lamentablemente.
—¿Cómo podría ayudarlos el Estado?
—Comprando libros. Es la mejor ayuda que el estado te puede dar, porque es de doble vía: a su vez ayudarán a los que necesitan tener libros como, por ejemplo, las bibliotecas. Hace ya muchos años que el estado no compra. Por lo menos a Palabrava. Volver a esta instancia sería un gran deshago para la editorial, y una buena medida para que se distribuyan nuestros libros (que en su mayoría son de autores santafesinos), por toda la provincia.
—¿Surgieron iniciativas solidarias o colectivas entre las editoriales?
—Sí, muchas y muy buenas. Pero hasta ahora todas son gratuitas.
—Los canales tradicionales de venta se ven afectados. ¿Trabajan con canales alternativos, o venta a domicilio?
—Creo que después de esta situación los canales tradicionales se verán más afectados aún porque las editoriales estamos viendo otras variables. Palabrava trabaja con venta a domicilio y estamos pensando en completar nuestra página de Internet con una tienda virtual, que aún no tenemos.
—¿Puede ser que esta coyuntura estimule la venta de libros digitales?
—Eso es seguro. Cuando se termine lo que estamos viviendo, ya nada va a ser lo de antes. Una editorial de Buenos Aires, muy prestigiosa, nos ha invitado a participar de su biblioteca virtual, y con otra editora, estamos preparándonos para vender los libros por Amazon.
—¿Qué planes tenía Palabrava para este año, y como los están reacomodando de acuerdo a la situación?
—Palabrava iba participar por primera vez de la Feria del Libro de Buenos Aires. Era una gran ilusión y también una apuesta fuerte. Compartiríamos stand con Moglia Ediciones, de la ciudad de Corrientes. Nos gustó la idea de juntarnos dos editoriales del interior con criterios similares. La otra gran pérdida fue que muriera en Estados Unidos, a raíz de esto que nos aqueja, René Rodríguez Soriano. Con él trabajamos en dos publicaciones durante el 2019, y habíamos programado para el 2020, lanzamientos conjuntos, aquí y allá, de novelas santafesinas. La vida te cambia los planes en un abrir y cerrar de ojos. ¿Cómo nos estamos reacomodando? Con lo virtual, por ahora.
—Cuáles son los criterios a la hora de sumar un título al catálogo, o sumar autores?
—Palabrava da prioridad a los autores santafesinos. Este fue el objetivo con el cuál nació: visibilizar la literatura de la provincia, tanto en narrativa como en poesía. Lo que no quita que si hay material y proyectos muy buenos, presentado por autores de otros lugares, como lo fue el año pasado con René Rodríguez Soriano, o lo que está en carpeta para el año que viene, como la exquisita poesía de Diego Roel, de Neuquén, lo hagamos.
—¿Cuáles son los objetivos de la editorial a mediano y largo plazo?
—Ahora estamos revisando nuestras estrategias, y como todas (o casi todas) las editoriales, hemos frenado el trabajo para ver qué pasará de aquí en más. Palabrava estaba con un libro al salir, de la colección Anamnesis (poesía y fotografía argentina), un libro precioso con poemas de Patricio Torne (Helvecia) y fotografías de Mercedes Araujo (Mendoza). Además tenemos en espera, dos novelas y varios libros de poesía; todo programados para este año. Y también lo que editaríamos en el 2021. Estamos revisando la forma en que lo haremos y evaluando si saldrán en papel o solo digital. A largo plazo ya no proyectamos. Nadie sabe lo que pasará mañana.