"Por eso lo quiero tanto": cuando el deseo de libertad enfrenta la tiranía
Este viernes 6 de septiembre, el Teatro de la Abadía estrena una obra dirigida por Walter Alemandi. Ambientada en los años ‘40, describe la lucha de una joven por liberarse del control de su madre manipuladora en una Argentina en transformación.
La obra continuará en cartelera todos los viernes de septiembre a las 21. Foto: Gentileza Giselle Wulff
Este viernes 6 de septiembre a las 21 se producirá en el Teatro de la Abadía (Estanislao Zeballos 3074) el estreno de la obra “Por eso lo quiero tanto”, una comedia dramática escrita y dirigida por Walter Alemandi. La obra transcurre en la Argentina de fines de los ‘40, época de transformaciones aceleradas en el país, y retrata, en los propios términos del equipo creativo, “la vida de una familia que alguna vez fue solvente y no se resigna a su precaria situación actual”.
“Ubico la obra en una Argentina que venía de más de quince años de gobiernos totalitarios o pseudo democráticos, donde los derechos habían sido sistemáticamente avasallados y que en el momento en que transcurre la obra, que coinciden con el primer gobierno de Juan Domingo Perón, se están produciendo profundos cambios en todos los ámbitos: económicos, sociales, familiares y laborales”, expresó Alemandi en una entrevista concedida a este medio.
Gentileza Giselle Wulff
Si bien es una obra que el director describe como de “puertas adentro”, en la medida en que ese clima exterior no tiene mayor influencia en su desarrollo, es posible no obsante vislumbrar los cambios sociales que se están produciendo. “En especial en las actitudes de los personajes, fundamentalmente en las mujeres jóvenes de la familia, que luchan por sus derechos personales”, puntualizó Walter.
El argumento se centra en el conflicto entre una madre manipuladora que apela a tretas y engaños para sostener a la familia y una de sus hijas, Elena, que se siente atraída por un joven escritor y rechaza gestar un vínculo por conveniencia.
Gentileza Giselle Wulff
En tal sentido, la obra debe ser leída como una versión libre, recreada y resemantizada de “Las de Barranco de Gregorio” de Laferrere, que fuera estrenada en 1908. “Desde hace un tiempo, decidí abordar textos de autores argentinos de la primera mitad del siglo XX para adaptarlos o recrearlos. Hay una potencia dramatúrgica y una profundidad en sus contenidos, que es imposible no vernos reflejados en ellos”, consideró Alemandi, que en varias oportunidades trabajó en sus talleres con fragmentos de aquella obra, a la que describe como atemporal.
“El motor de la acción es la tiranía de la madre y el despotismo con que intenta manejar a sus hijas, en especial a Elena. Su egoísmo la lleva hasta la crueldad y su hipocresía, la hace cambiar continuamente de actitud según sus conveniencias. Todo esto en pos de mejorar su situación económica, valiéndose del uso y del abuso de los demás personajes para lograr sus objetivos. Elena, su hija mayor y principal antagonista, se debate entre su sentido de la dignidad y los designios de su madre, pasando del respeto inicial hasta el enfrentamiento, la rebeldía y la liberación. Ambas representan los dos polos entre los cuales se desarrolla la obra y entiendo que esto sigue teniendo vigencia”, remarcó.
Gentileza Giselle Wulff
Apariencias y realidades
La puesta está construida bajo un formato de comedia dramática, un género híbrido que, según describió Alemandi, trata sobre situaciones de la vida cotidiana, personajes realistas y situaciones creíbles. “En esta obra la construcción de la intriga alterna lo patético y sentimental con lo cómico-caricaturesco, dejando de ser un fin en sí mismo para convertirse en un medio para reflexionar sobre las actitudes de los personajes. Implica una concepción dual de la realidad. El personaje de la madre, es un ejemplo de esta dualidad ya que en ningún momento confunde la máscara con el rostro, lo individual con lo familiar o lo social”, agregó.
Para trabajar el concepto de “apariencias versus realidad” dentro del cual se ubican los personajes, se realizó un cuidado trabajo de escenografía, vestuario y diseño de iluminación. “La obra transcurre en el comedor de una casa de una familia que alguna vez fue próspera y ya no lo es. El ambiente es despojado. Solo unos pocos muebles antiguos de estilos incongruentes y algunos detalles sugieren la pérdida de estatus. Las diversas zonas del espacio escénico referencian las jerarquías y las tensiones”, especificó Walter.
Gentileza Giselle Wulff
A su vez, se incorporó una vieja radio que deja ingresar a cuentagotas el mundo a través de radionovelas, tangos y noticias. “Los personajes llevan vestuarios que reflejan su situación económica. La madre viste ropa que alguna vez fue elegante, las hijas ropa pasada de moda que intentan modernizar. Los colores son apagados y oscuros, predominando los marrones y los grises. Sólo dos personajes, que provienen del ‘afuera’ reflejan en sus vestuarios la prosperidad tan anhelada. La iluminación tenue y ocre destaca la atmósfera de decadencia. El uso de luces indirectas y sombras enfatizan la tensión de algunas situaciones dramáticas”, puntualizó el director.
La libertad de decidir
Pese a la dureza del mensaje, la obra termina con una nota de esperanza. “A veces la esperanza en un futuro mejor está cimentada en enfrentamientos ineludibles, en profundos dolores, en pérdidas definitivas. Muchas veces hacemos caso omiso o ‘miramos para otro lado’ cuando debemos enfrentar situaciones que nos acosan, que nos hacen mal, que nos enferman en todos los sentidos posibles, pero que por no provocar conflictos o por cobardía disfrazada de moral, nos callamos. Este callarnos, con el paso del tiempo, enferma y destruye: familias, amistades, sociedades y mundos posibles
Gentileza producción
El desenlace es una clara toma de posición con respecto a la libertad de decidir. En mi concepción, como teatrero y director de una sala independiente, entiendo que hoy el público tiene la necesidad de tener un proyecto, de volver a apostar a la esperanza, de vínculos sinceros. Quizás este espectáculo puede ser el disparador de una futura o no tan futura toma de decisiones”, cerró Alemandi.
El equipo
“Por eso lo quiero tanto” tiene el apoyo del Instituto Nacional del Teatro y cuenta con las actuaciones de Adriana Rodríguez, Florencia Minen, Cristian Buffa, Sergio Gullino, Luciana Lezcano, Antonella Pennisi, Pablo Velázquez y Cristian Papili, el vestuario y maquillaje están a cargo de Mariano Franco, los peinados de época son de Rubén Lescano, en prensa y difusión y fotografía se desempeña Giselle Wulff, el diseño gráfico es de Pablo Damiani, la asistencia de dirección es de Larisa Sánchez y el diseño de iluminación y espacio escénico, la dramaturgia y dirección están a cargo de Walter Alemandi.
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