Sábado 31.7.2021
/Última actualización 11:45
Un político que termina ejecutado en el conurbano bonaerense, una abogada que ha enviudado a balazos dos veces, un grupo de secuestradores, un narco colombiano y su amante forman parte de la galería de personajes que atraviesan las páginas de “Ciudad Santa”, la novela escrita por Guillermo Orsi en 2009 y que ahora reedita Tusquets. Gracias a este texto, que incorpora a la ciudad de Buenos Aires como un escenario donde cualquier cosa puede ocurrir, Orsi obtuvo 12 años atrás el Premio Hammett que concede la Semana Negra de Gijón.
El autor de “El vagón de los locos”, “Tripulantes de un viejo bolero”, “Sueños de perro” y “Nadie ama a un policía” dialogó con este medio sobre las implicaciones de volver a poner al ruedo su reconocida obra consagrada a su ciudad. “Es un país cíclico. Pendular, como dicen algunos. En realidad, no sé hasta qué punto se pudo haber resignificado. La ciudad de Buenos Aires ha crecido y se ha diversificado, pero no veo que haya demasiados cambios como para identificar a esta época como muy diferente a aquella”, señaló.
Gentileza del autorFoto: Gentileza del autor
-En su origen, el policial negro postergó en parte el peso de la trama en pos de mostrar la compleja realidad social ¿Cuáles son las especificidades del género en la Argentina del siglo XXI?
-Una de las raíces de la novela negra está en el conflicto más social que psicológico. Es diferente a la tradicional novela de enigma de Agatha Christie y a sus seguidores. La realidad actual es una cantera inagotable para la novela negra. El conflicto está vigente. Mi preocupación era, sobre todo, situar la novela en una época determinada. Mi época, que es la que mejor conozco.
-¿Cómo se produce en tu caso la construcción de los personajes?
-Los personajes son algo misterioso para un escritor. Por lo menos para mí. Antes de “Ciudad santa” publiqué varias novelas negras. Y ninguna de ellas se había desarrollado plenamente en Buenos Aires. Entonces pensé en escribir una especie de homenaje negro a Buenos Aires. Así que me puse a escribir eso que después se convirtió en “Ciudad santa”. Pero, respecto a los personajes, no tenía una idea previa de hacia donde iban a salir. Todo arranca con la ejecución de un político y a partir de ahí van apareciendo misteriosamente y se van desarrollando con vida propia. Uno lo que entabla son diálogos con estos personajes. Lo que te cuento parece un cuadro esquizofrénico, pero sucede. Y es lo más rico que tiene el desarrollo creativo de un libro. Yo, por lo menos, no tengo un plan previo. No se quienes van a aparecer ni como se van a conducir a lo largo de la trama. Esa es mi primera sorpresa. Y voy avanzando en el relato también a partir de lo que deciden los personajes. Hay algunos que crecen y se enriquecen, otros que pensaste que iban a ser de una manera y son de otra. En fin, es una caja de sorpresas. Toda novela, cuando la escribís sin otro compromiso que tu pasión, ofrece esos desafíos y a veces atractivos.
Escombros de una sociedad
-Nombraste a Buenos Aires y, en línea con la novela negra más tradicional, podría decirse que ejerce el rol de un personaje más.
-Es, más que nada, un gran escenario donde todo es posible. Pensá que Buenos Aires es una megalópolis del tercer mundo. Y como tal, encierra contradicciones violentas, cosa que no ves en las grandes ciudades del mundo “desarrollado”.
Gentileza Tusquets-Ahí pasa eso de que se convierte en terreno fértil para el que escribe novela negra.
-Es remover los escombros de una sociedad que está en permanente derrumbe. Que intenta reconstruirse con determinados procesos históricos y el ciclo vuelve a caer. Si bien no es un ciclo fatalista, está muy determinado por el poder mundial o global como se lo llama ahora. Y Buenos Aires no deja de ser una gran ciudad de América Latina, con las contracciones y desafíos que tiene América Latina en su conjunto. Lo que entra en crisis en nuestra novela negra es que no tenemos detectives. Y los policías son lo que son.
-Claro, es difícil imaginar a un Philip Marlowe en Buenos Aires. ¿Y qué tipo de personajes lo puede suplantar?
-En el caso de lo que he escrito yo, en alguna novela, ha sido un hombre que se lanza a investigar por qué mataron a su amigo. Convertido en un detective improvisado, con todos los aciertos y desventuras que ocasiona meterse en un mundo que no conoce. En otras se trata de un ex policía. Un tipo que renuncia a su trabajo durante la dictadura porque no quiere meterse en la ordalía de sangre. Pero a la vez se le presentan casos personales, en los cuales tiene que intervenir forzosamente. Eso despierta su vocación de sabueso, a la vez que se encuentra con diferentes pasiones. Te da mucho material para ir escarbando y bailando entre los escombros.
Gentileza Tusquets-Dentro del género negro, la mujer cumple una función fundamental, pero hoy podríamos decir estereotipada bajo figuras como la “feme fatal” o “la ingenua que termina enamorada del hombre equivocado” ¿Cómo operan los personajes femeninos en tus historias?
-Eso pasa en la vida. Nos enamoramos en un principio de la persona equivocada. Y la mujer no es una excepción. No propongo una caracterización previa. En la novela negra tienen un rol de mujer fatal, que aparece y desaparece. En mis libros, tal vez también sucede. En “Ciudad Santa”, hay una abogada que enviuda a balazos dos veces, lo cual es toda una excepción. El personaje se presentó así y fue creciendo por sí mismo, sin pensar nunca en la moralidad o en que tienen que cumplir determinada función. Cuando escribo, y por eso hago ficción, siempre lo hago con absoluta libertad. Lo que venga, sale. Me pongo en el papel de una especie de médium y si el personaje de la mujer tiene determinadas características, me embalo con eso. Sea mala, sea fatal o sea una dama inocente que se enamora del primero que se le cruza.
-Es muy interesante esa metáfora del escritor como médium.
-Somos un poco eso. No sale todo de nuestra genial inspiración, ojalá la tuviéramos. Somos un poco sacerdotes de una religión que nos excede, que es la literatura.