Una reflexión desde el teatro sobre la marginalidad que duele
Los sábados de marzo regresa a los escenarios la obra “Llanto de perro”, con dirección de Sergio Abbate y dramaturgia de Andrés Binetti. Aborda un tema que acredita una desoladora actualidad: la carencia extrema de los excluidos del sistema.
Gentileza Martín Bayo Llanto de perro es, para Sergio Abbate, una de las obras más importantes dentro de la dramaturgia de Andrés Binetti.
En julio de 2012 se estrenó, en la Sala Lilián Bardonek de La Treinta Sesenta y Ocho Espacio de Artes (San Martín 3068), la obra teatral “Llanto de perro (una vulgaridad contemporánea)”, un texto del dramaturgo Andrés Binetti traducido en escena por el actor y director Sergio Abbate. La puesta tuvo un amplio rodaje por salas y festivales de la ciudad y la región. Y ahora, casi una década después de su primer contacto con el público, volverá al lugar donde fue alumbrada: a partir de este fin de semana, subirá a escena en la mencionada sala todos los sábados de marzo a partir de las 21.
En líneas generales, “Llanto de perro” es una mirada sobre el aislamiento, la orfandad y la carencia extrema de los excluidos del sistema en la sociedad del siglo XXI, en la cual paradójicamente en otros planos se avanzó hasta niveles altísimos. Pero es, a la vez, una reflexión sobre el choque cultural entre campo y ciudad, un cuestionamiento sobre un Estado que en su pretensión de incluir finalmente excluye y una interpelación al espectador para que vuelva a posar la mirada sobre la marginalidad. Esto lo hace a través de tres hermanos que subsisten en los márgenes de la pampa infinita, en un espacio violento y privado de todo. No conocen otra realidad hasta que una encuestadora del Indec y se produce un fuerte choque cultural.
El elenco está conformado por Soledad Almirón, Luciana Brunetti, Camilo Céspedes y Leilén Bouchet, en un papel que previamente estuvo a cargo de Alicia Galli. El vestuario fue realizado por Osvaldo Pettinari, la operación técnica está a cargo de Oscar Heit, el maquillaje y efectos especiales son de Lucía Savogín, el diseño de luces es de Mario Pascullo y la asistencia de dirección es de Daniel Acosta. La dirección y puesta en escena corresponden a Sergio Abbate, quien compartió con este medio las impresiones de cara a esta nueva temporada de la obra. Y desgranó algunas consideraciones respecto a la resignificación que tuvo la obra.
Gentileza Juan Martín Alfieri D.R
Foto: Gentileza Juan Martín Alfieri
Problemática eterna
“Cuando nosotros la elegimos, en 2012, la obra obviamente tenía una fuerte gravitación porque el de la extrema pobreza es un tema lamentablemente universal”, explicó. De hecho, la obra tiene un subtítulo que es “una vulgaridad contemporánea”. “Siempre hubo sectores privilegiados que deformaron el horizonte de las miles de personas a su servicio. Desde el principio de los tiempos la organización social tuvo que ver con un elemento de poder preponderante y personas sometidas por el poder económico. Eso termina siendo una vulgaridad, algo vergonzoso para la humanidad, que debería haber acabado con la pobreza hace cientos de años”,
El título “Llanto de perro” contiene una metáfora. “Por un lado, es una llamada a la manada, porque el perro originariamente era salvaje. El llanto puede ser un llamado a la manada, pero a la vez una alarma ante un inminente peligro. Binetti, en el texto, presenta una alerta sobre algo que él considera una vulgaridad contemporánea, que en el siglo XXI se hable de pobreza. No porque la pobreza sea vulgar, sino porque es increíble que exista en un mundo altamente desarrollado”, sintetizó Abbate.
Gentileza Juan Martín Alfieri D.R
Foto: Gentileza Juan Martín Alfieri
Choque
“Llanto de perro” es en la óptica de Abbate una de las obras más importantes dentro de la dramaturgia de Binetti. “Me impactó muchísimo cuando la leí por las características que brinda a los personajes en su escritura. Son personajes bufonescos, pero que tienen que ver con el grotesco, género que se desarrolló muy bien en Argentina. Entonces me valgo de esos elementos para trabajar en la composición de los personajes, que son prácticamente animales, puro instinto, pero a la vez tienen un costado ingenuo. Como soy proteccionista, el animal tiene para mí una dignidad que no está en mucha gente. Por eso, decir que se comportan como animales es elogiarlos. Estos seres son arrojados a esa situación porque quedan huérfanos, pero por otro lado vivir en el monte, en la pampa infinita, en un espacio violento hace que además de hermanos sean manada”, explicó Abbate.
Cuando llega hasta ese lugar una encuestadora del Indec (elemento que ahora cobra otro valor porque estamos a días de un censo nacional) se produce un conflicto, que se vincula con la forma todopoderosa que tiene el Estado para actuar sobre los desclasados, sobre la gente sin horizontes. “Y demuestra que estamos, por un lado, separados en manadas y por otro sujetos a cuestiones que tienen que ver con el manejo del poder”, analizó el director de la puesta.
Gentileza Juan Martín Alfieri D.R
Foto: Gentileza Juan Martín Alfieri
Ese choque cultural también se produce entre lo urbano y lo rural. “El impacto es enorme porque hasta ese lugar de la pampa llega una persona de la ciudad. A la cual en la puesta estereotipamos como una representación del Estado nacional”, señaló Abbate. “De modo que la obra transcurre en medio de estas contradicciones: de un discurso dominante, el del estado, que pretende incluir pero en realidad excluye. Y de este núcleo familiar inocente, ingenuo, pero también acostumbrado a un trato, a una forma de socializar a la cual la gente de la ciudad no está acostumbrada”, finalizó.