Fundador de grupos clave como V8, Hermética y Almafuerte, fue un baluarte de la rebeldía juvenil y, años después, de posiciones nacionalistas. Criticado por sus ideas de derecha, se convirtió en un personaje mediático por sus dichos simpáticos y bizarros, mientras artistas de otros géneros recuperaban sus canciones. Con él se va parte de una era fundacional del género y una figura controvertida del rock argentino.
Iorio vestido de piloto en la edición 2016 del Cosquín Rock, donde destacó que “no es lo mismo el heavy metal que el metal nacional”. Foto: Archivo El Litoral
Ricardo Horacio Iorio, quien acaba de fallecer a los 61 años, fue un personaje de innumerables aristas. De movida es el padre del “metal nacional”: por estar desde los comienzos, por liderar el primer grupo relevante, V8, y porque buena parte de la alcurnia metalera deriva de ese grupo y de Hermética, su siguiente proyecto: de V8 salieron Beto Zamarbide y Miguel Ángel Roldán a formar Logos, Gustavo Rowek y Walter Giardino a Rata Blanca, y Osvaldo Civile a crear Horcas.
Después de Hermética, “Ricardo” (a secas, como se lo conocía en el ambiente) fundó Almafuerte, mientras sus ex compañeros sumaban a Karlos Cuadrado para ser Malón: en ese entonces la pelea se plasmó en canciones: Iorio publico “Buitres” en el álbum “Mundo Guanaco”, mientras que Claudio O’Connor, Claudio “Pato” Strunz y Antonio Romano le contestaron con “La fábula del avestruz y el jabalí”.
Metal primigenio
A principios de los 80, junto a su amigo Ricardo “Chofa” Moreno en guitarra y el baterista Alejandro “Pesadilla” Colantonio formaron la primera alineación de V8, denominada en honor a los poderosos motores de ocho cilindros en V: el combustible, la ignición y el metal caliente de los motores de combustión interna, la velocidad en la ruta, ya eran parte de la estética de los “jeivis” (como algunos pronunciaban en aquellos tiempos). Por aquel entonces Iorio cantaba y tocaba el bajo, algo que no volvería a hacer hasta Almafuerte (donde finalmente cedería el instrumento y se convertiría en frontman puro, aunque en algún momento seguía diciendo “somos tres acá arriba” y ya eran cuatro).
Junto a Alberto Zamarbide, entonces cantante de la banda WC, organizaron el primer festival de heavy metal realizado en la Argentina, en marzo de 1981, en la sede del Club Atlético Chacarita Juniors. Con el tiempo, Ricardo invitó a Beto a cantar, este trajo a Rowek de WC, y Moreno dejó la banda, recomendando a Civile como guitarrista: así nació la formación emblemática de V8: la que sacudió el BARock del 82, cuando los hippies de símbolo de la paz al cuello se encontraban con estos jovencitos enojados, cantando sus cuitas de clase trabajadora en la salida de la dictadura. Alguna vez contaron que Pappo (que había regresado al país, después de tocar con Lemmy Kilmister de Motorhëad, y había formado Riff, su propia propuesta dura), había rechazado tocar el mismo día, diciendo que si ocupaban su espacion en días diferentes expandirían la propuesta.
Como decíamos, en ese tiempo Ricardo supo poner en palabras la rabia de su tiempo, como en “Destrucción” himno del heavy argentino: “Ya no creo en nada / ya no creo en ti / ya no creo en nadie / porque nadie cree en mí. / no dejan pensar / no dejan crecer / no dejan mirar / pero por suerte puedo ver”.
Patriarca
Años después, en el primer disco de Hermética (tras la disolución de V8, debido a diferencias creativas y a la conversión evangélica de Zamarbide y Roldán) escribiría en Evitando el ablande: “Con mis amigos, / En el concierto / de metal duro, / por sentimiento. / Es fija que me verás / si estás presente / brindando aguante / con quienes sienten / como yo siento latir en la sangre mía, / salvando mis días. / Junto a su sonido brutal, mi vida / Resiste su ruina”.
Ahí vuelve a plantear al heavy metal como espacio de rebeldía, como una resistencia al sistema que viraba a los años locos del menemismo: “Las voces de discotecas no tienen cabida, / en esta movida. / Yo repudio toda esa careta / de mersa coqueta. / No callaré, porque me sobra aguante / y alzo mi voz, evitando el ablande del ladrón”.
Hermética se despediría con “Víctimas del vaciamiento”: uno de los mejores discos “libra por libra” del rock argentino de los 90, donde seguirían las críticas: “Otro día para ser (contra el capitalismo y la destrucción del ambiente), “Traición” (a los malos amigos), “Olvídalo y volverá por más” (a la corrupción política, inspirada en Carlos Grosso), “Hospitalarias realidades” (al sistema de salud), “Buscando razón” (a ciertos artistas “veletas de la moda”), “Del colimba” (al verdugueo militar, en épocas del soldado Carrasco) y la satírica “Moraleja”.
“Las letras de esas canciones documentaron todo lo que pasaba en ese momento y Ricardo veía todo”, le dijo tiempo atrás Marcelo “Tano” Romano a El Litoral. “Fue una época muy linda para nosotros, nos salían recitales en todo el país. De la grabación me acuerdo que tuvimos muchas horas en el estudio, pero fueron horas muy productivas. Creo que el buen momento de la banda se vio reflejado en el sonido del disco”.
A principios de este año, muchas de las canciones de Hermética fueron revisitadas en formato tango por la cantautora Ana Patané (hermana y colega de Lucy Patané), quien las reversionó en el álbum “Ajeno al tiempo”: un rescate de versos que siguen vigentes.
Transformación
Con el tiempo, Iorio fue mutando a posiciones nacionalistas, de la mano de su contacto con veteranos de Malvinas, acercándose a León Gieco y Rubén Patagonia, con los que compartió la crítica a la extranjerización y a la persecución a los pueblos originarios. Con Gieco grabó “El embudo”, del disco “Orozco”, que salió justo cuando comenzaban a salir las diatribas contra comentarios antisemitas (“Si vos sos judío, no me vengas a cantar el Himno”) y anticomunistas de Ricardo; también se peleó con los organismos de derechos humanos y el kirchnerismo, pero nunca tuvo una pelea abierta con Gieco, más cercano a todas esas posiciones. Joana, la hija de León, fue tecladista de la última banda de Ricardo, y lo bancó en todas, como cuando la AFA lo bajó de los festejos de la Copa América de 2021, donde había sido convocado para interpretar el Himno Nacional Argentino. Tras las protestas de la Daia, fue reemplazado por el santafesino Sergio Torres.
Enfrentado a la entonces directora del Inadi, Victoria Donda, esta le respondió que prefería a aquel Iorio de “Tú eres su seguridad”, cuando decía: “Ajeno al tiempo / sé que quisieras seguir / pero mil voces te ahogan / para que formes la cola del seguro porvenir. / Por eso te vi escapando / en las horas sin sol / de las miradas oscuras / que aprobaron las torturas del fugado represor. / Son quienes no alcanzan la paz / por sus viejos miedos. / Hoy esperan de vos seguridad. / Que no te demore el mundo, no /poniéndote el antifaz. / Y buscando acomodarte / En medio del derrumbe de su decadencia”.
En los últimos tiempos estuvo vinculado a Alejandro Biondini, dirigente identificado como filonazi y reconvertido en líder del Frente Patriota Federal. También se peleó con los mapuches en 2017 (también enfrenando al macrismo), y en los últimos tiempos hizo comentarios sobre “la Tierra plana”.
Mediático y pintoresco
Durante años, extractos de sus declaraciones circularon en webs y redes sociales como “Ricardescas”: “¿Por qué en los grupos de cumbia son muchos? Porque tienen vergüenza. Como los ciclistas que andan en la ruta. Si sos macho, bancántela mano a mano, en un velódromo” (sus asociaciones de ideas eran únicas).
De la mano de Beto Casella se fortaleció el Iorio mediático: el de las entrevistas bizarras, entre respuestas profundas y definiciones graciosas. Se conocían desde muy jóvenes: según contó Casella, su hermano puso el primer local de indumentaria de cuero donde los primeros metaleros argentinos se proveían, remedando el vestuario de los grupos internacionales que veían en las revistas (Ironías: Rob Halford, cantante de Judas Priest e impulsor de esa estética, se la apropió de los clubes gays europeos a los que concurría; dato que pone nerviosos a muchos metaleros homófobos).
De todos modos, su presencia mediática no se limitó a esas duplas con el conductor de “Bendita”: una de sus primeras entrevistas largas fue la que le brindó a Hoby Defino en “El visionario", en un enclave bucólico rodeado de gente danzando alrededor, encabezados por la astróloga Ludovica Squirru (está en Internet).
En una entrevista con Yayo Guridi en “Sin codificar”, hablando de su vida en medio del campo, tuvo una expresión premonitoria: “Soy consciente de que si a mí me agarra un infarto, o un HV (sic, en referencia a un ACV) yo muero, porque ahí no llega la ambulancia. Porque el campo es muy bonito, pero a veces también te dice ‘tomá, puto’”.
Mano a mano con El Litoral
En diálogo con El Litoral en 2015, mostró su lado más humano. Ante la pregunta: “¿Cómo se genera esta relación de Almafuerte con el público, siendo que por ahí los medios no dan tanto espacio a esta música?”, respondió: “No le dan bola a lo que despierta conciencia. Nosotros somos así, vamos por todos lados, donde nos llaman vamos a tocar, siempre que no sea para ningún partido político extremo vamos. Como pueda, como sea, humildemente. Estamos grandes, y nos sentimos contentos del sacrificio de tantos años a contar las moneditas (risas). Nosotros salimos a las dos de la mañana a Santa Fe, tocamos y volvemos, siempre es así. Es una rutina”.
También habló de la gratitud (“la vida se trata de valorar los afectos”) y el cariño que lo unía con sus compañeros: “Y... por cariño, por sentimiento creo que es. De otra forma, no habría manera de tener más grandes satisfacciones. Nos llevamos bien y nos queremos. No te voy a decir que después de los conciertos estamos todos juntos, pero estamos mucho tiempo juntos, con el Tano (Claudio Marciello) y con Bin (Adrián Valencia, fallecido en octubre de 2022)”.
Consultado sobre de dónde sacaba las energías para seguir adelante: remató: “De las ganas de haber querido ser y serlo. La vida es una fiesta si uno hace lo que ama”.
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