"Rinoceronte": el largometraje que tiene como escenario a Santa Fe
Se trata de una ficción escrita y dirigida por Arturo Castro Godoy. El rodaje comenzó hace una semana y seguirá hasta el 17 de mayo. A los actores locales, se sumaron artistas conocidos a nivel nacional como Diego Cremonesi, quien en una entrevista señaló que se siente a gusto al trabajar con un director que “ama los personajes”.
Gentileza Altocine El platense Diego Cremonesi es conocido por sus trabajos en Un gallo para Esculapio , El marginal y Monzón . Me gusta estar filmando la película de una persona como Arturo (Castro Godoy) y su equipo, para quienes este proyecto es importantísimo , dijo.
Hasta mediados de mayo se realiza en Santa Fe el rodaje de “Rinoceronte”. Se trata del primer largometraje que se filma en la ciudad desde que comenzó la pandemia y las actividades se realizan bajo estrictos protocolos sanitarios. Escrito y dirigido por Arturo Castro Godoy el film está producido por Altocine. Cuenta la historia de Damián, de 11 años, “separado de una familia negligente y violenta y llevado a vivir a un hogar de niños. Acompañado por Leandro, un asistente social con una historia similar a la suya, tendrá que aceptar que su vida anterior quedó atrás, y que a pesar de la rabia que siente es posible construir una nueva”.
Ganador del concurso Largometraje de Ficción 2018 del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina (Incaa), “Rinoceronte” se vale para su rodaje de un equipo integrado por profesionales de Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos. Además, supone para la provincia una inversión de 20 millones de pesos y alrededor de 250 puestos de trabajo. Junto a varios actores y actrices locales y de la región (entre los cuales figuran el niño Vito Contini Brea) el film cuenta con participación de artistas conocidos a nivel nacional como Eva Bianco y Diego Cremonesi, quien participó en “El Marginal”, “Monzón” y “Un gallo para Esculapio”. En medio del intenso trabajo de filmación, el actor accedió a mantener una charla con El Litoral.
Gentileza Altocine
Foto: Gentileza Altocine
Aseguró que poder trabajar en Santa Fe es una experiencia hermosa. “Es una ciudad que me hace acordar mucho a La Plata. Soy platense y aunque trabajo en Buenos Aires, voy y vengo. Santa Fe es una ciudad muy bella, estoy sorprendido de lo hermosa que es. Estoy en contra de la cuestión unitaria cultural. Hace falta que la industria cinematográfica forme en todo el país profesionales de la industria, en todos los rubros. El intercambio nos hace crecer a todos”, destacó.
Un guión conmovedor
-¿Qué te atrajo del proyecto?
-En primer lugar, el guión. Es un guión que me hizo llegar Arturo. Al leerlo, me conmovió de entrada. Me pareció que estaba, llamativamente, bien escrito. No porque los guiones estén, en general, mal escritos, sino porque a veces uno los ve y se da cuenta de todo lo que hay que hacer para ver si logra corporeidad. Y otras veces, uno ve el guión y piensa ¿Cómo hago para no arruinar esto?. Este es un trabajo muy profundo y sensible. Había muchos elementos que me convocaban, como la historia y mi personaje en particular. Era importante para mí poder hacerla porque me había apropiado mucho del proyecto.
Vínculo especial
-¿Cuál es tu personaje, qué características tiene y cómo lo construiste?
-Mi personaje se llama Leandro. Es un asistente social que acompaña al protagonista, que se llama Damián, interpretado por Vito Contini Brea. Es un niño en un estado de vulnerabilidad importante y de maltrato familiar. El Estado interviene, lo lleva a un hogar y este asistente es el encargado de acompañarlo en ese difícil camino. Ese personaje esconde un pasado que lo conecta mucho a ese niño. Y, particularmente, este niño lo moviliza. Básicamente la película tiene que ver con el vínculo que se genera entre ellos. La construcción del personaje es algo que vengo haciendo desde que empecé a pensar la película. Y también a lo largo de varias reuniones con Arturo (Castro Godoy). Él es un director de esos que a los actores nos generan mucho placer, porque se apoyan en la actuación. Aman los personajes y la escena. No siempre está al frente eso, a veces están más al frente el ritmo, el vértigo, la acción. Arturo es un tipo que ama ver la actuación desplegándose y que eso sea lo que narra. A mí eso me apasiona, entonces hubo muchas conversaciones. La construcción que uno supone se va terminando de gestar a lo largo del rodaje, en el encuentro con los otros.
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Foto: Gentileza Altocine
Indagar mundos distintos
-La construcción de personajes para el cine debe tener diferencias con respecto a lo que es el teatro. ¿Cómo lo vivís vos, que atravesaste los dos ámbitos?
-En realidad las preparaciones son muy diferentes de trabajo en trabajo. Cada personaje, por más que sea dentro de lo audiovisual, te pone en foja cero. Te sirve el oficio, lo que fuiste aprendiendo del lenguaje y la técnica. Pero lo que tiene que ver con la construcción de cada personaje, no hay una forma que yo sienta que se puede repetir de película a película. Siento que cada personaje pide y propone cosas nuevas, que tienen mucho que ver con el contexto en el cual nos convocan. Cada propuesta te permite indagar de diferente manera en el lenguaje de la actuación. Lo que está claro es que en lo teatral, en relación a la cuestión cinematográfica, desde lo expresivo uno trabaja con mucho más volumen. La dificultad de lo audiovisual en relación a lo teatral es la falta de un recorrido más genuino y de la acumulación que te da el hacer. En lo teatral, que es de donde yo vengo, uno se mete en lo que hace y hasta que no se termina no para. Esa acumulación es como una energía que se va gestando. En el cine, eso está cortado en diez millones de pedazos.
En los bordes
-Señalaste que a la hora de crear te gusta “intentar tocar algunos bordes” Eso demuestra que hay de tu parte un compromiso muy grande con cada personaje.
-No me comparo con los demás, porque el de la actuación de cine es también un trabajo muy solitario. Hasta que llegás al set, en general estás solo. Te exige una introspección muy fuerte para poder darle alma a esa letra que está impresa. Lograr que esa palabra, que fue gestada desde una idea, tenga cuerpo, tenga carne, respire, tenga sentimientos, un mundo interno, es muy difícil. No se logra solamente sabiendo la letra. Tenés que meterte hacia dentro, indagar en vos, no solo para encontrar qué cosas internas pueden resonar en relación a la problemática sobre la que estás trabajando, sino también para tratar de encontrar en vos ese ser que estás diagramando desde lo formal y así lograr que sea genuino. Me refiero a obligar a la mente a que bordee algunas situaciones. Por ejemplo esta historia que estamos transitando es durísima y está muy lejos de las realidades que hemos vivido, tanto yo como el niño actor. Desde ese lugar, hay que buscar cuáles sentimientos del personaje pueden estar en uno. Es como jugar a un juego que se puede volver un poco peligroso. Cada uno se va inventando sus propios recursos.
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Foto: Gentileza Altocine
Adentrarse en la oscuridad
-En tu caso ese proceso habrá dejado marcas, en el sentido que tuviste que trabajar con personajes muy oscuros y perturbadores.
-Hay personajes que te piden más y te obligan a meterte un poco más en el pozo ciego. Creo que en general, estos procesos dan sus frutos pero también uno paga costos. No voy a decir que estoy trabajando con material radioactivo, porque hay gente que trabaja con cosas mucho más peligrosas. Pero hay algo de lo emocional que se pone en juego. Alguien que pretenda actuar y hacerlo de buena manera, debe tener una disponibilidad a la autoobservación. Ese juego tiene algo riesgoso, pero también es maravilloso cuando sucede algo que nos hace sentir que lo que está sucediendo es único e irrepetible.