En esta entrevista, Mirador Provincial dialoga con el músico y compositor Rodrigo Soler donde nos cuenta la historia de sus comienzos con la música.
Rodrigo Soler está de estreno para presentar “Canciones desde el búnker” (Vol. 2), el nuevo álbum del músico y compositor.
En esta entrevista, Mirador Provincial dialoga con el músico y compositor Rodrigo Soler donde nos cuenta la historia de sus comienzos con la música.
El mismo se encuentra presentando su nuevo álbum: “Canciones desde el búnker” (Vol 2).
Además de un disco, se trata de un proyecto audiovisual que combina canciones propias del artista con otras que surgieron a partir de encuentros creativos con diferentes colegas.
De cada una de esas sesiones en vivo se grabaron videos que fueron publicados en diferentes plataformas acompañados por textos en prosa que cuentan historias relacionadas con esas composiciones, con los encuentros creativos, o que hacen alusión a personas que pasaron por la vida de Rodrigo Soler.
Todas esas anécdotas son relatos en sí mismos pero que al escuchar la canción nos ayudan a darle un sentido diferente y a descubrir otras facetas ocultas en las letras.
Rodrigo Soler inició su carrera solista luego de haber integrado diferentes bandas a ambos lados del Atlántico.
Su vida entre España y Argentina enriqueció su música, pues le permitió descubrir influencias y ritmos que incorporó tanto en Buenos Aires, su ciudad natal, como en Madrid, donde vivió ocho años, grabó dos discos y realizó más de 100 presentaciones con distintas formaciones.
“Diletancia” fue su carta de presentación y su segundo trabajo fue “Amores Bonsái”, que contiene 11 canciones inéditas de su autoría, y que presentó oficialmente en La Tangente de Buenos Aires, en una gira por ocho ciudades de España y Andorra, en dos ciudades de Ecuador y en Montevideo, Uruguay.
Sus letras cuentan con identidad propia y cumplen un papel importante en el trabajo: muestran la personalidad del artista y su búsqueda poética en la cual conviven la nostalgia, la alegría, la rabia y la ironía. Su música propone un recorrido por el rock nacional, la rumba española, pasando también por la bossa nova, el reggae, el swing, la música balcánica. El resultado: cada canción tiene su propio clima, que la torna inconfundible respecto de las demás.
En junio de 2020, en plena pandemia, estrena “Canciones desde el búnker”, una serie de videos musicales con varias voces e invitados, nacida en el aislamiento pero perfilándose como su nuevo proyecto audiovisual.
El ciclo fue evolucionando y se convirtió en un lugar de encuentro con diferentes artistas y un espacio de creación e investigación que trascendió fronteras al incorporar músicos de distintas latitudes. Al estrenarse los primeros 10 episodios, Rodrigo Soler decidió editarlos en formato audio y publicarlos en Spotify como una manera de aprovechar la plataforma para compartir distintos tipos de materiales sin necesidad de estar limitado a discos oficiales, dándole lugar a sesiones en vivo que permitan ver un material más auténtico.
Ahora, al llegar a los 20 episodios, se estrena el segundo volumen que cuenta con composiciones inéditas e invitados especiales como Zambayonny, Rafa Pons, Julián Oroz, Daniel Hare y más artistas de Argentina, España y Ecuador.
-¿La música es un elemento de descubrimiento en la identidad?
-Definitivamente. Creo que cualquier tipo de arte lo es. Muchas veces pienso en mi piano como un psicólogo al que le cuento mis problemas, con el que me desquito, al que le lloro mis penas y le canto mis alegrías, al que le hago preguntas y con el que descubro respuestas. Sentarme frente a una hoja en blanco también es un ejercicio de autoconocimiento, y he descubierto leyendo letras antiguas que había una parte de mí que sabía cosas que me pasaban que el resto de mi persona no entendía aún, como que me he dado cuenta que comprendía una situación mucho más de lo que creía en eso momento leyendo historias y canciones que escribí sobre eso.
-¿Cómo ves la movida cultural en estos momentos?
-Bien, mutando, evolucionando, como siempre. Puede gustarnos más o menos lo que se escucha ahora pero nunca se deja de crear y eso es lo importante, hay que entrenar el oído para nuevas cosas, aunque uno ya tenga su gusto musical definido o no se sienta del todo identificado con algunas tendencias.
Creo que ahora se vendrá una explosión cultural, nuevos discursos, nuevas resistencias, como en cada época de conflicto, en cada época de opresión. Nos van a empobrecer, nos van a sacar derechos y nos van a reprimir, vamos a sentirnos asfixiados estos años y necesitaremos escribir, escupir todo nuestro dolor, hacer arte, crear amor y decir nuestras verdades mientras los medios -que pertenecen a los mismos que nos oprimen- silencien la realidad. Cuando el pueblo necesita una voz, el arte termina siendo una de las tantas formas de resistencia, una de las más importantes.
-¿Cómo es ese proceso compositivo?
-Este disco tiene la particularidad de que compuse tres canciones con otros artistas, y eso hizo que se generaran varios encuentros en los que charlábamos, improvisábamos, probábamos cosas en conjunto, pero también hablábamos de la vida, de nuestros proyectos, de nuestras alegrías y tristezas. Esas juntadas terminaron dándonos mucho más que una canción y fue precioso descubrir eso.
Cuando compongo solo mi proceso es un poco caótico. Tengo muchas letras y canciones por la mitad, que de vez en cuando me siento a completar y a buscarles una vuelta. Y otras las arranco de cero, a veces me siento al piano, invento una melodía, me la grabo en el celular y la voy escuchando en loop en el auto, completando frases, pensando modificaciones, hasta que van apareciendo cosas que me gustan y la voy completando.
-¿Cómo se debería trabajar según tu experiencia la música en las escuelas?
-Yo tuve música sólo en la primaria, porque en secundaria hice industrial, pero mi recuerdo es que lo único que nos enseñaban era un par de canciones en una flauta dulce que odiábamos tanto los alumnos como los padres que tenían que escucharnos. Me hubiera gustado que le dieran más espacio a la experimentación, estaría genial que las escuelas tengan varios instrumentos, que permitan a los alumnos probar distintas cosas, aprender canciones que les gusten, armar una banda, que les enseñen a componer, a crear, a expresarse a través de un texto y una melodía. Creo que la música tiene que tener un comienzo lúdico que nos permita conectar con ella.
-¿Cómo fue ese proceso de creación de tu nuevo álbum: “Canciones desde el búnker”?
-Fue creándose poco a poco, a medida que iba craneando los videos. En la pandemia me quedé solo en mi casa, me acababa de comprar mi primer piano de madera y me encerré a estudiar, pero poco tiempo después sentí la necesidad de conectarme con el mundo a través de mi arte, así que empecé a hacer versiones en piano de mis canciones, y a acompañarlas con un texto en el que contaba algo de esa historia, de la letra, o de cómo estaba yo en ese momento. Al llegar a 10 episodios decidí publicarlos en Spotify, y ahora que llegué a los 20 saqué el segundo volumen, me gustaba la idea de que puedan escucharse en cualquier lado, no sólo en los videos, y es una manera de romper con la idea de que sólo pueden subirse canciones en estudio en Spotify, meter sesiones en vivo, donde se nos escucha hablar, es una forma de descontracturar la plataforma y perderle el respeto excesivo que se le tiene. No todo tiene que estar perfectamente grabado, tiene que estar vivo.
-¿Qué cambios hubo artísticamente en vos desde que comenzaste hasta el presente?
-Después de publicar “Diletancia” -mi primer disco- quise evolucionar y mejorar y me puse a estudiar canto, y creo que eso se nota un poco en “Amores Bonsái”, mi segundo trabajo. Luego me dieron ganas de descubrir otras armonías, de componer canciones distintas, de no repetirme, y sentí que si seguía así iba a componer otra vez el mismo disco con distintas canciones, así que me metí unos años en la EMPA a estudiar y perfeccionarme, y espero que eso se note en mi próximo disco.
Creo que como en todo a lo que uno le mete energía, constancia, horas, meses, años, hay necesariamente una evolución. En estos años descubrí nueva música, me influenciaron otros artistas… Hay ciertos gustos que uno no cambia pero hay épocas en la vida en la que necesitamos más una u otra cosa de todo el abanico que tiene la banda sonora de nuestras vidas, y eso se refleja en las canciones que van naciendo.