Rubén del Solar: entre nuevas búsquedas y viejas raíces
A sus casi 78 años, Rubén del Solar trabaja en su próximo álbum con colaboraciones como la de Peteco Carabajal, mientras se adapta a las plataformas digitales y continúa perfeccionándose como artista. En diálogo con El Litoral, reflexiona sobre la pandemia, los festivales y los reconocimientos que ha recibido a lo largo de su trayectoria.
“Mirá, en los festivales no estoy, en Guadalupe estuve tres, cuatro veces. Pero a mí me vienen con el cuento de que yo soy para concierto: ‘No, porque lo tuyo es muy fino’”, cuenta Rubén. Foto: Gentileza del artista
Cercano a cumplir 78 años (nació el 23 de febrero de 1947 en La Gallareta, como Miguel Ángel Aguilar), el cantautor santafesino Rubén del Solar no se detiene: mientras prepara su próximo álbum, con la participación de Peteco Carabajal, se adapta a la nueva dinámica de plataformas de la escena musical, y continúa formándose como guitarrista, cantante y músico en general.
En extensa charla con El Litoral repasó todos estos proyectos, como así también las dificultades de la pandemia, los cambios en los festivales, y los reconocimientos, más habituales de visitante que de local.
De la mano de Peteco
-Grabaste con Peteco Carabajal en 2020. ¿Cómo fue hacer cosas en medio de la pandemia?
-Fue difícil. Primero porque la gente tenía mucho miedo de asistir a espectáculos donde había mucha gente. Hubo que recuperar la confianza de la gente, que salga y diga: “Voy a ir a El Solar de las Artes, va a haber 60 personas y no me va a pasar nada”. De a poco fue ir recuperando espacios: se fue logrando, y he logrado cosas importantes como haber grabado con Peteco.
Con todos los grandes que yo pude grabar me llevé una sorpresa, sobre todo en la calidad humana: tanto con Litto Nebbia, como con Peteco, que hicimos una chacarera. Yo había llevado un tema que a mí me gustaba, y él me dijo: “No, ese no”.
-¿Cómo se dio el encuentro?
-Nosotros tenemos una comunicación por chat, “¿qué estás haciendo?”, esas cosas. Y como yo iba a empezar a hacer un disco nuevo, le dije: “¿No querés hacer un tema conmigo?”. “Sí, dale: más o menos tírame la fecha, a ver si no tengo nada”. Le dije: “Vamos a hacer una cosa: Decime cuándo podés vos, yo me acomodo a eso”. “Entre el 1 y el 5 de tal mes estoy libre”.
Me fui preparado con un tema que tiene para mí tiene mucha vigencia, que es de Jacinto Piedra: un ícono de Santiago del Estero. Que a los chicos los entretienen con el televisor, le cambian los trompos por armas de guerra (“Dónde ha quedado el cielo”). Y él me dijo: “No, ese tema tiene como 20 años”. “¿Conocés ‘Bajo la sombra de un árbol’?”. “Más o menos”, le contesté.
Me la cantó: por supuesto una chacarera de Santiago del Estero. Me dijo: “Vamos a hacer una cosa, para hacerlo más rápido”. Igual estuvimos cuatro horas para hacer un tema: la verdad que se brindó por completo. Estuvimos en el Estudio ION: yo veía a Pugliese, Piazzolla, todos los que habían estado ahí; aparte él se hizo cargo de la grabación.
Me propuso: “Yo voy a hacer todo: la primera voz, la guitarra, el bombo; y te doy descuartizado el tema. Y vos te vas allá (él lo conoce a Marcelo Cornut) y armalo como quieras: me hacés cantar a mí una estrofa, otra vos; me hace dúo en una”.
Así y todo, se metió en la consola, lo mandó bien al tema, y me dedicó cuatro horas: que tiene no es poco para un tipo como él, que es fantástico. Después lo terminé acá con Marcelo, quedó ya listo para ponerlo en el disco. Se lo mandé y me contestó: “Fantástico: voy a ser famoso” (risas)
Junto a Peteco Carabajal, con quien grabó “Bajo la sombra de un árbol”. Foto: Gentileza del artista
En el estudio
-¿Cómo va ese disco?
-Bien, un poco lento: tendría que haber estado el año que pasó, pero Marcelo tiene 50.000 cosas. Me gusta trabajar con él: primero porque es músico; segundo porque es guitarrista; él estudió con Chick Corea en los últimos tiempos, sabe un montón. Y se involucra: “¿Querés que te ponga un bajo acá?”.
-¿Ya están todos los temas?
-Estás todos, falta mezclar, ecualizar. Faltan dos temas de guitarra nomás: uno que me dedicó Fabio Zini, que es “Milonga para Rubén”, me sorprendió. La grabé en el estudio de Marcelo y después Fabio la pasó en un canal de Los Ángeles (Estados Unidos). Eso fue una satisfacción también.
-Es llegar más lejos, de otra forma.
-Seguro. Es más: después tuve cuatro, cinco pedidos de otros guitarristas de distintos puntos del universo, que me pedían la partitura: querían tocarla. Le digo: “Fabio, ¿la tenés registrada?”. “Sí, por supuesto, acá tengo todo”.
-Lleva muchos años allá, ya maneja todo.
-Sí, y ahora puso un piecito en Netflix, está haciendo cortos. Que él haya dedicado un tiempo para componer para mí y dedicarme una milonga es un valor incalculable.
-Este año va a salir el álbum.
-Sí o sí, porque hace rato que no saco nada nuevo. Me dicen que ya no se usa más el físico, va todo a plataformas.
También me escribió Sandra Galarza de Ecuador, y me metieron en una plataforma que se llama Voces de la Comunidad, que sale para Perú, Colombia, Ecuador, México y Japón. ¿Cómo me engancharon a mí? Por las redes. Mi nieto me agarró el tema de Instagram, y funciona: se ha incrementado muchísimo la cantidad de visualizaciones, me han llamado de San Antonio de Areco para actuar. Enseguida empezó a moverse la cosa.
De cualquier manera, pienso hacer una presentación con los temas del nuevo disco. Incluso se está usando menos: antes hacía hasta 12 temas, ahora están haciendo diez temas o menos. Me gusta presentar los nuevos temas en vivo. A lo mejor hago 100 discos físicos para regalar a los periodistas, esas cosas.
-Hay gente que quiere tener el objeto.
-Sí. Así que en eso estamos.
Junto a Fabio Zini, quien le dedicó la “Milonga para Rubén”, uno de los temas instrumentales del nuevo material. Foto: Gentileza del artista
Reconocimientos
-También la Cámara de Diputados me hizo un reconocimiento cosa que no esperaba. O sí: uno espera que alguna vez en su propia tierra...
Me llamó Jorge Henn, que era diputado en ese momento, yo no lo conocía (sí sabía quién era). Me dijo: “Rubén, quiero hablar con vos”. “Me parece que metiste mal el dedo”, le puse, “no sé si querés hablar conmigo”. “Sí, con vos, venite a mi oficina”, me citó ahí. “Estoy siguiendo tu trayectoria, yo tocaba la guitarra cuando era chico, aprendí la ‘Costerita’. Y veo que donde vos vas no dejás una bandera argentina, sino una santa Fe”.
Y es cierto eso, una cosa que me surgió hace mucho: dónde voy, a Uruguay, Chile, Cuba (donde estuve un mes), a cada lugar llevo una bandera santafesina.
Y eso parece que le gustó: “Mirá, en la Cámara presenté un proyecto para que te hagan un reconocimiento a tu trayectoria”. Y lo hicieron. Está bien que uno no trabaja para eso, pero que a cierta altura de la vida te hagan un reconocimiento es importante. Y en mi provincia: porque me dieron en Uruguay, en Paraguay, en Cuba, y acá no.
-Aparte es como una palmada.
-Un mimo que se siente. Ahora me están pasando en una plataforma en Uruguay.
-En Uruguay tenés banca.
-Tengo buena onda con los uruguayos: no sé qué pasa, hay un karma ahí. Ahora va a salir un disco con Rafael Amor y yo voy a estar en ese disco, con Alfredo Zitarrosa y un montón más. Y siguen difundiendo mi música también ahí en Uruguay. Incluso me dieron un premio, un reconocimiento, que se llama Escarcela: era como la billetera o la cartera que usaban los antiguos gladiadores, cazadores. Está bañada en oro, muy linda, la hizo un artesano de allá.
Y me declararon socio de la Liga Artiguista: también me cayó de arriba, no lo esperaba, pero se ve que allá se acuerdan bastante de mí.
-Es algo constante en el tiempo, es de imaginar que por la amistad con los guitarristas de Zitarrosa y otros artistas de allá.
-Me hablaron de una radio de Tacuarembó hace dos meses: “Te habla Tabaré Camargo”, con ese nombre ya no podía ser otra cosa que uruguayo (risas). “Mañana tipo 10 te queremos hacer una nota, si estás en tu casa te llamamos”. Me llamaron y pasaron dos o tres temas míos, me hicieron la nota.
La hermana de Alfredo Zitarrosa, Cristina, día por medio me manda cosas por Facebook, me escucha, me pone me gusta. El otro día fue el cumpleaños y la saludé; ha tomado un cariño muy grande conmigo y con mi pareja, que fuimos a la casa. Me dice: “¿Cuándo vienen otra vez por acá?”. Tenemos ganas de ir: a mí me gusta de Uruguay: la gente es más criollita, más sencilla, más tranqui; (Luis) Landriscina se fue a vivir allá, está más grande, quiere estar más tranquilo. Lo único que me arrepiento de tantas veces que fui (porque empecé a ir desde el 2004) es no haberlo conocido a Pepe Mujica, que para mí es un ícono.
Entonces le digo a Cristina: “En marzo vamos”. “No se les ocurra ir a un hotel, vengan a casa”. Se dio una salud cosa que ella misma lo dijo: “Parece mentira el cariño que les tomamos: nos vimos dos veces y es como si nos conociéramos de siempre”.
Hace poco hablé con la señora de un gran músico de allá Toto Méndez, que fue la primera guitarra de Alfredo, para expresarle lo mucho que lo lamentaba. Me dijo: “Fue una cosa tan sorpresiva que no estoy en condiciones de hablarles; discúlpenme. Yo sé quién sos, porque el Toto te nombraba mucho. Pero hablame más adelante, porque estamos devastadas con mi hija”. Fue un paro cardíaco; había tocado hacía una semana con Juan Falú. Le conté a Juan que falleció Toto y no lo podía creer, no sabía nada.
Toto me había dicho meses antes: “Podríamos hacer un disco juntos” (era un animal cómo trabajaba). “Toto, ¿yo qué puedo hacer? Llevarte el estuche” (risas). “No te achiques, que vos también tenés las tuyas”. Le gustaba mucho la música del Litoral: hacía una versión de “Pájaro Chogüí” que para mí es insuperable, y se lo dije. Lamentablemente no se pudo dar.
La otra cosa era con Miguel Ángel Morelli, que era primo hermano mío: su mamá era hermana de mi papá. Le dije: “Nunca cantamos juntos. Nuestros viejos se pondrían contentos si nos vieran cantar juntos”.
Me respondió: “Tenes razón, estamos grandes. Tenemos que hacer algo antes que tomemos el colectivo para irnos”. “Vos sos poeta, yo no; pero tengo un título para el disco, si lo hacemos: ‘Con el canto en la sangre’. ¿Qué te parece?”. “A mí no se me hubiera ocurrido”. “Porque no lo pensaste, yo lo venía pensando”. “Me encanta: guárdatelo, que eso lo vamos a hacer”.
Después tampoco eso se pudo hacer. Pero acá hay una posibilidad, porque como somos parientes no tengo un problema de derecho de autor y esas cosas. Con la hija estamos en contacto cada dos días: vive en San Jorge y es médica. Ahora está el disco de él, con artillería artificial puedo hacer cualquier cosa: puedo cantar con él y hacer un homenaje póstumo a Morelli.
Ya lo hice con Eduardo Falú; me falta que me autorice la hija de Jaime Dávalos: hice el tema “Río de tigres”, es hermosísimo. Lo armamos con Marcelo: hace Falú una parte y yo otra. Quedó perfecto, pero tengo que tener la autorización, para que Facebook con los algoritmos no me lo baje ahí nomás.
-Si la autorizan, ¿entraría en el disco?
-Sí.
Con su primo Miguel Ángel Morelli, en un Festival de Guadalupe. No pudieron grabar antes de que Morelli falleciera, pero está la posibilidad de cantar juntos gracias a la tecnología. Foto: Gentileza del artist
Escenarios
-Algunas personas me dicen: “Vos no estás en los festivales”. “Mirá, en los festivales no estoy, en Guadalupe estuve tres, cuatro veces. Pero a mí me vienen con el cuento de que yo soy para concierto”. Y yo no me la trago a esa.
-Es una cosa que te dicen para no llamarte.
-Claro, yo no soy para concierto. ¿Falú cuántas veces estuvo en Cosquín? ¿Por qué no puedo estar en Guadalupe, que ya estuve? (en Sauce Viejo también). “No, porque lo tuyo es muy fino”. “¿Qué va a ser fino? Toco una milonga, toco una cueca, hago un mix”.
-No tocás los instrumentales, capaz.
-Ponele. Pero puedo tocar un gato, algo movido para que la gente haga palmas. Entonces no aparezco. A la gente hay que levantarle un poco...
-Bueno, el propio Juan Falú tuvo peleas, le dieron vuelta el escenario antes de tiempo.
-El día que iba a ser el homenaje a Eduardo, el tío, lo pusieron a las tres de la mañana, sin probar sonido. Entonces sacó un artículo: “Caos-quín”: “En el homenaje a mi tío (por respeto a mi tío, aunque sea) no me dejaron ni probar sonido, toqué con Liliana Herrero a las tres de la mañana, retumbaba todo”. Si a él le hicieron eso, te imaginás que me pueden hacer a mí.
-También es cierto que los festivales folclóricos de esta zona, como Guadalupe o el Pescador, los están cerrando artistas de cumbia.
-Digo lo mismo. No soy discriminativo. Pero entonces que digan “música popular” y ahí metés todo.
-El problema no es la cumbia, es que lo corren a la fiesta.
-Pero también hay que levantar un poquito el nivel este, porque si no vamos para abajo.
-Hoy en los festivales no podría tocar Jorge Cafrune, no podría tocar José Larralde.
-A Mercedes Sosa no la podían mover, Jairo. Pero sacando a dos o tres, después lo demás están todos menos más o menos en la misma: Luciano Pereyra, el Chaqueño.
-Los Tekis...
-Sí, que encima corrieron a una comunidad indígena, se quedaron con todos los terrenos. Esos son los problemas de los festivales. Primero que siempre son los mismos: está bien, llevan gente, el Chaqueño te lleva 20.000 personas, yo te llevo mil. Pero se puede moderar un poco y que la gente escuche también otra cosa; porque si le das siempre lo mismo vamos perdiendo todo.
-Y bueno, a los que te dicen que sos para concierto, deciles que te organicen un concierto.
-Hubo uno que me prometió hacer un concierto en el Centro Cultural: todavía lo estoy esperando. No era de la política.
-Pero los de la política también podrían al menos generar un espacio, hacer un ciclo.
-En el Hall de la Cámara de Diputados, de la Legislatura: podría hacer un recital ahí.
Con Juan Falú, a quien admira tanto como a su tío Eduardo (a quien realizó un homenaje, que podría entrar en el álbum). Foto: Gentileza del artista
Entrenamiento vocal
-Una cosa que me gustaría contar es que estoy estudiando canto hace dos años, con Carlos De Giorgio, un rockero de aquellos. Porque le dedico muchas horas a la guitarra, y la gola se cansa con el tiempo: hace 50 años que estoy dando vueltas.
-Es un instrumento igual que el otro.
-Hay que cuidarlo, yo nunca lo cuidé: siempre canté a pulmón. Pero con la pandemia, los músculos, las cuerdas vocales, es como un jugador que está tres años sin correr: cuando hace un pique se desgarra. Me pasó eso: no perdí la voz, pero se me alteró, Entonces le pregunté a Nilda Godoy, esposa de Cacho Hussein, y me dijo: “Yo estoy al mango, pero andate con Carlos De Giorgio, que es muy bueno”. Fui con Carlitos la verdad que recuperé muchísimo.
-Sabe mucho de técnica.
-A los alumnos nos manda videos. La otra vez trabajamos “Balada de otoño” de Serrat, que es muy linda. Canté un tango, “Afiches”, que no es lo que yo hago. “Yo te doy todo esto para que vos tengas otros recursos de canto, no solamente el folclore; ampliando el espectro de recursos vocales vos podés abordar mejor los temas del folclore”, me dice él. Canté la de Jairo, “Milonga del trovador”: las tengo grabadas para el uso casero.
Me tiene mucha paciencia: “Enseñarte a colocar la voz en el resonador, a esta edad; vos estás bien, no tenés nada, pero nunca trabajaste la técnica”. Mi hija, que está en dirección coral, que se recibe este año en el Instituto, me dice: “Eso es difícil, papá: vos que nunca trabajaste las cuerdas vocales". Me hice una videoscopia de las cuerdas vocales y me dijeron: “Las tuyas son mejores que las de Pavarotti; no laburaste nunca, eso sí” (risas).
-También uno incorpora mañas.
-Walter Heinze, de quien yo era muy amigo, decía: “Es más fácil hacer de entrada que deshacer lo que aprendiste y volverlo a hacer”. Porque ya traigo, como decís, mañas incorporadas en el canto, en giros, que ahora quitármelos... “¿Para qué estirás tanto la frase?”, me dice Carlitos. “Vos la hacés tres segundos más larga, entonces la afinación se cae”. Y me manda a estudiar: “¿Cuánto le dedicás a la guitarra? ¿Dos, tres horas? Si le dedicás 20 minutos, media hora por día a los ejercicios de vocalización, de articulación, tenés que salir adelante en seis meses, no podés estar dos años”. Así que estoy haciendo eso también para superarme en ese aspecto.
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