Reabre la Sala Marechal, con una propuesta de danza experimental
Se trata de “Solos extr3mos”, una trilogía creada por la bailarina santafesina Luciana Croatto, de gran trayectoria en Europa, en conjunto con el compositor, cineasta y coreógrafo escocés Billy Cowie. El sábado será la apertura oficial, con entrada gratuita (con retiro previo), y el domingo se podrá ver con entrada paga. El Litoral conversó con el subsecretario de Cultura, Pablo Villaverde Urrutia, sobre la puesta en valor; y con la intérprete, para descubrir esta puesta innovadora.
“La primera obra la creamos después de la pandemia, la segunda en pandemia y la tercera acá en Argentina. La primera es punk, tiene negro, oscuro, con muchos colores; la segunda es medio color piel, es muy íntima; y la tercera es blanco”, cuenta Croatto. Foto: Gentileza Lucía Rivero / @lurivero.ph
Luego de varios meses de trabajo en su puesta en valor, la Sala Marechal abre sus puertas al público con la puesta de danza experimental “Solos extr3mos”, una trilogía creada por el polifacético artista Billy Cowie en conjunto con la reconocida bailarina santafesina de proyección internacional Luciana Croatto, quien también lleva adelante la interpretación.
Se realizaran dos funciones: el sábado 22 a las 21, con entrada gratuita, previo retiro por boletería; y el domingo 23 a las 20, en este caso con entradas pagas. Las mismas pueden adquirirse de lunes a sábado de 9 a 13 y de 17 a 21, y el domingo de 17 a 21.
El Litoral conversó con el subsecretario de Cultura, Pablo Villaverde Urrutia, para conocer más sobre la renovación del espacio; como así también con la bailarina, para descubrir la propuesta estética que traerá.
Actualizar y rejuvenecer
-¿Cómo fue el proceso de puesta en valor de la sala?
Villaverde: -Cuando asumimos la gestión vimos que la Sala Marechal tenía muchos problemas con toda la parte eléctrica; fundamentalmente la cuestión de seguridad no tenía las normativas que corresponden a cualquier sala de un teatro. Tenía problemas de descargas eléctricas, un montón de cuestiones que había que resolverlas antes que nada por una cuestión de seguridad: en primer término de los empleados municipales que están ahí, que son todos los que trabajan en la parte de escenomontaje; y después por el cuidado también de los artistas que van a trabajar.
El cableado que tenía la sala, desde el 73 hasta el 2024, tuvo un montón de injertos que se iban haciendo; cuestiones que por ahí se van solucionando de a poquito para el momento, pero que quedan definitivas. Ahí decidimos que había que hacer un arreglo, y mientras que se hacía teníamos que cerrarla por una cuestión de seguridad, y después para ponernos a trabajar de manera intensa en todo lo que era la modernización del sistema eléctrico.
Estuvimos haciendo distintos análisis de cómo podíamos encarar este problema; lo más importante es que, por una cuestión de no gastar un presupuesto municipal sin una conciencia de lo que estábamos haciendo, analizamos bien y decidimos que con los empleados municipales lo podíamos llevar adelante, como en su momento (en la gestión anterior) se llevó a cabo el cambio del cableado de la Sala Mayor.
Trabajamos desde junio, aproximadamente, ya in situ, hasta ahora, en toda la recuperación eléctrica; y también en ordenar todo lo que tiene que ver con la cuestión estética, manteniendo la identidad pura de la sala: no se cambió nada en cuanto a colores ni nada, sino que se respetó lo que se creó en el 73.
La caja completa se pintó, se pusieron los racks de potencia, se hizo la descarga a tierra que no tenía la sala: se puso la jabalina para que tenga la descarga eléctrica que le corresponde. Todo eso que parece muy simple, lleva todo un trabajo subterráneo, por debajo del teatro, para que toda la descarga se pueda realizar. Es realmente una tarea faraónica, única, la que se realizó en todos estos meses, para ahora poder abrir con todo lo que implica la seguridad adecuada según las reglamentaciones que corresponden a las salas de teatro.
-Lo que nos vamos a encontrar es la Marechal rejuvenecida, pero la de siempre de alguna forma.
Villaverde: -Exactamente, pero todo el trabajo interno es lo que vale. Toda la parte de consola, sobre todo; lo más fuerte que se hizo fue actualizar la parte técnica y rejuvenecer la parte estética.
-Queda clara, en esta demanda de que la sociedad quería tener, la importancia que tiene la Sala Marechal.
Villaverde: -La sala Marechal es sumamente importante para todos los artistas, porque es la sala experimental que tiene el Teatro. En 1905 ese espacio era el Foyer, que era precioso realmente; en el 73, bajo las las decisiones estéticas y arquitectónicas de la época, se decidió sacar todo lo que tenía el Foyer (toda la ornamentación, las columnas que eran preciosas): las decisiones a veces iban hacia determinada estética y determinadas necesidades.
Ahí se hizo la Sala Marechal que, como decís, tiene mucha importancia para todos los artistas, porque ahí se desarrolla la actividad teatral más chica y más experimental: es una de las salas de cámara más importantes que tenemos en la provincia. Tiene una capacidad limitada, por cierto, porque entran solamente 100 personas; pero tiene esa riqueza de poder distribuir al público de acuerdo a la obra que se realiza, a generar el escenario en el lugar a donde se decida, según el criterio del escenógrafo del régie o del músico. Así que era muy importante abrirla, pero con una seguridad adecuada. Sin esa seguridad era muy difícil sostener la apertura de la de la sala.
Todos los arreglos que estamos tratando de lograr, con el esfuerzo que implica esto para todos, tienen que ver con estos 120 años de historia que tiene el Teatro: de patrimonio, de cultura, de arte. Que es importante resaltarlo, porque es el único teatro de la provincia que tiene gestión pública: los otros, por ejemplo El Círculo de Rosario, no la tienen.
Entonces es revalorizar todo lo que tiene que ver no sólo con la identidad del Teatro a nivel patrimonial (porque hay que destacar que está declarado Monumento Histórico Nacional, eh no solo provincial y municipal); también por lo menos para mí es un compromiso altísimo, que tiene que ver con ponerlo de pie a nivel a nivel patrimonio, a nivel de toda la riqueza arquitectónica que tiene: tanto desde 1905 como lo posterior.
Estamos trabajando arduamente para que en unos años podamos decir: “Hicimos un gran trabajo, el Teatro se revalorizó muchísimo, se puso en valor todo lo que tiene que ver con el patrimonio, no sólo con lo que ocurre adentro”.
-Van a abrir con Luciana Croatto, con “Solos extr3mos”. ¿Cuál es la expectativa?
Villaverde: -La expectativa es muy alta. Primero hay que contar que Luciana es oriunda de la provincia de Santa Fe, pero tiene una carrera artística internacional altísima. Conseguir que ella acepte venir realmente era un anhelo que teníamos; sobre todo porque lo que ella va a hacer tiene mucho que ver con esto: con la experimental, y a nivel de la danza experimental, la danza contemporánea.
Esta obra se presentó el año pasado en la Sala Experimental del Teatro Colón y fue un éxito; con Ricardo González Arce (que además es coreógrafo y fue bailarín) dijimos: “No, realmente hay que traerla”. Él me mostró lo que hacía, yo ya sabía que el año pasado había estado en el Colón y que había sido un éxito y dije, “La tenemos que traer”. Y qué mejor que algo experimental para una sala experimental, y reabrir la sala con este unipersonal que tiene ella, que realmente es fantástico.
-Son dos funciones, una con retiro de entradas y la otra con tickets pagos.
Villaverde: -Exactamente: una es la de la reapertura, que sería la función oficial para abrir la sala. Y al otro día hacemos un plus, porque sabíamos que la gente iba a querer venir y el aforo es chico. Entonces dijimos: “Hagamos otra”; ella aceptó hacerla, el domingo.
Imagen del primer segmento, “La mujer también en casa”: una mujer punk que lucha con mandatos sexistas de lo que debería ser una mujer, “ser una orquídea” (sofisticada, frágil, rara, bella), sin lograrlo. Foto: Gentileza Lucía Rivero / @lurivero.ph
Múltiples lenguajes
-¿Qué nos podés contar de estos “Solos extr3mos”?
Croatto: -Son tres solos, estoy sola en el escenario; la música es original: Billy Cowie es el compositor de las músicas, son increíbles. También es director de cine y escritor; y en esta oportunidad hizo la coreografía; pero es una creación conjunta, obviamente porque él no viene de la danza. Él se llama como “coreógrafo de sofá”: él está sentado y me va explicando un poquito lo que él ve, y yo voy creando.
Él tiene un estilo muy definido, muy minimalista: es un estilo que respeto enormemente por su pureza y su coherencia. Estos tres solos son extremos porque son muy diferentes el uno del otro: son tres mundos completamente diferentes.
La primera obra dura 20 minutos: está inspirada en un personaje, como si fuera una especie de heroína o antiheroína feminista, medio punk, que se encuentra en un lugar. Hay unas proyecciones de dibujos, de una dibujante alemana que se llama Silke Manholt, que es maravillosa. Hay grafitis berlineses, como si fuera Berlín; y ella está vestida representando las mujeres punk de entre los 80 y 90 en Inglaterra.
Él es escocés y vive en Inglaterra; al ser músico vivió toda esa época, y me contaba que cuando las mujeres entraron en el mundo punk, los hombres punk eran un poco machistas con ellas: fijate qué locura.
La obra está hecha con textos en alemán. Cuando Billy fue la primera vez a trabajar en esos años se compró un audiolibro para estudiar el alemán; ahí escuchaba diálogos, y algunas frases eran completamente sexistas. Entonces sacó esas frases del audiolibro, y con cada una creó una música de un minuto o un minuto y medio.
Este personaje que represento está en ese escenario con grafitis, y escucha una voz en alemán, en off, que dice una frase un poco abstracta, como salida de la nada; y ella la traduce en español: son todas frases sexistas. Después sigue una danza, como una prueba para ver si ella lo logra; porque todas estas frases van un poco a que ser mujer es algo que ella no es: ser mujer es tener las uñas largas, pintadas; el pelo largo, ser fina. En una parte dice: “Ser mujer es como ser una orquídea”, porque la orquídea es una flor sofisticada, frágil, rara, bella. Todo esto como una comedia, porque el personaje intenta ser esa orquídea, intenta en cada cosa hacer lo que corresponde, pero obviamente no le sale. Y sigue siendo mujer, y sigue siendo una mujer increíble.
La obra se llama “La mujer también en casa”, porque en una parte de la obra la frase dice que ella “también tiene que ser mujer en casa”; y cuando se refiere a mujer son todos estos estereotipos de mujer: madre, ama de casa, sexy, inteligente, buena, trabajadora, etc. Es una obra con mucha comicidad, ironía, sarcasmo, y un personaje muy fuerte.
En “De lo alto de altos edificios”, se parte de poemas en off con música clásica, que hablan del amor, de la muerte, con una estética muy intimista. Foto: Gentileza Lucía Rivero / @lurivero.ph
La segunda obra es “De lo alto de altos edificios”, la creamos durante la pandemia. Son poemas que tienen una voz en off; a veces están mezclados con la música, que es como clásica: es realmente muy delicado, muy bello; es un personaje completamente diferente, dentro de la intimidad más grande. Habla del amor, de la muerte; en esta versión no sé si haré todos: me gustaría hacer uno que estaba pensando en agregar, porque tiene mucho que ver con la Argentina ahora, con lo que nos separa. con lo que nos une. Es una obra muy diferente a la primera, muy emocional.
Y la tercera es “Amor inquieto”. La creamos acá en Argentina, el año pasado, en una residencia de creación en Ituzaingó, que es un lugar hermoso donde trabajamos por Zoom con Billy. Como te digo: él me explica lo que quiere y yo, como llevo muchos años bailando, le entiendo perfectamente, y vamos creando las obras así.
Es una obra que habla más del amor propio, y del proceso del amor propio. Es como una samurai muy anciana, muy vieja, que está con su palo bo de artes marciales; y ese palo lo interpreto como el amor propio. A veces ese palo te juega en contra, a veces a favor; hay toda una historia con ese palo, con dibujos atrás, de geometrías con el palo; y las músicas están con textos de Goethe.
La primera obra la creamos después de la pandemia, la segunda en pandemia y la tercera acá en Argentina. La primera es punk, tiene negro, oscuro, con muchos colores; la segunda es medio color piel, es muy íntima; y la tercera es blanco.
Las estrené acá por primera vez en el Centro de Experimentación del Teatro Colón, en septiembre del año pasado; un poco porque es una propuesta completamente diferente a lo que la gente está acostumbrada a ver acá en Argentina, incluso en Europa también. Es algo diferente de lo que estamos acostumbrados: no se sabe si es danza, si es danza teatro, si es performance, si es todo eso junto.
Y la verdad es que antes de bailarla acá pensé: “Uy, les gustará, no les gustará”, estuve un poco como con esos miedos. Y la estrené y fue todo un éxito: realmente encantó, se llenó el teatro todos los días. A partir de ahí la bailé también en Tucumán y pasó lo mismo; en Rosario pasó lo mismo; en San Juan, en el Teatro Bicentenario, que es enorme, pasó lo mismo. Y ahora tengo la oportunidad de bailarlas reinaugurando la Sala Marechal de Santa Fe: soy santafesina, nací acá, me fui a los diez años al Colón a estudiar, y a los 14 me fui a vivir a Europa. Ahora estoy en un momento en que tengo 39 años, casi 40, intentando hacer un ir y venir, estar entre Europa y Argentina. Entonces es realmente un honor y un lujo para mí poder traer cosas diferentes.
Creo que lo que tienen de diferente es que normalmente en las obras clásicas, o en las que estamos acostumbrados, el público es como un niño: uno les da lo que ellos quieren ver. El público quiere ver “guau”, piruetas, espectacular: si no ve eso quiere que le devuelvas la entrada. Y en este tipo de obras el público es el intérprete: todos ven cosas diferentes. No te dejan aburrido, no te dejan diciendo: “No entiendo”. Todo lo contrario.
“Amor inquieto” explora el proceso del amor propio, a partir una samurai muy anciana, con su palo bo de artes marciales, replicado en geometrías proyectadas; y las músicas se une con textos de Goethe. Foto: Gentileza Lucía Rivero / @lurivero.ph
-Empezaste en el Colón, en la danza clásica; fuiste por el lado más neoclásico con el Béjart Ballet; es como una síntesis de tu recorrido, de alguna forma.
Croatto: -Más que una síntesis puede ser que sean obras que utilizan muchos estilos. Vengo del Colón, a los diez años empecé por el clásico, pero después seguí por Béjart, que es neoclásico. Estudié danza moderna, danza urbana, teatro, performance, danza contemporánea, butoh; tengo una formación de música, de artes marciales. Es muy completa mi formación: ya de más grande, hace cuatro años hice un master de Artes Escénicas y Cultura Visual en el Museo Reina Sofía de Madrid.
Tengo una formación muy amplia, y estas obras lo que tienen en el estilo es que utilizan un poquito de todo: tienen algunas pinceladas de clásico en las líneas; tienen algunos movimientos de butoh, algunas cosas de danza urbana; cosas de la performance en sí: de lo real, de que se rompe la cuarta pared. A veces soy intocable estoy en una especie de escenario como intérprete: como es el clásico, donde vos contemplás al bailarín. Y en otros momentos me bajo del escenario y estoy al lado, como si fuera una persona más. Todas esas cosas que ya se van experimentando desde hace mucho tiempo, en estas obras aparecen un poco todas, en pequeños momentos.
Son obras simples de llevar a los teatros: no conllevan una gran escenografía, un gran coste; pero a nivel artístico contienen mucho material. Son conceptuales, no es cualquier cosa, están hechas por algo; y creo que es una oportunidad muy linda para la gente ver algo diferente.
Lo digo desde la honestidad y la humildad de que las tengo que hacer, y siempre tengo esa exigencia de estar al nivel. A veces le digo a Billy que por ejemplo hay momentos de los poemas que necesitaría muchas vidas para lograr realmente lo que lo que la obra pide. Ahí está el desafío de ser artista: siempre estar trabajando para dar lo mejor de uno.
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