Por Roberto Maurer
Por Roberto Maurer
Para quienes se encuentran hambrientos de experiencias místicas, es decir, aquellos que vieron las dos temporadas de “The Leftovers” y gimen porque no llega la tercera, Netflix acaba de colgar en su plataforma una nueva serie original cuyo primer capítulo parece destinado a ese público ávido de misterios que sudan esoterismo.
“The OA” no son las iniciales de un servicio secreto, sino el nombre con el que se hace llamar la rubia protagonista en lugar del suyo, el verdadero o el que le eligieron cuando era chiquita, Prairie Johnson, a quien personifica la actriz y también co-guionista Britt Marling con su socio y director de los ocho episodios Zal Batmanglij. Estos roles sitúan a “The OA” en la distinguida categoría de “serie de autor”.
Ambos son mimados del festival Sundance y tal vez por eso se utilizó la expresión “sensibilidad indie” para describir su nueva creación, que no fue lanzada del modo aparatoso propio de Netflix, sino que fue rodeada por secretismo y publicitada con trailers indescifrables.
Enigma
Una joven desconocida se arroja a las aguas desde un puente, son avisados sus padres adoptivos y confirman que se trata de Prairie, la hija ciega que había desaparecido siete años atrás. Pero ahora la muchacha recuperó la vista, se ignora cómo y tampoco dice a sus padres y al FBI dónde estuvo en todo ese tiempo. En cambio, deben escuchar su frases enigmáticas.
—No desaparecí, estuve presente todo el tiempo durante estos siete años, tres meses y once días-, es una, la cual puede ser acompañada con referencias a un “yo invisible”. También habla de un camino y una anciana que la llevó en un auto polvoriento a un lugar lleno de gente que parecía perdida que no era la Argentina.
No parece confundida, más bien somos nosotros los confundidos, sabe lo que quiere, insiste en ser llamada “OA” y como los médicos recomendaron reposo en su incomunicación se esfuerza por lograr un acceso a internet porque “necesito cruzar una frontera difícil de definir” y “estoy al final de una cuerda de la que hace tiempo debí haber caído”, dice, mientras menciona repetidamente a un tal Homer. “Oh, Homer, ¿dónde estás?”, solloza.
En tanto los diarios titulan “El milagro de Michigan”, su actitud despierta recelo en los vecinos de la comunidad, que suponen que está loca y la sienten como una amenaza. Prairie se hace amiga del chico malo de la escuela, con quien arregla un intercambio de favores invocando “Pacto siniestro”, el clásico de Hitchcock basado en “Extraños en un tren” de Patricia Higsmith. Priarie cumple su parte evitando la expulsión de su inadaptado compañero haciéndose pasar por su joven madrastra, en una conversación existencial con la cual ablanda a la inflexiblel profesora: Prairie es diestra en el arte de combinar clarividencia, psiconálisis y chamuyo.
Como contraprestación pide a su nuevo amigo que cite a medianoche a cinco personas fuertes y valientes en una residencia vacía, a la cual acuden estudiantes y la profesora cuya transformación espiritual logró Prairie. Reunidos en círculo con los ojos cerrados y a la luz de velas, Prarie les cuenta una historia que implica un brusco giro de la trama y un nuevo escenario: el relato insinúa que estamos corriendo en una pista sin grandes rectas y con numerosas curvas.
A Moscú
Nació en 1987 cerca de Moscú, cuenta la protagonista, su madre murió en el parto y el padre era un magnate ruso. “No nací ciega, crecí con los hijos y las hijas de los oligarcas”, dice. Viajando en el colectivo escolar con sus compañeros, el vehículo se va al fondo de un lago.
La niña se está ahogando cuando desde arriba a través del agua se abre paso un rayo luminoso y ella asciende al encuentro de una mujer (¿la madre? ¿la Virgen María?) que la estrecha en sus brazos: “¿Quieres regresar? Habrá amor, pero sufrirás. Quiero quedarme con tus ojos porque no puedo soportar que veas lo que hay más adelante, es demasiado horrible”, son las palabras de la aparecida.
El primer capítulo abandona a la niña en la costa, ahora ciega, y al espectador en una tierra media entre la religión y la ciencia ficción, donde habitan la metafísica al alcance de todos y el Gauchito Gil.