Lunes 16.1.2023
/Última actualización 15:19
“El Moulin Rouge es un cabaré parisino fundado en 1889 por el catalán Josep Oller y el francés Charles Zidler, que ya eran propietarios del Olympia de París. Está situado en el boulevard de Clichy, en el distrito XVIII, a los pies de la colina de Montmartre”. (Wikipedia) Estuve. Las mujeres totalmente desnudas son fijas, casi estatuas. El desnudo superior es normal, natural para el espectáculo. Hay luces, música, bailarinas, algo de misterio y mucho exhibicionismo. Es una memoria histórica de una sociedad.
Hace años, para las fiestas y despedidas, en la segunda mitad del siglo XX apareció, sin retorno, el Stripper. Despedidas de solteras, sitios especiales. El hombre pasa a integrar, como requisito, las fiestas, con el desparpajo de la oscuridad, la noche, el erotismo. Se contrata a los strippers para estas fiestas. El Stripper es una adquisición del siglo XX que blanqueó algo que siempre existió.
El atractivo físico y el vestuario son los elementos principales usados por los bailarines eróticos, aunque la música y las luces suelen ser también importantes. Hay locales especializados en este tipo de espectáculo (strip clubs).
“Ser stripper te exige estar en forma física, infaltable el gym, un cuerpo definido, buena musculatura, sin exagerar (a las chicas, los hombres demasiado gigantescos tipo fisicoculturistas no les parecen muy sexys además el bailar se les dificulta) obviamente debe tener su porte y su pinta su buena apariencia física, ser buen mozo le facilitara el oficio son características que debes tener para ser stripper”.
Este es un tome o deje de la oferta hacia el mundo que hace siglos el Kama Sutra explicaba detalladamente y el sexo tántrico elevaba a la categoría de desafío o exageración.
Muscari le incorpora otra cosa, más llana, tal vez más insultante, acaso más cercana a su modo de entender la vida. Si, esta obra dice lo suyo, dice Muscari porque nadie puede escribir fuera de si. En “Sex” hay un texto (claro que hay un texto) que debe imputársele a Muscari.
¿De qué estamos hablando? De una obra de teatro, registrada como tal. También como musical.
“‘Sex, viví tu experiencia’. Christian Sancho y Ginette Reynal serán anfitriones y protagonistas del show” (dice la promoción).
Bajo la dirección de José María Muscari, el elenco debutó el jueves 5 de enero en el Teatro Roxy.
“Bailarinas Valeria Archimó y Celeste Muriega, acompañadas por el cantante Pablo Ruiz y los bailarines Maxi Diorio y Ernesto ‘Tito’ Díaz, quienes también serán de la partida”.
Una de las incorporaciones es el sexy locutor Martín Salwe quien fue la revelación de “El hotel de los famosos” durante todo el 2022, y también la cantante Gisela Lepío y las bailarinas Bianca Iovenitti y Martina Lapcak.
Cabe destacar que Muscari no está solo y “Sex” es producido por Paola Luttini de Pronoia Producciones, y cuenta con la coreografía de Mati Napp.
Es un disparador importante este espectáculo. Atrae a muchos grupos jóvenes. Entienden ese código del bailarín o la bailarina paseándose entre el público en franco código de complicidad, guiños y sonrisas. Es como una gran despedida o fiesta de solterías donde todos van porque entienden el juego. Algunos ahora se atreven a ir. Estamos de vacaciones. Todo suma.
Recuerdo en cine a Sydne Rome, Anne Bancroft, Vanessa Redgrave, Diane Keaton, Emma Thompson, evoco “La lección de anatomía”, Ana Belén (“La pasión turca”), Anne Girardot, “La señorita de Tacna”, Nacha en la versión local de “El graduado”, la querida Coca, aquellos espectáculos de Stray con las figuritas quietas, la cuarta, la media corista paseándose. Helen Mirren para Peter Greenaway y advierto que en todo cuanto menciono había un texto que cubría. Toda la cofradía intelectual lo consideraba valioso. Me incluyo. Desnudos, sexo pero... tenía... “mensaje”. Usábamos cada excusa...
Con Muscari, el texto desafía, es elemental y no cubre el desnudo que aparece en el escenario, el libreto explica diversos nombres de las partes pudendas y qué hacer con ellas sin ninguna contemplación y con abundancia de sinónimos. No cubre, oferta el desnudo y el acto sexual como motivo de la obra: venimos a promover que usted se libere y tenga más sexo y de diferentes modos, cada vez más infinitos.
La obra “Sex” no asusta, lo que sucede simplemente define el sentido: el texto es el pensamiento vivo de Muscari sobre uno de los ejes de la animalidad que nos contiene. No es extenso y se repite de diversas formas. Es su propuesta y está claro que es su modo de entender lo dicho: la animalidad que nos contiene.
Muscari a nuestra animalidad la exalta, la promueve, la disculpa, la oferta. A su modo es un folleto de una vida Pos Peste (esta propuesta se hizo mucho tiempo por redes y mostró que tenía muchas adhesiones) en la que -en esta vida Pos Peste, se insiste- aquello que se ocultaba, se anatemizaba, se castigaba puede concretarse sin problemas, dramas, castigos. Parecería biográfico.
Como ya es habitual en su forma de entender el espectáculo Muscari recicla (he dicho que cartonea, que es un”reciclador” formidable) personajes que ya tenían un destino y que él revive, por un momento y en otra función. Ejemplo: cuando Ginette Reynal enfrenta al público y dice qué cosas desea a los 62 años la honestidad envuelve el escenario y baja a la platea.
Es un teatro con poco texto y sin moraleja o tal vez si: supera el título de Woody Allen: “Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar”. (Él, Muscari, usa al cine, reproduce la escena del orgasmo en el Restaurante Katz, de Nueva York, acaso uno de los más famosos del cine. Estuve en ése restaurante y en ésa mesa, pero no hubo modo... Já).
En apretada síntesis comercial el Sexo Según Muscari está en Mar del Plata, también en Córdoba y en Buenos Aires, parece que “Sex” es un negocio espectacular.
Muscari es lejano a la mitología del Moulin Rouge y banca a los strippers de las despedidas. Lástima por Toulouse-Lautrec. El mundo imaginario de Muscari no va por ése camino. Prueba y error. Elogio su capacidad de “reciclador”. Ese es su teatro. Funciona. A nadie enoja ni asusta y queda una sola aflicción: la boletería. Como todo espectáculo que se precie allí empieza y allí acaba, con el perdón del vocabulario.