Martes 2.5.2023
/Última actualización 11:34
Borges y Fontanarrosa en un bar del paraíso de Dali López es una comedia que más que homenaje funciona como realidad onírica en una búsqueda que se edifica en el deseo de una sociedad que necesita embellecerse desde la presencia viva de sus artistas. Fontanarrosa, síntesis de la creatividad picaresca, barrial, futbolera y popular junto a Borges en su esencialismo de genialidad pulcra, erudita, universal pero no por eso menos tradicionalista.
Ambos se encuentran en una mesa de café que muy bien podría ser una cualquiera del Bar El Cairo en sus tiempos añejos de estéticas simples con la inolvidable compañía de “Cachito” o las históricas mesas al borde de la quiebra del Bar La Biela o el antiguo Café Tortoni en caso que Roberto se animase a salir de su querida Rosario. La idiosincrasia del barrio propio teñidas de lógicas universales tejen un encuentro cercano con el espectador, sumergiéndolo en un paraíso perdido que encuentra sus raíces en las profundas huellas de un inagotable presente.
Quico Saggini encarna el papel de Roberto Fontanarrosa y Dali López a Jorge Luis Borges quienes son acompañados de un gran elenco compuesto por Nico Juárez quien interpreta al recordado y emblemático mozo “Cachito”, Norberto Gallina (Ricardo), Billy Páez (Albamate), Mariano Rey (Martorell) y Lucas Vidoletti (Belmondo). La asistencia de dirección es de Chelo Longui.
Roberto Fontanarrosa en la voz de Raúl “Quico” Saggini
Para evocar su trabajo en la obra, Raúl “Quico” Saggini decide ponerle cuerpo a los dichos de Martorell, uno de los personajes de la Mesa de los Galanes: “Alguna vez pensé que los paraísos, no son más que la posibilidad de volver a los lugares queridos, a esos donde fuiste feliz. Que cuando te vas al otro lado, basta con que te invoquen en recuerdos para que puedas estar ahí”
Foto: Gentileza producciónSostiene que “El Cairo de ayer, El Cairo de hoy, son sin lugar a dudas, esos espacios queridos donde se vuelve permanentemente con las invocaciones reales en las reuniones de amigos y amigas o de ficción, con creativos juegos de imaginación”.
“Quico” recuerda la esencia del encuentro como anclaje de la vida y la importancia del teatro como espacio que rompe cualquier tipo de barrera: “Es una ficción el hecho de que se encuentren Borges y Fontanarrosa en ese Bar El Cairo, en aquellos tiempos en que Cachito era el mozo tan compinche y tan divertido que se daba el gusto de traerte lo que él quería. Pero también es cierto que es necesario en estos tiempos, que se de este encuentro en el teatro, el teatro todo lo puede, para que dos miradas distintas sobre la pasión por la literatura, la pasión por el fútbol y la amistad, se pueda dar entre estos dos seres entrañables y admirados, tan distintos, para distintos argentinos, como Borges y Fontanarrosa”.
Sobre la importancia del arte teatral, la ficción y la imaginación en la obra afirma, “nos permiten jugar a este juego que tanto nos gusta, nos divierte y es lo que le sucede al público en cada función. Se encuentran con un Borges dialogando con un Negro Fontanarrosa, admirador y respetuoso del genio de las Letras y se hace cómplice de los atrevimientos de un Cachito, que de mozo se convierte en un filósofo de lo cotidiano y de lo inmediato, con inocentes e insolentes intervenciones”.
Casi como en bares paralelos en mundos borgeanos concluye: “Mientras sucede esta posibilidad de encuentro en un Bar del Paraíso, en El Cairo de hoy, se siguen encontrando los amigos queridos y entrañables, con sus absurdos comentarios sobre el futbol, las mujeres y la amistad, tratando de hacer valer sus opiniones que provocan la risa y momentos de ternura y profunda emoción”.
Jorge Luis Borges en la voz de Dali López
“Si me preguntaras cómo se me ocurrió juntar en una charla a estos dos grandes, te diría que no fue una ocurrencia. No hubo una hipótesis del qué pasaría si… Ese encuentro es producto del desarrollo de la trama. Es decir que surgió, casi con la misma espontaneidad que surgen los diversos y disparatados temas en una charla de café” afirma Dali López quien no solo interpreta a Borges sino que es la mente creativa de la obra.
La edificación de la trama es espontánea: “En la convención de la obra se admite que con la invocación de los recuerdos aparezcan los mencionados y alguien de la mesa se ufana de haber conocido a Borges, aparece el gran escritor en el mismo lugar de los otros invocados: el Negro y Cachito, el mozo”.
Sobre la construcción del personaje de Borges en el libreto señaló: “en principio parece algo muy complejo, difícil, sobre todo porque no va a haber literalidad; es decir, no se va a apelar a textos suyos o citas. Pero tiene una gran ventaja, hay mucho reportaje -escrito y audiovisual- y también mucho para tomar de su literatura sin citar textual”.
Para graficar el proceso creativo Dali ejemplifica que en la obra Borges se presenta a Fontanarrosa extendiéndole la mano y diciendo, “Yo solía ser Jorge Luis Borges”, aludiendo a la frase del poema Tríada, que termina: “El alivio que tú y yo sentiremos en el instante que precede la muerte, cuando la suerte nos desate de la triste costumbre de ser alguien y del peso del universo”.
Sobre la creación del personaje del Negro Fontanarrosa sostuvo: “para quien lo trató y compartió algunos momentos, y leyó sus libros, parece más fácil, pero no lo es. Aunque suene paradójico -al menos para mí- es más misterioso, más hermética su personalidad”.
Al consultarle sobre la construcción del final de la obra, desde el punto de vista de la dramaturgia, afirmó que fue lo que más le costó: “no sabía qué iba a pasar y todas las hipótesis me parecían malas o, más bien, increíbles, impertinentes. Y una vez más, sucedió que se resolvió de manera natural. Un hecho ocurrido en la calle, mientras disfrutaba de un cafecito en la vereda, me reveló el final. El natural y verosímil final. Porque en las ficciones de teatro -creo que en la novela también- los personajes tienen vida propia; no se les pueda forzar a hacer cualquier cosa; no resulta, queda inverosímil. Entonces, lo mejor es dejar que surja espontáneamente”.
Más que homenajear a Roberto Fontanarrosa, esta comedia sueña tenerlo un poco más entre nosotros. Pone al espectador como un compinche en su mesa, para que pueda verlo tomar notas y participar de situaciones similares a las que inspiraron sus cuentos.
La obra fantasea con que baste invocar en un recuerdo a los que ya no están, para que sus espíritus aparezcan, dándoles un lugar en la cotidianeidad que los extraña. Así, en la trama, aparecen también, Cachito, un mozo de El Cairo anterior, y Jorge Luis Borges. Juntos transitarán una experiencia inusitada, entre disparates y reflexiones profundas sobre el amor, la amistad, las mujeres y la vida misma.
Durante setenta minutos, en un imposible “más acá”, Roberto Fontanarrosa compartirá la mesa con sus amigos de siempre en el bar al que sus cuentos dieran trascendencia.
Día: Sábado 6 de mayo. Hora: 21. Lugar: Teatro Municipal de Rosario La Comedia, Mitre 958 (y Cortada Ricardone). Contacto telefónico: (0341) 4802597/ 991.