Desde su rol de pensador del teatro y todo lo que acontece en torno a esta rama de las artes escénicas, el crítico, docente e historiador Jorge Dubatti suele poner el acento en la relevancia del convivio. “En la singularidad del acontecimiento teatral, a diferencia de otras prácticas escénicas como las que llamamos tecnoviviales, el encuentro de cuerpos presentes es fundamental”, dice. En estos días, la cuarentena obligatoria impuesta por el gobierno nacional ante el avance de la pandemia de coronavirus ha puesto literalmente en pausa esa posibilidad de convivio. Esa zona donde se produce la experiencia del encuentro de los cuerpos en una encrucijada territorial, geográfica e histórica, ha sido vedada en pos de la salud pública. “Eso es justamente lo que ahora está restringido. Se ve al cuerpo como el amenazante ‘portador del bicho’, como quien dice. Y la consigna es alejarse, no compartir la misma zona experimental”, asegura Dubatti.
Al consultarle respecto de como incide esto en la actividad teatral, su planteo es muy claro. “Creo que que en este contexto el teatro se ve absolutamente interrumpido en su singularidad. Por supuesto, podemos recurrir a otras artes escénicas, pero no son las conviviales ni las corporales, sino aquellas intermediadas por lo que llamamos tecnovivio, es decir la mediación de las máquinas. La web y las instituciones articulan ese vínculo. Yo trabajo mucho con la idea de que el teatro es cuerpo y justamente uno de los problemas que tenemos con la pandemia es el cuerpo. En ese sentido, no soy optimista. Me parece que el tipo de experiencia que genera el convivio y el cuerpo presente no es sustituible por otro tipo de acontecimiento”.
Es cierto, reconoce Dubatti, que hay muchas experiencias de proyección de teatro. “Pero cuando uno confronta la experiencia convivial y la tecnovivial, son muy diferentes. El convivio tiene una cosa maravillosa, uno va al teatro a contagiarse de la experiencia de los otros. Y en ese momento, ese contagio está absolutamente contravenido, negado, con mucha sabiduría y necesaria prevención. Si bien creo que la cuarentena es indispensable, no creo que el teatro se lleve bien con ella. Vamos a tener que esperar a que pase para restituir la experiencia convivial y corporal”, sintetiza.
Dubatti lleva su análisis un poco más allá de la coyuntura actual. “En los últimos años, hubo una tendencia a negar el convivio, sobre todo, muy fogoneada por los nuevas tecnologías, el mercado, las grandes instituciones de producción neotecnológica. A marcar que el convivio es algo secundario, menor y que en el futuro nos vamos a relacionar sólo a través de lo tecnovivial. Incluso hay teóricos del teatro que dicen que si reemplazáramos a los actores por hologramas y no nos diéramos cuenta sería lo mismo. Los que comulgamos con la teoría del convivio sabemos que no es así. Lo que la cuarentena ha logrado es que el mundo entero se transforme en un laboratorio de percepción de la importancia del convivio. Al restringirlo, uno se da cuenta como vive permanentemente en situación de convivio. Paradójicamente, la cuarentena nos ha permitido poner en primer plano la importancia que tiene el convivio en nuestras vidas cotidianas, a diferencia del discurso que podríamos llamar empresarial de mercado, que dice que lo neotecnológico reemplazaría al vínculo convivial”.
—Se abre la puerta para que el convivio se revalorice una vez reconquistado.
—Exactamente. Y la sensación que tenemos de la necesidad del convivio. No sólo por el teatro, sino esta cosa de ir al templo, a la confitería, a la cancha, a un recital, a un mitin político, encontrarse con amigos a tomar mate. Hay algo sumamente interesante y paradójico. El mundo se ha transformado en un gigantesco laboratorio de percepción de la relevancia del convivio en nuestra vida cotidiana.
De la abstinencia a la recuperación
—Otra cuestión es cuánto tiempo le llevará al público, una vez terminada la cuarentena, recuperar la confianza necesaria para volver a reunirse en espacios como las salas de teatro. ¿Cómo creés que será el escenario después de la emergencia?
—Una cosa muy llamativa es como nos hemos tenido que recostar en la ciencia para enfrentar este problema. Creo que la ciencia nunca estuvo tan en primer plano como una aliada para lo humano. Ese es un valor moderno muy fuerte. Al mismo tiempo que cuestionamos la ciencia en muchos aspectos, ahora se ha transformado en una gran amiga. Ellos dicen que de la cuarentena se va a salir gradualmente. Aquellas actividades que radicalizan el vínculo convivial van a ser las que se van a ir conquistando más lentamente. Lo que siento es que el convivio es algo muy potente en nosotros porque está en la memoria de lo humano, nació con lo humano. Hay algo de una profunda necesidad. Más allá de la gradualidad para salir de la cuarentena, la necesidad del convivio va a estar presente en la vida humana de manera muy radiante.
—Podría decirse que uno de los escenarios posibles para después de la cuarentena es que se revalorice el teatro como un espacio donde ejercer esas pulsiones tan propias del ser humano.
—Creo que sí, porque en este momento estamos sufriendo un síndrome de abstinencia. Pero no solo de teatro, sino de convivio en general. Me parece que después de la pandemia, y esto es un deseo político, van a cambiar muchas cosas. No digo que la gente va a ir masivamente al teatro, sino que se va vivir el convivio como una suerte de cultura recuperada.