Sábado 12.6.2021
/Última actualización 17:26
Alfred Hitchcock se auto definió, en la serie de entrevistas que concedió en los ‘60 a Francois Truffautt como “alguien muy miedoso”. Y fue capaz de convertir los miedos en arte, ya que el inglés radicado en Estados Unidos dejó algunas de las secuencias cinematográficas más temibles del siglo XX en “Psicosis” y “Los pájaros”. Pese a que fue en el país del norte (y, en las últimas décadas, también en Oriente) donde se produjeron las películas de miedo más influyentes, en Argentina también aparecieron realizadores que se animaron a indagar en el género, sobre todo en la última década. Al punto que, para el próximo 17 de junio, está previsto el estreno de “La funeraria”. Se trata de un film creado por Mauro Iván Ojeda, sobre entes sobrenaturales que visitan a una familia disfuncional que habita una casa de sepelios. Y que pone de relieve ese creciente interés del público nacional por las propuestas vinculadas con el terror.
Si bien hace varias décadas hubo tentativas, algunas emblemáticas como las de Narciso Ibañez Menta, está claro que desde 2008 para acá, lo que antes era una tendencia más bien esporádica se consolidó. Ese año, Adrián García Bogliano estrenó “No moriré sola”, con Andrés Aramburu, Gimena Blesa, Leonardo Canga y Leonardo Cuchetti. Es un thriller que mezcla elementos del terror y la intriga sobre cuatro chicas que, en vacaciones, son testigos de un crimen que involucra a jóvenes ricos y poderosos. Tras ser sometidas y humilladas, toman revancha. En una línea parecida se ubican “Masacre esta noche” (2009) y “Sudor frío” (2010) del mismo director. Esta última inclusive, se anima con algunos toques de gore y se introduce en el subgénero de asesinos seriales, poco frecuentada en la cinematografía argentina. Llama la atención parte de la trama, que se articula con la historia reciente. García Bogliano también es responsable de “Penumbra” (2011) una interesante comedia de terror.
“Resurrección” (2015), escrita y dirigida por Gonzalo Calzada resulta una de las incursiones más interesantes en el terror, sobre todo por el contexto en el que está ambientada, que es la fiebre amarilla que asoló a Buenos Aires en el XIX. Este momento histórico, puntillosamente reconstruido, es abordado desde la óptica de un joven que asiste a las víctimas. Sin embargo, la cinta que tiene más pergaminos para convertirse en la cumbre del terror argentino de la última década es “Aterrados” (2017) de Demián Rugna, que hace una apuesta arriesgada por algunos clichés (muertos que vuelven de sus tumbas, voces que se escuchan en los drenajes de agua, entes invisibles que asesinan personas) pero los exprime con tanta convicción que convence y asusta. Al punto que compitió en el Festival de Sitges, el primero de cine fantástico del mundo.
Machaco FilmsEntre los directores que, en la última década, se consagraron al género, vale destacar a Daniel de la Vega. En 2014 rodó en 3D “Necrofobia”, thriller psicológico con rasgos sobrenaturales sobre un sastre cuya fobia le impide estar en contacto con la muerte y es culpado por una serie de asesinatos. Su siguiente incursión fue “Ataúd blanco: El juego diabólico” (2016) con guión precisamente de Adrián García Bogliano. Julieta Cardinali, Rafael Ferro, Eleonora Wexler son protagonistas de esta historia de una mujer que trata de rescatar a su pequeña hija de un secuestro y para eso debe enfrentar cosas peores que la muerte. Le sigue “Soy tóxico” (2018) que mezcla horror de serie B, zombies y futuros postapocalípticos . “Al 3er. día” (2020), con Gerardo Romano, Diego Cremonesi, Rodolfo Ranni y Arturo Bonín, es su último trabajo, elogiado por sus sorpresas a nivel narrativo y visual.
Del Toro Films, Furia FilmsFoto: Del Toro Films, Furia Films
Dentro de las numerosas vertientes en las cuales se ha escindido el género, “El muerto cuenta su historia” (2016) dirigida por Fabián Forte y protagonizada por Diego Gentile, Emilia Attías, Moro Anghileri y Damián Dreizik, mezcla elementos de fantástico y comedia para proponer un argumento de plena actualidad. Hay un publicista mujeriego, una cofradía de vampiresas y mucho humor negro, que a veces funciona y otras veces no.
“Los olvidados” (2017), conducida por Luciano y Nicolás Onetti, se orienta hacia los terrenos del gore a través de un grupo de documentalistas que quedan varados en un pueblo abandonado donde no están solos. Mirta Busnelli, Gustavo Garzón, Agustín Pardella, Victoria Maurette, Victorio D’Alessandro y Damián Dreizik integran el elenco. También hay que destacar a “Luciferina” (2018), escrita y dirigida por Calzada (el creador de la mentada “Resurrección”), que se ubica dentro del subgénero de posesiones y exorcismos y mezcla tópicos de distintas vertientes del género.
Si hay que buscar un ícono del terror en la cinematografía argentina, mucho tiempo antes de esta nueva oleada, emerge la figura de Narciso Ibañez Menta, actor y director español que tomó la nacionalidad argentina. Hay al menos dos películas de la década de 1940 que se rodaron en Argentina y llevan su sello inconfundible. “Una luz en la ventana”, producida por Lumiton, escrita y dirigida por Manuel Romero e “Historia de crímenes”, también de Romero. Esta última, con Zully Moreno en el reparto, es un notable acercamiento, con los recursos de la época, a la temática de los asesinos en serie.
Pero es “Obras maestras del terror” (1960) de Enrique Carreras, con guión de Narciso Ibáñez Serrador a partir de las “Narraciones extraordinarias” de Edgar Allan Poe donde dejó Ibáñez Menta, sus creaciones interpretativas más representativas. El film reúne tres historias que son narradas por una criada en una noche de tormenta: “El caso del Sr. Valdemar”, “El tonel del amontillado” y “El corazón delator”.
Argentina Sono FilmFoto: Argentina Sono Film
Años después de las creaciones de Ibañez Menta, hacia finales de la década del ‘60 el director, guionista y productor Emilio Vieyra propuso una serie de filmes de clase B, influidas por directores norteamericanos como Roger Corman, infrecuentes en el mercado argentino en un contexto represivo como el de la dictadura de Juan Carlos Onganía. No sólo exploró en diversas posibilidades del terror, sino que le incorporó audaces contenidos eróticos.
“Placer sangriento” (1967) versa sobre un asesino enmascarado que merodea por las playas de Argentina, inyectando heroína a mujeres para convertirlas luego en sus esclavas zombis. “Sangre de vírgenes” (1967) introduce una trama de vampiros en el marco de un viaje de un grupo de jóvenes en Bariloche. Y “La venganza del sexo” es un producto que se introduce directamente en los terrenos del exploitation, protagonizada por Ricardo Bauleo, Aldo Barbero, Gloria Prat y Susana Beltrán. Debió estrenarse en Uruguay y tardó dos años para ser lanzada en el país.
En el cine norteamericano, a partir de la irrupción en los ‘60 de la figura de George A. Romero y su “Noche de los muertos vivientes”, la figura del zombi es frecuente para construir alegorías sobre la sociedad. Dentro de la cinematografía argentina, este tipo de criaturas aparecen muchísimo más esporádicamente. Sin embargo, las películas creadas por Pablo Parés y Hernán Saéz demostró la existencia de un público interesado en este tipo de propuestas.
Todo arrancó con “Plaga zombie” (1997) en la cual la Tierra es invadida por alienígenas que convierten a los humanos en zombis. “Plaga zombie: Zona mutante” (2001) y “Plaga zombie: Zona mutante: Revolución tóxica” completan la trilogía de Farsa Producciones, que se convirtió en objeto culto.
Farsa ProduccionesEntre los hallazgos producidos en Argentina durante los últimos años en materia de terror en la pantalla, hay algunos trabajos con particularidades que las hacen inclasificables, imposibles de ubicar dentro de las vertientes clásicas del género. Una es “Naturaleza muerta” (2014), escrita y dirigida por Gabriel Grieco, con Luz Cipriota, como protagonista. Se trata de un extraño thriller sobre una periodista que investiga una venganza por parte de los animales de siglos de explotación por parte de los humanos. La otra es “Muere, monstruo, muere” (2018), escrita y dirigida por Alejandro Fadel. En una zona alejada de la Cordillera de los Andes un policía rural investiga un terrible asesinato en un trabajo que elude con los terrenos más transitados del terror, pero con una sorprendente profundidad.