Por Ignacio Andrés Amarillo
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“Santa Fe siempre tuvo buena respuesta, y de a poco cada vez mejor: hay un público ahí, uno se da cuenta: ‘Acá hay para remarla y seguir creciendo’. A veces por ser una plaza ‘más tranqui’ uno al principio no se da cuenta. Y después cuando te siguen llamando por eventos culturales decís ‘acá está pasando algo’. Y Santa Fe culturalmente tiene mucha historia y necesidad de artistas. Yo voy a donde me llaman, y siempre me alegro de que me vuelvan a llamar de Santa Fe, y me llama la atención que es para algún evento cultural: es lindo para el artista”.
El que habla, voz gruesa y afable al otro lado de la línea, vigilando de cerca el crepitar de un asado es Kevin Johansen, quien se presentará junto a The Nada este domingo, desde las 21.20 en El Molino Fábrica Cultural, con Eterna Siesta Tango Dub como banda soporte (a las 20.30) y actividades desde las 18 a cargo de los dibujantes Ramiro Rossi y Marcelo Froia. Así, abrirá la Programación de Verano el Ministerio de Innovación y Cultura (ver página 21).
Fusiones
—En julio de 2012 viniste a presentar “Bi”. ¿Cómo ves estas canciones después de caminarlas tanto?
—Muy bien. “Bi” es un disco muy generoso, al ser doble había muchos temas y fuimos mostrando un abanico de los más representativos, y otros no hemos tocado nunca. El año pasado hicimos como una arremetida por temas que no habíamos andado tanto, y la verdad es que era linda la sorpresa de encontrarnos con temas, o que alguno de los chicos de The Nada dijera “hagamos este tema que está buenísimo, esta chacarera, este tema en inglés”.
Dentro de esa variedad “desgenerada”, “Bi” tenía mucho de eso, hay para todo tipo de público. Con la banda empezamos a sentir que recién estábamos entrándole en vivo, pudiendo representarlo después de un par de años.
—¿Cómo es esta “desgeneración”, cómo se transita este camino de los “templadistas”? Las dos palabras son tuyas.
—Es como “subtropicalista”, y a la vez salía el “templadismo” y la estética del frío, que hablaba también Vítor Ramil de Porto Alegre, los gaúchos, que tienen tanto contacto con nosotros. Hay un espíritu “subtropicalista” de cantautores y artistas que van desde los veintipico a los cuarentaipico, una generación que estamos rondando canciones nuevas y frescas, que tiene que ver con el espíritu de la región.
—¿Sale espontáneamente esa fusión?
—Sí, fue como una cosa muy orgánica. Hay festivales y eventos culturales que ayudan, pero también está el hecho de cruzarse como me pasó hace diez años con los hermanos Drexler, Paulinho Moska, de escuchar hablar de Vítor Ramil, o empezar a trabajar con Ramiro Mussotto, que era un argentino que trabajaba con percusión en Brasil. Empezar a pegar onda con músicos de colegas, que tocaban con Lenine, o con Caetano, que te hablan de Zélia Duncan de Brasil.
Y gente de acá, como el Chango Spasiuk, Lisandro Aristimuño, Ana Prada. Hay como una camada de cancionistas que dentro de un abanico estético muy amplio teníamos algo en común, una búsqueda estética parecida.
Ida y vuelta
—El DVD “(Bi)vo en México” es la consolidación de lo que fue la andadura de “Bi” y el trabajo con Liniers. ¿Cómo es esto de ver un show propio desde afuera?
—Lo veo poco y nada, es raro verse. Pero sé que se plasma el espíritu de lo que queremos en vivo. La conexión con Liniers, porque también fue algo muy orgnánico: encontrar un amigo que no era músico, pero era un tipo que agregaba un valor al show impresionante a nivel visual. Siempre lo tenemos presente aunque no esté físicamente: aunque no lo veamos, Liniers siempre está (risas).
—“Hamaca” es de alguna forma un homenaje a Enriqueta... (el personaje de Liniers).
—Total, y fue sin querer queriendo: decimos en broma que yo soy una influencia en la obra de Liniers, pero de vez en cuando él me influye a mí. Ahí muestro “Hamaca”, que se inspiró en una hija mía, pero obviamente tenía que ver con Enriqueta. Nos fuimos “simbiotizando”.
En el caos
—A la hora de componer, ¿cómo es tu dinámica?
—Es bastante orgánica y caótica a la vez. Soy bastante amigo del caos (risas), no se si es para tener adrenalina o la situación de la sorpresa. Obviamente uno tiene la tendencia a tararear una idea, la música es como la primera emoción. Después una letra, de golpe es una frase que te atrapa, que congenia con la idea musical. A veces puede ser al revés, tenés una frase, “tengo que decir esto”, y le encontrás la vuelta para ponerle una melodía. A veces con el instrumento: a veces es lindo agarrar la viola y encontrar un acorde o un ritmo.
En el desorden te vas ordenando, vas encontrando links que te atrapan lo suficiente como para cerrar una canción. Dicen los yanquis: “There’s a method to the madness” (“Hay un método para la locura”). Los creativos suelen ser muy desordenados y a la vez detallistas. Me acuerdo de las ideas, las que valen la pena las machaco.
Como cancionista uno busca llegar a la mayor cantidad de gente posible, a emocionarla: no es mejor ser elitista que popular, tocar para tres que para 3.000. Uno intenta emocionarse y luego tocar un nervio ajeno: esa sigue siendo la zanahoria del compositor.
—¿Qué se viene para 2015?
—Muchas cosas: ahora estamos grabando, probando cosas, haciendo un disco con los The Nada, muy de acá, conectado con los vecinos de la región: por ahí algún trabajito con colegas brasileños, uruguayos, chilenos. Andar un poco por las Américas desde la Argentina: ahí estamos.