El enigma de Holly Golightly: la "muñequita de lujo" que se convirtió en ícono pop
A lo largo de su carrera, el escritor norteamericano que hoy hubiese cumplido 100 años, creó varios personajes, pero ninguno tan querido como la joven de “Desayuno en Tiffany's”. que sigue inspirando por su rebeldía y glamour.
El rostro de Holly es, en la película de 1961, el de Audrey Hepburn. Foto: Paramount Pictures
Cuando se alude a Truman Capote, el escritor norteamericano que hoy hubiese cumplido 100 años, la mayoría de las personas lo “linkea” directamente con su novela “A sangre fría”. Es lógico: se trata de su obra maestra, a través de la cual inauguró, en los años ‘60, el “nuevo periodismo”, que enlazó técnicas literarias con investigación periodística para generar narrativas novedosas a partir de hechos reales tan contundentes como (en este caso) el brutal asesinato de una familia de granjeros en el interior de Estados Unidos.
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Sin embargo, más allá de ese clásico, este excéntrico personaje que fue Truman Capote (el que dude de este calificativo, revise la película de 2005 protagonizada por Philip Seymour Hoffman) dejó un legado literario mucho más amplio. Para salir del lugar común, cabe evocar en este aniversario a uno de sus personajes más entrañables. Que adquirió inmortalidad, en buena medida, gracias a la magia del cine de Hollywood. Se trata de Holly Golightly, la protagonista de “Desayuno en Tiffany ’s”. Este ícono de la cultura pop es, al mismo tiempo, un símbolo de libertad, elegancia y melancolía.
Paramount Pictures
La tristeza viste a la moda
En la novela corta “Breakfast at Tiffany 's”, que Capote publicó en 1958, Holly es una joven neoyorquina cuya vida parece estar envuelta en el misterio y el glamour. A primera vista, es el retrato de la sofisticación: vive de fiesta en fiesta, se viste a la moda con ropa de diseñadores y siempre sueña con encontrar su lugar en el mundo y vivir “en Tiffany's”, la tienda frente a cuya vidriera come medialunas y toma café por las mañanas.
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Pero (y aquí radica la maestría de Capote) debajo de esa superficie glamorosa, existe una mujer compleja que está marcada por una historia de abandono y fragilidad emocional que el narrador va descubriendo a lo largo de la trama.
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En ese sentido, hay cierto reflejo biográfico del propio Capote, que solía estar rodeado por la alta sociedad pero, al igual que Holly, sentía una profunda soledad. En varias de sus obras se expresa este sentimiento: se codeaba con otros escritores, con estrellas de Hollywood, parecía conocer a todo el mundo, era expansivo, pero en el fondo era muchas veces despreciado por su tendencia a compartir secretos que le contaban en climas de intimidad que el mismo urdía a propósito. En este sentido, Capote comparte con su personaje Holly esa búsqueda de pertenencia en un mundo que le es hostil.
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Pantalla mágica
La versión cinematográfica de “Breakfast at Tiffany 's” (1961), protagonizada por Audrey Hepburn fue la que le otorgó a Holly su lugar definitivo en el imaginario colectivo. La imagen de Hepburn parada frente a la joyería Tiffany de Nueva York, con vestido negro, guantes largos, un collar de perlas, lentes de sol, un peinado recogido con una tiara es tan representativa de su época como las latas de Sopa Campbell de Andy Warhol. Como escribió Miguel Ángel Palomo en El País de España, es “una obra que define como pocas la magia del cine clásico, y que crea imágenes icónicas”.
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Sin embargo, la Holly de la película y la Holly de la novela no son iguales. En la pantalla, es más encantadora y menos controversial. La Holly de Capote es más ambigua y audaz. Muchas veces roza lo inmoral, especialmente para los parámetros rígidos de los años 50. En todo caso, sigue siendo un ícono de la moda y una representación atemporal de la mujer moderna que se anima a vivir bajo sus propias reglas.
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Lo fascinante es que es una “party girl” pero, a la vez, una sobreviviente que trata de superar un pasado de pobreza y abandono. Es alguien que, si se piensa a la luz de los conceptos hoy tan en boga de coaching y liderazgo, se reinventó a sí misma, convirtiéndose en esa versión glamorosa que siempre soñó ser. Una mujer que elige su destino. Eso está claro, sobre todo en el final de la novela (diferente al de la película) donde Holly parte en busca de un lugar al cual poder llamar “casa”.
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Buscar un lugar feliz
Capote murió el 25 de agosto de 1984, en Los Ángeles a los 59 años. Sus adicciones se sumaron a la flebitis. “A sangre fría” lo consolidó como un maestro, pero Holly Golightly es el personaje que mejor conectó con el gran público. Es que, en gran medida, encarna las contradicciones de la vida moderna: la búsqueda de felicidad en un mundo complejo y materialista.
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