Martes 2.11.2021
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Diego Fischer es periodista, guionista y productor de teatro y cine. Pero tanto en su país, Uruguay, como en el resto de Latinoamérica, es más conocido por su faceta de escritor. En efecto, lleva escritos varios libros, casi todos consagrados a hechos históricos o a personajes que dejaron huella en el país vecino. “Cuando todo pase” es su último trabajo de esta índole. Publicado en diciembre pasado por Planeta, lleva varias reediciones, la última hace pocas semanas.
El libro es una pintura de época que lleva a los lectores hasta la década de 1930 y a dos emplazamientos: Montevideo y Madrid. Fischer reconstruye los hechos que concluyeron en “la violación y el asesinato de dos mujeres uruguayas en Madrid como parte de un siniestro plan elaborado por las milicias rojas que, al descubrir el apoyo y la ayuda que los diplomáticos latinoamericanos les brindaban a religiosos y políticos perseguidos por el gobierno republicano, deciden enviar un sangriento mensaje”. En paralelo a esto, narra las vivencias de Daniel Cibils, un joven de la alta sociedad montevideana y sobrino del embajador de Uruguay en Madrid, que cursa sus estudios en el colegio de El Escorial en la misma época.
PlanetaEn una entrevista concedida a este medio, Fischer contó pormenores del itinerario de “Cuando todo pase”, que arrancó en una conversación azarosa durante un curso y continuó con la búsqueda de documentación, la visita de emplazamientos específicos y la recolección de testimonios en ambos lados del Atlántico.
-Usted aborda en el libro la violación y el asesinato de dos mujeres uruguayas en Madrid en la década de 1930 ¿Es un caso conocido en Uruguay o salió a la luz a partir de su investigación?
-Era conocido entre la grey católica, en parte. Porque en 2011 fueron repatriados los restos de Dolores y Consuelo. En la catedral de Montevideo hay una urna de mármol, justamente frente a la pira bautismal donde ellas dos fueron bautizadas en 1898. Se conocía y en su momento tuvo algo de difusión en los diarios, pero no demasiada. Se mostró de una manera mucho más masiva a partir de la publicación del libro, o sea desde diciembre del año pasado.
-¿Qué repercusiones tuvo?
-La historia tuvo un gran impacto. El momento en que transcurre, cuando pasaron cosas terribles, es bastante desconocido. Por múltiples razones, se conoce mucho más lo que ocurrió durante la Guerra Civil Española y en la dictadura de Francisco Franco que lo que fue ese período tan breve de la Segunda República, que va de 1931 a 1936. El tiempo en el que transcurre la parte central de “Cuando todo pase”.
Planeta-¿Cómo fue el proceso de investigación que terminó en la escritura de la novela?
-Esto empieza de una manera casual. Doy cursos a grupos reducidos de personas sobre temas históricos y personajes que he estudiado. En uno de esos cursos, un año antes de la pandemia y previo a un viaje a París y a Madrid, una de las participantes hizo un comentario sobre su padre y su pasaje por El Escorial. Me llamó poderosamente la atención. Esta mujer es hija de Cibils y se llama Mercedes. En uno de los cortes del curso, me acerqué a conversar con ella y a pedirle más detalles. Y, como sucede casi siempre con las personas que vivieron determinadas circunstancias desde adentro, contaba episodios con mucha naturalidad, como las privaciones en el monasterio, la disciplina y los hechos que llevaron a Cibils a dar refugio a cientos de personas. Eso despertó en mí mucha curiosidad, me dí cuenta de que había una historia para contar. Empecé a investigar y el primer lugar al que recurrí fue el archivo de la Cancillería uruguaya. Cuando empecé a leer los documentos me encontré con el episodio de Dolores y Consuelo. Había muchos documentos que fueron preparando el ambiente para esa historia que finalmente logré reconstruir. Casi simultáneamente fui a París y a la vuelta pasé por Madrid. Estuve en El Escorial y tomé contacto físico con ese lugar maravilloso que es el monasterio. Y empecé a atar algunos cabos. La idea era volver meses después para ahondar en la investigación, pero estalló la pandemia. Entonces recurrí a una colega, Sully Fuentes, periodista uruguaya que vive desde hace veinte años en España y ella pudo obtener datos que eran claves para poder escribir la historia. Después, la bibliografía que utilicé, que fue mucha, está citada en el libro. El tema de la Guerra Civil Española, quizás porque contiene heridas que todavía están abiertas, sigue despertando gran polémica. Entonces tomé como libro principal de consulta “La Guerra Civil Española” de Antony Beevor. Recurrí a este investigador inglés que hizo un trabajo formidable. Aunque consulté muchos libros, el que marcó el rumbo fue ese.
Gentileza del autorFoto: Gentileza del autor
-¿Por qué elegiste el formato de novela histórica antes que el testimonial?
-Es mi estilo. No soy historiador, soy un periodista que investiga. Esta historia es novela en tanto reproduzco diálogos, pero es un 25 por ciento contra un 75 por ciento de documentos y material histórico. Me explico un poco más: a veces un diálogo, una crónica o un relato implican, en mi caso, llevar un documento a mis propias palabras de una manera más amena y ágil para la lectura. Es el único objetivo. Obviamente respetando estrictamente el espíritu de los documentos y de la historia que pretendo contar.
“Pintar un cuadro” con palabras
-Además estaba el desafío de poder trasladar al lector a esa circunstancia histórica y a una determinada ebullición política.
-Y sin caer en maniqueísmos, siendo lo más fiel posible a los hechos históricos. Una cosa importante es que repasé muchos documentales televisivos españoles sobre esos años. Más que el relato, lo que aportan son las imágenes, que son brutales y estremecedoras. Inimaginables para un argentino o para un uruguayo. También están los testimonios de personas que vivieron esos tiempos. Son muy mayores, pero han venido tanto a Argentina como a Uruguay y tienen frescos esos momentos. Con todo eso, uno trata de pintar el cuadro.
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