Lunes 2.5.2022
/Última actualización 15:41
Victor Mirallas es un músico español de 28 años que el 4 de mayo llegará por primera vez en plan solista a la Argentina (Niceto). Se lo considera una “promesa” hispanoamericana, ya que en su juventud pendulan la formación en Berklee y la participación en la banda de Alejandro Sanz, por no hablar de un estilo propio y una versatilidad en el dominio de los instrumentos. En diálogo con El Litoral, el artista nacido en Barcelona, de familia andaluza “más cercano a la rumba catalana que al flamenco”, manifiesta la sorpresa por el impacto de su visita al país con su propuesta, la admiración por la obra de Ca7riel y Nathy Peluso y los entramados conceptuales de su último álbum, “Crucidramas” (2021, Warner Music).
Termina la entrevista y Vic sedimenta el contenido en un ejercicio de autodefinición. “Diría que soy un músico que tiene una reivindicación cultural para la sociedad de hoy en día”. Antes de ello, mucho antes, la familia ocupó un lugar clave en su constitución artística. La casa de la infancia de Vic tenía un sonido ambiente distintivo, en el que se entrelazaban Johann Sebastian Bach y el ejercicio de sus padres, ambos músicos clásicos. También se oía La Vella Dixieland, recuerda. Por entonces, su hermana practicaba todo el día piano, “a lo escuela rusa”. Mientras, él crecía. Escuchando, observando, memorizando. “Mi madre me contó que cuando era pequeño, ella hacía una nota y yo la imitaba. Ellos vieron que tenían una sensibilidad melódica y la reforzaron con juegos. Por ejemplo, ella me tapaba la cara y tocaba notas en el piano... y yo las tenía que adivinar. Es algo que me resultaba super divertido y, a la vez, tenía seriedad”.
Para Vic no fue difícil saber que su camino estaba pavimentado por armonía, melodía y ritmo. Así llegó, primero, al piano y al clarinete clásicos. Más tarde, ingresó a la Escuela Superior de Música de Cataluña. Pero sintió que no era para él. Entre estudiar horas e interpretar un instrumento y un repertorio antiguo, o indagar con mayor profundidad en la composición, eligió lo segundo. Así llegó al Berklee College of Music. Del Mirallas que entró al que salió, años después, hubo un gran crecimiento. “Me encontré con gente de muchas culturas diferentes. Mezclas tu cultura con la suya y, al mismo tiempo, con el jazz anglosajón. También fue importante para darme cuenta que lo mío es la mezcla”.
Allí también fue abriéndose el horizonte para el incipiente yo cantautor: productores/as, colaboraciones y la posibilidad de “fichar en una banda”. Así se dio el feat con la música peruana Nicole Zignago, que suma su encanto a “Mirar atrás”. “Yo tenía muy en claro el timbre de voz que imaginaba entrando en la segunda estrofa. Iba a ser Evaluna, que no pudo, así que lo grabamos a distancia con otra amiga”. Hablando de productores, otro invitado en “Crucidramas” es Carlos Ares, en la última canción que hicieron para el álbum: “Qué bien que te vi”. “Carlos canta y hace letras de muy buena manera. Es una de las personas con las que más disfruto trabajando a nivel producción. Es una canción a contracorriente del disco; la hicimos en una semana y fue un sentimiento muy vivo para mí”.
Gentileza Prensa Todo el rato estoy improvisando en mi cabeza , reconoce Mirallas sobre su método de composición.“Todo el rato estoy improvisando en mi cabeza”, reconoce Mirallas sobre su método de composición.Foto: Gentileza Prensa
Hay algo de la música argentina que cautiva a Vic Mirallas. Para quien registra colaboraciones con Ca7riel y Benja Amadeo, además de destacar públicamente a Nathy Peluso, Wos, Conociendo Rusia, Nafta y Carlota Urdiales, hay un gen artístico. “Creo que van con la mente más fresca a la hora de componer; tenéis menos tapujos. Es el arte de expresar por expresar sin la necesidad de meterse en un tipo de colisión, opera o sonido al que estamos acostumbrados”. Sale de la punta de su lengua El Kuelgue (“me gustó mucho”). Cambio una figurita holograma: Illya Kuryaki and the Valderramas. La promesa, como lo llaman, toma nota.
“Tú no me quiere’ a mí” se llama la canción que el cantautor español eligió para enlazar con Ca7riel. A medida que ésta se volvía más groovie, Mirallas sentía que era ideal para que la grabaran los músicos de Big Menu, ex acompañantes de Peluso. Por ahí vino el contacto con Ca7riel. “Entre músicos, su nuevo disco se ha rodado muchísimo”, prologa Vic. “Hizo una producción y un tipo de canciones, propios de alguien que estudió y que sabe. Mucha gente intenta plasmarlo en la música española, pero no acaba de cuajar de la forma en que lo ha hecho en Argentina. También creo que allí el público está más abierto a nuevas propuestas”. Respecto a su colega, dice: “Yo lo conocía y vi que me seguía en Instagram. Así que le tiré un poco la caña a ver si se unía. Le encantó el tema, fue super orgánico y rápido. Hizo su parte, la escribió, y siempre estuvo abierto a cambios”.
“Crucidramas” vio la luz en los mares cibernéticos el 12 de noviembre de 2021. 121121, juéguelo. Es un disco claramente pandemial, donde cada pieza “es una peli diferente”. En medio del “parón”, la incertidumbre y “expectativas que no se cumplen”, una pareja se disolvía. “Tienes mucho tiempo y empiezas a mirarte por dentro. No me salía natural escribir canciones felices. Son problemas que me planteo, a los que no termino de encontrarle una solución”.
Crucigramas que no entiendo, como iba a llamarse la obra antes de encontrar su horma lingüística, presenta una gran divergencia con la ópera prima del catalán. Luego de “Aquí y así” (2017), producido por Adri González, el autor da un paso más. Resuena, en una radio imaginaria, “Mi soledad y yo”. “Al ser un diario más personal, me metí en todas las producciones. Acudía gente según los instrumentos y sonidos, pero yo tenía la sesión en mi ordenador. Es una gran diferencia tener tú el poder de tus canciones y depender de alguien que te produzca. Esa libertad creativa hace que sea más yo, y que también me haya ido mejor”.
“Para mí, lo es todo”, dice Vic sobre la improvisación. “Estaba muy cómodo cuando hacía estándares de jazz y scat. En el momento puede darte rabia, pero cuando empiezas a meterte y hacerlo bien, pasando por los acordes y estudiando la teoría...”, finaliza con una sonrisa que le come el rostro y dispara la palabra perfecta a la mente. “Todo el día estoy improvisando en mi cabeza, buscando acordes y melodías. Creo que lo practico hasta cuando duermo”, ahora le da un sonido a la mueca que tiró segundos atrás, y se pone un poco serio: “la letra me cuesta más, tengo que pararle más sentido”. Igualmente, “cuando salgo de fiesta con mis amigos nos piramos unas batallas de gallo, incluso nos atrevemos a poner bases y rapear. A veces, sale algo que tiene sentido, pero lo hago como broma. Creo que ahí estamos trabajando otro tipo de cerebro; supongo que es leer mucho y escuchar mucho rap”.
El estado de permanente impro viene de la mano de ser multi-instrumentista. Saxo, piano, clarinete, guitarra y, por supuesto, voz. “Al ejecutarlos y estar improvisando todo el rato en mi cabeza me salen líneas melódicas bastante saxofonísticas. Primero, estoy pensando en las posiciones del saxo; luego, adapto una letra. ¿Cómo son tales líneas? ¿Qué las distingue de otras? “Es diferente: tienes que pensártelo más cuando sale de un instrumento que es tocado. Por ejemplo, la canción de Ca7riel es algo muy saxofonístico. El estribillo hace ta-ti-ri-ti-ra-rá ta-pa-ti-ti ta-pa-ta-ta ta-pa-ti-ti. Me basé en el scat del momento para hacer la sonoridad en la letra. En cambio, si empiezas una estrofa con la guitarra, sale muy fácil la letra... pero también es fácil que suene a otras. Al final, es la variación lo que da la riqueza, y no creo que haya una sola forma de hacerlo”. Improvisar es pensar, ya lo dijo Buscaglia.
La segunda canción de “Crucidramas” es “Todo lo que tengo”, con la participación del sevillano Juancho Marqués. Anteriormente hubo otros abrazos musicales entre ambos, como “Natural”, “Cuando no estoy yo” y “Si yo estuviera enamorao”. “Es uno de los mejores letristas”, confiesa Vic, “tiene la capacidad de adaptar fónicamente las letras a lo que tú tenías pensado. Las hace sonar con sugerencia pero, a la vez, sin decir exactamente lo que quiere que el público oiga”. La base tiene un aire flamenco (aflamencao), con unas guitarras españolas grabadas por Pau Figueras, integrante de la banda de Ale Sanz.
Justamente, el factor Sanz es clave en la solidificación del multifacético Mirallas. Además de haberlo escuchado mucho de niño, formó parte de su banda durante seis años, dirigiendo los coros y la sección de vientos. “Al principio me dijeron que tenía que estar cantando todo lo que cantaba Ale, fijándome en su mano para el momento en que sacara el micro. Meterle más y, a la vez, buscar una voz que no era 100% la mía, para que empastara. He estado muy pendiente del tipo de melodías y de tejidos que él hacía. En la búsqueda de su voz con la mía, de más aire, y eso me ha dado muchas tablas a la hora de hacer coros”.
“Chan”, como apodó Paco de Lucía al autor de “Corazón partío”, marcó también a Vic como lo hacen los más grandes: con un consejo. “Me acuerdo que le enseñé ‘Todos fuimos’ en el avión. Él me dijo: ‘Uy, parece que quieras mostrar todo lo que sabes en una canción’. Le pareció demasiada producción e información. Yo me quedé pensando ‘a lo mejor sí que tienes razón’. A partir de ahí empecé a vaciar más elementos, aunque a veces se me va la olla y meto mucho... Pero tener esta conciencia del menos-es-más me ha ayudado mucho”.