El cineasta Mario Cuello terminó el rodaje del film “Álvaro Izurieta, poeta de la línea y el color”, un largometraje cuya producción se hizo a través de Grupo de Cine Santa Fe y que tardó varios años en materializarse. Se trata de un documental que aborda la obra del artista plástico cordobés y repasa sus distintas etapas, desde los inicios hasta la actualidad. En distintos tramos, se narran los orígenes de Izurieta, su historia familiar, sus tiempos de formación y la incidencia que tuvieron sus distintos maestros.
El rodaje arrancó en el mes de noviembre y la primera etapa de nueve jornadas se extendió hasta los primeros días de diciembre. En la oportunidad, las escenarios del trabajo fueron en la ciudad de Córdoba y en ocho puntos concretos de Unquillo. Las etapas posteriores, entre marzo y abril de este año, tuvieron lugar en Buenos Aires, París y en dos locaciones de la ciudad de Santa Fe.
El film incluye la participación del propio artista y su familia, de su colega y antiguo discípulo Gabriel Garay, del galerista y escultor cordobés Rafael Cerrito y del crítico de arte Jorge Taverna Irigoyen. Todos testimonios que van unidos con espacios que fueron emblemáticos para la evolución artística de Izurieta.
El director del film, Mario Cuello, explicó a El Litoral que la decisión de realizar un documental sobre el artista cordobés obedeció sobre todo al modo en que lo impactó y conmovió su prolífica obra, primero a través de un libro que ilustra su producción hasta 2005 y luego a partir de visitas a su taller, desde 2009 hasta la actualidad. “Haber podido conocerlo personalmente, me permitió completar mi mirada sobre su producción artística. Poder aproximarme a su historia de vida y a su entorno familiar me permitió valorar y apreciar cada uno de los pilares donde descansa su trayectoria. En especial, valoro su convicción para recorrer el camino elegido, su honestidad y compromiso, su enorme coherencia y su incansable trabajo”.
En relación al proceso de filmación, que incluyó diversos escenarios pero tuvo como epicentro principal la ciudad cordobesa de Unquillo, Cuello señaló que uno de los aspectos más extraños que tuvo que atravesar fue una instancia en la que debió “dirigir a distancia”, enviando toda la información y el tipo de testimonio que necesitaban por parte del menor de los hijos de Izurieta. “Como este tramo se filmó en marzo y para ese momento ya teníamos filmado todo lo de Córdoba, me limité a enviarle al camarógrafo, fotogramas de la película donde había entrevistas y exteriores para que pudiese tener la referencia concreta de los tipos de encuadre, tamaños de los planos, modo de iluminación, formas de desplazamientos de cámara y todo lo que pudiese ser tenido en cuenta para que no se apartase demasiado del resto de la película y pueda integrarse sin saltos notorios”, explicó.
Sobre los pasos siguientes del film, Cuello indicó que intentarán llevarlo a la mayor cantidad de lugares de exhibición posibles, de acuerdo a la línea que siguió siempre Grupo de Cine. “Nos interesa tanto participar en festivales o certámenes, sean locales, nacionales o extranjeros. Al mismo tiempo, uno se ocupa de generar todas las proyecciones posibles contactando a diversas instituciones o iniciativas personales”, señaló. Admitió en este punto que el grupo sigue aferrado a la idea de la proyección en una sala de cine, pero no descartó la posibilidad de abrirse a otras alternativas de difusión más actuales y masivas. “En este caso y dadas las particularidades de la película, suponemos e imaginamos lo que podría considerarse, si cabe la expresión, un doble estreno: se estrenaría en Unquillo (Espacio INCAA), obviamente por estar referida a un artista unquillense y paralelamente, pensamos que podría haber una presentación en Santa Fe”.
El equipo que intervino en la filmación del largometraje estuvo integrado Pablo Martínez, Emiliano Rico, Ariel Gaspoz, Julio Hiver, Priscila Sandoval, Santos Lanusse, Martín Vaisman, Camilo Suárez Osorio y Norma Ávalos.
En un plano de excelencia
Por Jorge Taverna Irigoyen (*)
El arte argentino tiene un alto prestigio no sólo en Latinoamérica sino internacionalmente. En general se concentran los valores principales de maestros y vanguardias en el centralismo porteño. Y eso es una grave postergación, ya que nuestra pintura y demás disciplinas se conciben en todo el territorio nacional. El cordobés Alvaro Izurieta sirve para probar este aserto. Pintor de rigurosa formación, estudió y compartió lecciones con Castagnino, Berni, Daneri, Diomede, proyectando después todo lo aprendido y mucho más en su Córdoba azul. Retratista, cultor del paisaje, del desnudo y la composición de interior, toda su obra está trabajada con fervor y especial dominio técnico. Desde Unquillo -como Spilimbergo, como Carlos Alonso- su taller es una fragua maravillosa de obras que trascienden y lo ubican en un plano de excelencia.
(*) Miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes por sus valiosas contribuciones a la historia y a la crítica del arte.