Ignacio Andrés Amarillo
Ignacio Andrés Amarillo
iamarillo@ellitoral.com
Hay un vínculo especial entre Tarja Turunen (Tarja a secas, en estos 11 años de carrera solista y logotipo estilizado) y el teatro El Círculo de Rosario. Después de su primera visita en 2011, lo eligió al año siguiente como locación para su DVD “Act I”. Quizás por ser un teatro lírico, de ésos con los que soñaba aquella estudiante de la Academia Sibelius de Kuopio antes de ser la estrella los estadios y los festivales. Que el paso rosarino de la gira The Shadows Shows justo haya coincidido con el Día de la Música reforzó la promesa de una gran velada.
Color local
Mientras parte de la banda internacional que acompaña a la soprano finesa (su compatriota cellista Max Lilja, el guitarrista alemán Alex Scholpp y el también germano tecladista Christian Kretschmar) se refrescaba con unas cervezas en la esquina, expuestos a los pedidos de fotos, Abrasantia abrió el encuentro musical. Ya parte de la escena sinfometálica argentina, los rosarinos parecen haber encontrado una vuelta de rosca en la combinación del lirismo de la actual cantante titular, Mariana Brunel, y su contrapunto con las voces rockeras y guturales de Carolina Schall.
Fuera de esquema
La Turunen definió dos décadas atrás el sonido de la voz lírica aplicada al metal sinfónico. Pero lo que la hace única es que su voz no es lírica todo el tiempo: el secreto está en la habilidad para hacer la transición entre la voz melódica y los vibratos y coloraturas que estallan en los momentos justos.
De igual manera, aunque para muchos sea el prototipo de la diva gótica, espontáneamente rompe modelos: no es una amazona invencible como Floor Jansen, ni una Reina del Hielo como Sharon den Adel, ni una secretaria ejecutiva del metal como Simone Simons. Tarja puede revolear el pelo negro de puntas rojizas y ahí nomás meter una cara de niña traviesa de las nieves.
Claroscuros
Sin telones como otras veces, después de la intro salió el carismático bajista estadounidense Kevin Chown (con su flequillo ramonero) para tirar junto al baterista Tim Schreiner (reemplazante del histórico MikeTerrana) el groove del comienzo de “Demons in You”. Con ellos Alex, Christian y Max, tocando de pie un cello eléctrico.
Tarja emergió vestida de diva: corset, pollera de tul, plumas, calza engomada y botas stiletto, todo negro. “Estoy súper contenta, contentísima de estar aquí, muchas gracias por recibirnos: pasado años”, expresó. El tramo de calentamiento siguió con “500 Letters” (con su recordado clip, rodado en el Tigre, en las pantallas) y la nueva “No Bitter End”.
“La próxima canción es un poquito oscura, la escribí para mi disco anterior”, fue la presentación para “Lucid Dreamer” (con su intermezzo lleno de voces, incluyendo grabaciones de la por entonces más pequeña Naomi Eerika Alexia Cabuli, hija de la cantante), que pasó seguida de la fuerza de “Little Lies”.
“Se ven hermosos”, disparó la solista. “La próxima canción trata sobre la Madre Naturaleza: está muy enojada, muchas cosas raras están pasando en el mundo. No se puede dominar. Pero nosotros tendríamos que cuidarla mejor, ¿no?”, fueron sus palabras antes de que Scholpp arpegiara el comienzo de “Calling from the Wild”.
En ese momento, la Turunen salió del escenario para que los músicos tengan sus momentos solistas. Regresó con su segundo vestuario: un sencillo vestido corto símil cuero. El cruce fue con “Supremacy”, tema de Muse reinterpretado desde la densidad de las guitarras.
Vivir el sueño
Una verdadera vuelta al pasado fue el medley de canciones de Nightwish, que repasó “Tutankhamen”, “Ever Dream”, “The Riddler” y “Slaying the Dreamer”. El cruce fue con otro enganchado pero acústico, con los músicos en un semicírculo al frente, con piano y set de percusión de cajón, plato y redoblante. Así fundieron “Until Silence”, “The Reign”, “Mystique Voyage”, “House of Wax” y el himno “I Walk Alone”, ya con batería.
La curva empezó a definirse con “Love to Hate” y “Victim of Ritual”, aclamada desde su comienzo a lo Ravel, y la intensa “Undertaker”.
“Cómo pasa el tiempo en la vida, ¿no? -reflexionó la vocalista-. Demasiado rápido. No hay tiempo suficiente para amar, cuidar, compartir. Y usualmente nos damos cuenta demasiado tarde. Por eso tenemos sueños. Yo tengo un sueño, de hecho lo estoy viviendo: mi sueño es la música, y ustedes lo hacen real cada día. Pasé 20 años con ustedes”. Y es cierto: Nightwish editó “Angels Fall First” en 1997. La invitación a soñar llegó con una Tarja conmovida en “Too Many”: todos fueron abandonando el escenario, con la voz en off terminando a solas la canción.
Última entrega
Para los bises, la morocha eligió un vestido suelto con brillos, blanco y negro, y zapatos blancos de plataforma. Kretschmar disparó el comienzo romántico de “Innocence”, de lo mejor de “The Shadow Self”. La levantada del final fue con “Die Alive” (con videoclip de fondo) y “Until My Last Breath”.
Después de las fotos, la reverencia y el regalo de memorabilia, el Ángel de Kitee se quedó recibiendo flores y obsequios, bailando al ritmo de “It’s A Hit Song”, el extraño track oculto del disco. El sueño se cumplió una vez más, en la sala lírica de la soprano metalera.