Martes 7.12.2021
/Última actualización 13:49
“Van a tener que enfrentar una tarea muy difícil”, anunció Donato De Santis en la edición de este lunes de Masterchef Celebrity 3. Y agregó: “Van a tener que afinar los sentidos, el compañerismo y la paciencia”. ¿A qué se refería el chef? A que el desafío del día tenía que ver con un trabajo en duplas, en las que cada uno de los integrantes tendría los ingredientes necesarios para llevar adelante una receta similar en la llamada “caja misteriosa”. Pero todo esto con un invitado que Santiago del Moro anunció con bombos y platillos: El Muro.
Así las cosas, de acuerdo a la ubicación en las islas que cada uno de los participantes había elegido al azar, los equipos terminaron conformados por Paulo Kablan y Juariu, que debieron preparar un solomillo, Paula Pareto y Charlotte Caniggia que se enfrentaron a un lemon pie, y Tití Fernández y Joaquín Levinton que debieron elaborar un pollo. La condición era que ambos platos lograran “el mismo emplatado y el mismo sabor” en un lapso de sesenta minutos, indicó Germán Martitegui. Y Damián Betular les advirtió que uno tendría la primera parte de la receta y el otro la final, con lo cual la comunicación entre ellos iba a ser fundamental.
Enseguida, todos pusieron manos a la obra sabiendo que el único “comodín” que tendrían sería la posibilidad de usar un megáfono por única vez en la noche durante apenas treinta segundos. Y la verdad es que los gritos en la cocina fueron in crescendo. Pero, sin lugar a dudas, el que más levantaba la voz era el periodista deportivo, que parecía no confiar demasiado en el músico que le había tocado como coequiper. “Pará, bolu..., decime en serio. ¿Qué hago con el pollo?”, gritaba Tití tratando de entender las indicaciones del rockstar. “¡Ya está, sacalo!”, le respondía Levinton sin que su compañero lo escuchara.
Pero los alaridos de Tití eran cada vez más fuertes. ”¡No te enojés!”, le decía el músico, mientras todos en el estudio quedaban estupefactos por el griterío. “Vos me tenés que decir hermano, tenés la receta. ¿Qué te crees? ¡Que soy Mandraque yo y puedo adivinar las cosas!”, seguía el periodista. Pero, cuando el músico le daba las indicaciones del otro lado del separador, le respondía: “¡No me grites!”
Lo cierto es que la intensidad del periodista no disminuyó en ningún momento. “Parecés un loco Tití. ¡Te van a llevar al Borda!”, le dijo entonces Joaquín. Pero él, en el backstage, no se hacía cargo de su parte. ”Me estoy volviendo loco, no puedo más de los gritos”, decía. En tanto, el músico aseguraba que la comunicación se hacía muy difícil por los “problemas auditivos” de Fernández.
Así y todo, llegado el momento de emplatar Tití encontró una particular manera de darle las indicaciones a Levinton, colocando las preparaciones cual si fueran las agujas de un reloj. “A las doce el pollo con la pata para arriba, a las tres el puré, remolacha a las seis...”, le decía cuando, de repente, se comenzó a sentir mal. Y no sólo tuvo que tomar asiento, sino que también debió ser atendido por el médico del lugar.
“No puedo más, empiezo a transpirar, me empiezo a sentir un poco mal...”, relató Tití. Sin saber lo que pasaba del otro lado del separador, el músico seguía insistiendo para terminar de definir el plato sin obtener respuesta de su compañero, por lo que intentó probar con el megáfono. Pero el periodista debió ser asistido por un profesional médico. “En un momento me empezó a faltar un poquitito la respiración”, dijo luego. Y agregó: “Joaquín, mirá lo que conseguiste, que entre el doctor a atenderme. La factura de la obra social te la paso a vos, loco”.
Levinton, por su parte, explicó que a Tití le había bajado la presión. “No está para estos trotes, no está para seguirme a mí”, aseguró. “Estoy haciendo memoria y no me acuerdo cuanto hace que no me sentía así”, dijo el periodista. Pero a la hora de la verdad, el jurado evaluó a los tres equipos sin contemplaciones. Al de Charlotte y la Peque le dio el delantal gris, con lo cual deberán pasar al jueves de última chance. A Paulo y Juariu, los mejores, les dio el pase directo al balcón. Pero decidió que Fernández y Joaquín también tuvieran la posibilidad de ir, directamente, al miércoles de beneficios. O sea que el trabajo no estuvo tan mal como ellos pensaban.