Willy Quiroga Vox Dei y los 50 años de "La Biblia"
La nueva formación, encabezada por el bajista y cantante de la banda original, está celebrando el medio siglo de la primera ópera rock cantada en castellano. En diálogo con El Litoral, Quiroga repasó aquellos tiempos fundacionales y su actualidad artística. En Santa Fe será el sábado 20, en Tribus Club de Arte.
Gentileza producción El trío actual, con Willy escoltado por Carlos Gardellini (guitarras) y su hijo Simón Quiroga (batería). En vivo se sumarán Maximiliano Ruffo en guitarras y Alejandro Arias en teclados.
Willy Quiroga, bajista histórico de Vox Dei, se encuentra celebrando los 50 años de “La Biblia según Vox Dei”, ópera rock conceptual compuesta, grabada y editada por Vox Dei en 1971. Editada como álbum doble, es frecuentemente considerada un hito del rock de habla hispana por ser la primera ópera rock cantada íntegramente en este idioma. Fue presentada por primera vez por el grupo en el Teatro Alvear en 1971 y desde entonces, ha sido interpretada en todo el territorio argentino, llevando su mensaje de paz a cada rincón del país.
Además del integrante original de aquel trabajo (junto a Ricardo Soulé en guitarra y voz, Juan Carlos “Yodi” Godoy en guitarra y Rubén Basoalto en batería), firme en el bajo y la voz, hoy la formación de Willy Quiroga Vox Dei se completa con su hijo Simón Quiroga en batería y coros y Carlos Gardellini en guitarra y coros. A su vez, como músicos adicionales participan Maximiliano Ruffo en guitarras y Alejandro Arias en teclados.
El show será en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572, Santa Fe) el viernes 20 de mayo a las 21. Las entradas están a la venta en la boletería de Tribus (de miércoles a domingo de 18 a 24) y a través del sistema Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos). En la previa del show, El Litoral conversó con el prócer del rock nacional sobre aquellos y estos tiempos.
Permanencia
-Están presentando y celebrando los 50 años de “La Biblia”. ¿Qué sensaciones te trae saber que pasó medio siglo de la salida y que sigue siendo algo tan vigente en lo musical y en lo temático?
-Son muchas sensaciones. Por empezar, en el momento en que se nos ocurrió intentar hacer algo con la Biblia nos dimos cuenta de que iba a ser un golpe para la sociedad; porque no estaba acostumbrada esa sociedad a ver a los rockeros, porque era un movimiento nuevo que había empezado en el 63, 64, después de la aparición de Los Beatles, con Los Gatos; y nosotros ya en el 70 estábamos encarando una obra cómo esta.
Después, el hecho de que hayan transcurrido más de 50 años de esta obra me hace pensar que estuvimos acertados, y que se eligieron las mejores palabras para que nadie pensara (como pensaron al principio) que íbamos a hacer una locura o escribir cualquier cosa. Porque más de uno dijo: “No, como estos rockeros, pelilargos, se atreven a tocar un libro tan sagrado como es la Biblia”. Pero nosotros lo hicimos con la mejor buena voluntad, sin querer ser soeces o atrevidos.
-Pero era polémico, en una sociedad como la Argentina de ese momento, hacer un disco tocando temas bíblicos: sabían que los obispos, los curas o cierta parte de la sociedad se iban a oponer, o los iban a mirar raro.
-Fijate si la sociedad era cerrada que me acuerdo cuando era chico (10, 12 años) que mis tías solamente podían fumar dentro de la casa, y no podían usar pantalones: la mujer tenía que usar pollera en la calle. Y eso me remonta a los talibanes, que las mujeres se tienen que tapar la cara. Las etapas en el mundo van cambiando, y hoy en día se comprendió, se entendió, que la sociedad debía cambiar.
Esta obra para mí es un regalo que nos dio la vida: soy un convencido de que cada persona que vive en este mundo siempre tiene el deseo de hacer algo, de manifestarse; ahora está en qué la vida te lo permita. Porque todos tenemos deseos de hacer algo, pero si lo podemos llegar a concretar eso ya es harina de otro costal: no todos consiguen hacer lo que realmente quieren, hay muchas personas que están dentro de un trabajo, de una actividad que realmente no lo representa.
Nosotros hemos conseguido tener una obra como “La Biblia” y estar viviendo dentro de lo que nos gusta, de lo que amamos y de lo que nos permite estar en contacto con la gente y decir qué es lo que pensamos: debemos ser agradecidos a la vida.
-Incluso hay muchos artistas que no logran dejar una marca tan fuerte: aun haciendo lo que les gusta no tienen esa suerte.
-Hay grandes artistas que no llegan, se quedan en el 70% de su trabajo, de su obra; y eso no alcanza un 100% como para ser aceptados totalmente: por eso dura un poco en el tiempo. Por eso digo que hay que ser agradecidos de que la vida te permita hacer lo que querés y que trascienda.
-Para una banda que estaba grabando su segundo disco era toda una apuesta hacer una ópera rock, que además fue la primera que se hizo en castellano. Fue un salto muy grande del primer al segundo disco; otras bandas que sacaron obras conceptuales lo hicieron en el cuarto o quinto disco.
-Creo que Beethoven a los ocho o nueve años compuso su primera obra; todo el mundo dice “uh, qué barbaridad, cómo hizo eso”. Bueno nosotros con el segundo disco tuvimos la suerte de poder concretar una obra que lleva más de 50 años vigente: en su momento jamás se nos ocurrió pensar que podría llegar a suceder eso. Lo que pasa es que Ricardo tocaba el violín, escuchaba música clásica, y yo también; hay cosas ahí muy puntuales que hacen que la obra no quede suspendida en un tiempo especial de nuestra vida, sino que trasciende, es actual siempre.
Compañeros
-La formación con la que venís tocando incluye a Carlos Gardellini, con el que empezaste a tocar en 1992, hace 30 años, y por el otro lado a tu hijo Simón, que además fue alumno de Rubén Basoalto en algún momento.
-Fue alumno de Rubén cuando tenía siete, ocho años: era un bebé. Rubén fue un buen maestro para él, y fue prácticamente su tío. Después siguió estudiando, practicando con otros bateristas como (Jeff) Porcaro de Toto, que es maravilloso, o con Ian Paice de (Deep) Purple. Tengo la suerte de estar con dos buenos compañeros de carrera.
-¿Cómo se vive el día a día de la música con gente tan cercana?
-A lo que uno tiene que aspirar es a eso, a estar con buenos compañeros. Personalmente prefiero a alguien que toque un poquitito menos... que no es el caso de lo que me está sucediendo, pero por ejemplo: alguien que toca muy bien, tipo (Yngwie) Malmsteen, es un mal compañero; es despreciativo, no comparte las cosas. Prefiero alguien que toque menos pero que sea buen compañero. Que no es el caso mío, gracias a Dios.
-Si no, no se podría laburar a lo largo del tiempo.
-Sí también está Ritchie Blackmore, que todo el mundo decía que con sus compañeros era bastante duro. A pesar de ser un guitarrista excepcional: tuve la suerte de verlos en el Madison Square Garden de Nueva York.
-En este caso se suman Maximiliano Ruffo en guitarras y Alejandro Arias en teclado. ¿Amplían la formación por la complejidad de la obra?
-Sí para darle otro sonido, en la medida en que uno agrega un instrumento como el de Maximiliano que (según el movimiento que sea) toca guitarra de 12 cuerdas acústica o guitarra eléctrica. Y Alejandro Arias es muy buen tecladista; ya todo eso completa el quinteto para una obra que es realmente maravillosa cada vez que la tocó completa, o cualquiera de los temas.
Transformaciones
-En esta larga carrera viviste todos los cambios que experimentó la música en todo ese tiempo. ¿Qué cosas sentís que más cambiaron, sea en la forma de trabajar, en la relación de los músicos entre sí, o del público con la música?
-Cambios hubo muchos: No podemos comparar la música de los 60 con la de hoy en día. Hay una frase del “Desiderata” texto que se encontró en un monasterio hace muchísimos años, de autor anónimo, y tiene una sabiduría increíble. Dice: “Aunque tú no estés de acuerdo, el mundo marcha como debe”.
Hay cosas con las cuales no comulgo, las reconozco como valederas, la gente tiene derecho a intentar esos caminos. Por ejemplo el trap y el rap los conozco, por supuesto; pero no son cosas que me atraigan o me emocionen como la música que hacemos nosotros, como el blues, el jazz y el rock. Soy un músico de los 70, y estos son músicos millennials de ahora, de después del 2000 y pico. Entonces ellos van a tener otra noción de lo que es la música y de lo que tienen que decir.
-Empezaste con los primeros singles en Mandioca, y hoy estamos en la era de las plataformas. La forma de distribución de la música cambió muchas veces en todos esos años.
-Hay cosas que quedaron obsoletas, que ya desaparecieron: a medida que se va avanzando hay cosas que desaparecen; son muy pocas las que permanecen. Si yo te hablo de un zapatero, una persona que arregla zapatos y vos la veías cortando cuero y poniendo una suela, eso ya no existe más, es la prehistoria; sin embargo me acuerdo de esa persona, porque iba con zapatos míos o de mis tíos a hacerlos arreglar.
Hoy sacás una canción, la subís a YouTube, y se entera todo el mundo que hiciste esto, antes no existía. Ahora ya no se editan más álbumes, longplays, sino que las bandas (incluso Metallica o cualquiera de las que se te ocurran) suben un tema por vez, lo dejan en circulación durante un mes, mes y medio; y después suben el otro. Mientras tanto los van presentando en vivo, por supuesto. Después a medida en que los fuiste subiendo, cuando terminaste de subir todo, está el álbum completo en la red. Es otra la forma de mover los temas.
-Lo que por suerte sigue siendo irreemplazable es la banda en vivo sobre el escenario.
-Espero que no, porque mañana o pasado pueden poner unos robots que toquen. Me han mostrado videos de cosas maravillosas, que suenan bien; pero otra cosa son músicos en el escenario: que interactúan con la gente que está debajo, que se reconocen y que se alientan unos a otros. Eso parece que va a ser difícil de cambiar, pero tampoco voy a decir que es imposible.
Nuevas canciones
-En 2005 editaron “El camino”, el último álbum con canciones nuevas bajo el nombre Vox Dei, la mayoría tuyas. ¿Hay ideas de editar algún material nuevo en algún futuro cercano?
-Sí claro, tenemos un álbum que quedó guardado en un estudio que se llama La Nave de Oseberg. Quedó parado por la pandemia, porque nadie se podía reunir, estábamos en distintos lugares, teníamos que cuidarnos: especialmente yo, que no soy un chico, tengo una cierta edad; hablaban de las personas de más de 60 años y yo estaba arriba de los 60 tranquilamente. Ahí tenemos unos 12, 13 ó 14 temas, que están preparados para terminarlos; ya hablé con el dueño del estudio qué me dijo: “Vení cuando quieras, arreglamos horarios”.
Y después va a haber otro álbum, porque estoy armando otra banda con otros músicos, que por ahora se llama Willy Quiroga Project. Pero el otro día alguien me recordó una banda yo integré hace mucho, paralela con Vox Dei, que se llamaba Willy Quiroga y la de Fierro, me dijo que le gustaba más. Le dije: “Sí, puede ser, todavía hay tiempo para cambiar”, porque todavía la banda es muy nueva. Y la voy a hacer como una cosa paralela: sigo con Willy Quiroga Vox Dei, para el que quiera escuchar los temas de Vox Dei específicamente; y la nueva para el que quiera escuchar mis temas solamente, porque no va a haber temas escritos por otros músicos (salvo los nuevos que van a estar ahora conmigo). Sigo para adelante: como le comentaba a alguien: “no doy un paso atrás ni para tomar carrera”; porque eso es lo que me enseñó la vida y me enseñaron mis mayores.
Solidarios
-En 2013 tocaron en plena calle Corrientes, en solidaridad con los artistas desalojados de la Sala San Martín, arriba del teatro homónimo. Ustedes suelen acompañar diferentes causas y reclamos, aunque no sea el costado más difundido del grupo.
-Generalmente cuando uno hace este tipo de cosas es importante que se conozca el reclamo más que alguien que fue a ayudar. Somos ciudadanos, aunque la gente a veces piensa que pertenecemos a otra clase; no, somos personas tratando de hacer lo que debería hacer todo el mundo: tratar de colaborar con el otro. No hay nada grandioso: fuimos porque teníamos que ir.