El Litoral
El concierto de los Rolling Stones fue el primero de sus "satánicas majestades" en la isla comunista.
El Litoral
Beatriz Juez - DPA
Viejos rockeros, amantes del heavy metal, "punkies" con crestas, jóvenes cubanos vestidos a la última moda y seguidores de los Rolling Stones de todo el mundo se dieron cita el viernes por la noche en la Ciudad Deportiva de La Habana. El "Woodstock" del Caribe fue el primer concierto de sus "satánicas majestades" en la isla comunista.
"Guantanamera, guajira, Guantanamera", cantaba un grupo de cubanas sentadas en el suelo mientras esperaba el inicio del concierto gratuito.
Tres días después de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, visitara la isla, los cubanos tuvieron otra cita histórica. Y fue con los míticos Stones, representantes de una música que en los años 60 y 70 pasó a la clandestinidad en la isla tras ser vetada por las autoridades cubanas, que la consideraban contrarrevolucionaria, decadente y un producto indeseable del capitalismo.
"Sé que hace años era difícil oír nuestra música, pero aquí estamos", dijo Mick Jagger. "Gracias, Cuba, por toda la música que han regalado al mundo", añadió en otro momento del concierto el vocalista de los Stones.
A diferencia de otros shows en los que abundan los puestos de merchandising, en el de La Habana no se vendían recuerdos oficiales. Los vendedores clandestinos cubanos que había en La Ciudad Deportiva, sin embargo, aprovecharon el día. Dos dólares por una pegatina pequeña.
Entre 20 y 30 dólares cobraban a los turistas por una camiseta de Mick Jagger vestido al estilo "Che" Guevara. Las sacaban a escondidas de la mochila, mientras miraban a uno y otro lado y tomaban rápidamente el dinero, con miedo a que alguien los viera.
Muchos cubanos acudían a la cita por curiosidad, poco acostumbrados a ver tocar en directo en Cuba a bandas extranjeras y aun menos a grupos legendarios como los Stones.
"Me sé dos o tres canciones. Yo no soy muy fan de los Rolling Stones, pero me gusta la música rock y a Cuba no vienen muchas bandas extranjeras", contó el enfermero Joel, que explicó que le gustan Iron Maiden, Metallica y Guns n' Roses y que espera que más grupos vayan a la isla a tocar.
"El rock es algo que me entró en las venas cuando tenía 15 años y no pienso que nunca saldrá. Esto es lo máximo, que hayan venido los Rolling Stones", dijo el "cuentapropista" (trabajador por cuenta propia) Carlos Antonio Soler, de 27 años, que espera que vengan todos los grupos "de la vieja escuela" a tocar a Cuba.
"Rolling Stones, ¡no reguetón!", rezaba una pancarta que llevaban unos seguidores de los británicos en alusión a la música que arrasa entre los jóvenes cubanos.
Otros contaban que escuchan a los Stones desde hace años, aunque ante la pregunta de cuál era su canción favorita pocos eran capaces de citar otra canción que no fuera "Satisfaction".
"Cuando éramos chicos, no nos dejaban oír esta música. Éramos hippies y éramos muy perseguidos, me siento feliz , casi libre", cuenta el taxista Ruben Darío, de 52 años, emocionado tras el concierto.
"Nunca pensé en ir a un concierto suyo. Esto es una bendición de Dios", aseguraba el taxista, que cuenta que ha disfrutado mucho con los Stones.
"El papa ha bendecido a esta isla, hace unos días Obama y ahora los Rolling Stones", añadió el taxista, que confía en que se produzca un cambio en Cuba, pocos días después de la histórica visita del presidente de Estados Unidos. "No hay marcha atrás", augura.
Entre el público, había también muchos extranjeros, la mayoría latinoamericanos, canadienses y algún que otro estadounidense que habían viajado a la isla solo para asistir a ese concierto histórico.
El norteamericano John Vizarel viajó desde México, donde trabaja seis meses al año como instructor de submarinismo. "Es increíble" poder estar en el concierto en La Habana, dice Vizarel, que llevaba una camiseta con el legendario logo de la lengua afuera.
Las colombianas Cristina Gómez y Patricia Vélez vieron a los Stones el 10 de marzo en Colombia y les gustaron tanto que repitieron en La Habana. "Esto es histórico", cuentan sobre sus razones para viajar a Cuba.
La banda británica no defraudó y su derroche de energía se contagió entre el público, formado en gran parte por jóvenes.
Aunque la inmensa mayoría de los cubanos que asistían al concierto no se sabían las canciones, no pararon de bailar, saltar y agitar los brazos mientras grababan con sus celulares o se hacían "selfies" con los amigos.
El concierto podría representar para los cubanos quizá lo que fue para la generación de los 70 el festival de Woodstock, celebrado en el estado de Nueva York en 1969.
Muchos confían en que el concierto de los Stones marque no solo un antes y un después en la historia de la música en la isla y traiga más grupos extranjeros, sino que contribuya a acelerar los cambios en Cuba, ocho meses después de que Washington y La Habana reanudarán relaciones bilaterales.