Alejo Nahuel Acosta, conocido internacionalmente como Ysy A, se presentó el pasado 12 de octubre en el Harlem Festival como número central de la primera noche. Llegó luego de un año intenso, que lo llevó a países de la región como Perú o Chile, y a regresar a España para presentarse en festivales como Sonorama Ribera (Aranda de Duero, Burgos) y Festival Cruïlla (Barcelona). Por delante, tiene por delante el lanzamiento de su nuevo álbum, sucesor de “El after del after”, que volverá a publicar en su fecha cábala, el 11 de noviembre (11/11).
De estas cosas y más aprovechó El Litoral para charlar en el marco de su visita.
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-No es la primera vez, pero estuviste en España en festivales importantes. ¿Cómo fue esta experiencia?
-Muy lindo, porque viajar tantos miles de kilómetros, llegar a otra parte del mundo, del planeta; donde se sientan representados y conecten con el mensaje es hermoso. En España siempre me decían: “No, acá es muy duro el público; acá la gente no salta, no van a hacer pogo”; llegué, y al día de hoy ya conozco todo España, toqué en todas las ciudades que pude; y es increíble el amor y el afecto.
-El año pasado hiciste un Huracán, 45.000 personas. ¿Es como un sueño cumplido de la era de El quinto Escalón? Decir: Mirá: aquello se convirtió en esto.
-Sí, sin duda: estaba entre la lista de sueños que imaginaba como imposible cuando era más chico; eran parte del techo y hoy ya son parte del piso. Así que la verdad es una locura (risas).
Creación libre
-En este en este último tiempo también fusionaste la música urbana con el tango: tocaste con Cucuza Castiello, con Noelia Sinkunas, con Milagros Caliva, gente tremenda. ¿Cómo se fue dando esta búsqueda personal, pero también ese encuentro con los artistas para hacer una cosa que es totalmente nuestra, pero nueva?
-Creo que eso me pasó al principio, cuando estaba buscando desarrollar el sonido de Ysy A, y de ponerle un ingrediente especial que lo diferencie de toda la música del resto. Y me apoyé en la Argentina al palo en su momento, más chico: en el tango encontré esa espada y ese escudo. Decir: “Bueno, loco, está bien: sé que estamos haciendo un sonido trap; como pasó con el rock argentino, que entiendo que es un sonido de afuera; pero no por ser de afuera le voy a dejar de poner todo el condimento y toda la impronta del lugar del que soy”. Eso fue lo que me conectó con el tango al principio, y al día de hoy es algo en lo que todo el tiempo quiero seguir incursionando, por ese respeto que se genera.
-Decís que querés romper un poco con la lógica de componer para el algoritmo; que en realidad es algo que por ahí está en la cabeza del productor. ¿Cómo se hace?
-Es que yo también soy productor; trato de estar en todas las aristas que mi carrera necesita. Entonces también de ese lado veo como que hoy por hoy es toda música hecha para seguir una fórmula, como para no molestar a Internet; como que tenés que hacer algo que a Internet le guste para que eso esté bien.
Siempre fui en contra de la fórmula, y en contra de seguir lo que la industria dice que está bien. Entonces por mi parte nunca hago canciones que sean obvias y fáciles de digerir: intro, estribillo, verso, puente, estribillo; “Ay, no, acá repetí de vuelta”. No: si quiero hacer 50 versos sin estribillos lo voy a hacer igual, no importa si no pega.
En gateras
-El 11 de noviembre sale el disco, no sabemos lo que sale adentro. ¿Cuánto falta para terminar?
-(Risas) Estamos ahí: estamos avanzados, pero todavía no lo cerramos; así que no me voy a no me voy a fiar de nada. Lo que sí, que mi último disco, el 11/11 anterior, fue todo de electrónica; y sé que el fan de Ysy A, que me sigue por el trap y por ese sonido pesado que hago desde que arranqué está esperando. Entonces este es un disco para el corazón del seguidor de Ysy A, que llegó hasta acá por mi trap y que va a seguir llevando esa bandera en alto.
-El 11 sale. ¿Qué se viene después?
-Estamos calentando Buenos Aires, preparando un estadio para cerrar el año como Dios manda. Tener la posibilidad, y que la gente me siga, para hacer cada uno de estas locuras, es muy fuerte, y siempre trato de hacerlo valer lo más alto. Así que no a romper, a darle vida a esos estadios: era un sueño llegar a estar ahí y ahora es una realidad.
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