SEÑAL DE AJUSTE

Empezando el año

Empezando el año

Comenzó “Medios locos”, con la conducción de Maju Lozano, que había participado de los primeros tiempos de RSM.

Foto: Gentileza América TV

 

Roberto Maurer

Según los especialistas que llevan las estadísticas de la televisión, aún pudiendo resultar útiles a la sociedad midiendo otras cosas, el encendido del año pasado de los canales abiertos bajó seriamente respecto de la temporada anterior, reflejando una tendencia que comenzó en 2004. Cada doce meses huyen 200 mil personas, y el fenómeno experimentó sólo dos interrupciones: la aparición de Fútbol Para Todos y la epidemia de gripe que mantuvo encerrados a los niños.

Además, los prófugos pertenecen al nivel ABC1, un tecnicismo con el cual se designa a gente con plata para gastar, la que escapa hacia el cable u otras plataformas, mientras quienes acompañan a la televisión de aire son los pobres, de quienes los avisadores no pueden sacar demasiado, salvo piojos. La vieja tele, en fin, es como una persona que va perdiendo sus glóbulos rojos.

En lugar de una transfusión, el primer programa del nuevo año, si es una muestra de lo que seguirá durante la temporada, estaría indicando que el futuro de nuestra tele se resolverá mediante la eutanasia. Después de siete años de RSM, se despidió la simpática rubiecita dientuda que lo animaba y comenzó “Medios locos” (América, lunes a viernes a las 20.30), con la conducción de Maju Lozano, que había participado de los primeros tiempos de RSM.

El nombre de “Medios locos” es el mismo de un programa virtualmente humorístico que supo verse en la pantalla estatal hace ya unos cuantos años y que curiosamente contó con una juvenil Maju Lozano como una de sus libretistas. Los panelistas eran Castello, Gillespi y Urtizberea y, sin ostentaciones geniales, solían respetar la condición humana del televidente.

El verano y una premisa

Lo que acaba de emerger en la pantalla de América es difícil de clasificar y responde al desprecio por el público de los gerentes de contenidos, quienes parten de la premisa de que una vez que explotó el verano, frente al televisor subsisten solamente personas que sufren alguna clase de disminución: no sólo física o mental, ya que habría que sumar a los ciudadanos que están en las cárceles y los que no tuvieron plata para veranear. Entonces, agarran a Maju Lozano, que tiene gracia, que no para de hablar y que dice guarradas todo el tiempo, y la arrojan a un estudio de televisión en compañía de Clemente Cancela y Santiago Calori, del mismo modo en que hubieran puesto al lado dos monos embalsamados: no hace falta que hablen, habla ella.

Es un pastiche con móviles en vivo en dos lugares alrededor de los cuales actualmente gira el universo o sea Mar del Plata y Carlos Paz, más algunos informes sin chispa, como uno dedicado al estudio a la pertinaz inclinación de Matías Alé por mujeres que lo superan en edad, y sin siquiera sumar el Cabildo. Otro informe fue consagrado a los besos gay que últimamente cultivan los heterosexuales famosos. Son manifestaciones interesadas que buscan repercusión, y que contienen la misma pasión que emplearían en besar el trasero de un carpincho.

El día del debut, fue escalofriante la sinceridad de Maju Lozano, bromeando acerca del futuro o la falta del futuro del programa, que difícilmente podría llegar a marzo. Además, hizo una referencia confusa a la mesa semivacía y a la cual se espera completar con otros panelistas. Con un “tal vez”, se mencionó a Humberto Tortonese.

La visita al estudio de Pablo Rago fue intrascendente, aunque al día siguiente estuvo una peruana descontrolada y fujimorista llamada Laura Bozzo, “la reina del talk show”, que, para quienes creen que la televisión argentina ya tocó fondo, se les podría contestar que, más allá, hay círculos del infierno aún peores.

¿Qué sería el mal gusto en la tele?

Sin embargo existe algún Ser Superior que protege a los desventurados y a Maju Lozano. Su primer móvil desde Mar del Plata resultó una catástrofe para la nerviosa animadora debutante, que terminó resultando un tema que rebotó en los medios al día siguiente, a pesar de los miserables 3.1 de rating que obtuvo el programa.

La tenía en Mar del Plata a Carmen Barbieri, pero antes, ignorando que la vedette estaba escuchando con los auriculares puestos, realizó bromas a costa de su ex marido Santiago Bal y la dudosa atracción que el septuagenario infiel ejercería sobre jóvenes mujeres.

—Hay que acostarse con Santiago Bal... hay que tener huevos -bromeó Lozano, sin tener en cuenta que la mujer con estómago para compartir la cama con Santiago Bal en los últimos 25 años la estaba escuchando.

—No me hizo gracia Maju -comentó Barbieri.

—Comencé como el culo, Carmen -se disculpó la conductora en medio de sus excusas.

—Sí, empezaste como el culo y quién sabe cómo vas a terminar. He pasado un rato bárbaro, pero no éste -respondió la vedette mientras le deseaba suerte, se arrancaba los auriculares y se retiraba. Dado el volumen de Carmen Barbieri, toda de rojo, resultó un espectáculo sobrecogedor.

Sin la nota pero con reflejos, el movilero salió a la vereda del Provincial y lo primero que encontró fue un veraneante gordo hasta que lo salvó la aparición de Ivo Cutzarida, quien, aunque no se crea, puede ser providencial, y con una tal Adriana Barrientos, chilena por el acento, que parece la venganza de nuestros hermanos trasandinos por la fruta que les enviamos.

A falta de todo, fue brillante la solvencia de Maju Lozano en superar y sacar ventaja del incidente con Carmen Barbieri hasta el día siguiente, inclusive, cuando el broche lo colocó Moria Casán con su enfoque filosófico: “Fue un acting, que tiene un efecto residual en la prensa”, dijo de la performance de su rival y colega Carmen Barbieri.