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Historieta: regreso a la aventura

Nippur de Lagash, Dennis Martin, Mark, Savarese y Gilgamesh ocuparon horas de lectura y poblaron los sueños de dos generaciones. Hoy, en nuevo formato, vuelven para revivirlos y capturar a una nueva.


Hace más de 30 años, un guerrero sumerio errante e incorruptible irrumpió en la vida cotidiana de miles de personas y se quedó con ellas, acaso para siempre. Nippur de Lagash se convirtió en clásico por peso propio y abrió el camino a muchos otros personajes, que llenaron siestas interminables y jalonaron la historia de la historieta nacional, a través de las páginas de las revistas de la Editorial Columba y gracias al consumado oficio e inspiración de uno de los mayores y más prolíficos guionistas de todos los tiempos: Robin Wood.

Tras varios años de ostracismo y apatía, estos héroes y aventureros regresan, para deleitar a nostálgicos, sorprender a nuevos lectores e intentar salvar a la casa que les dio cobijo. En los últimos años, Columba mantuvo sus revistas tradicionales en piloto automático, rellenándolas con viejos episodios, sin distinción de calidad, ni mayor cuidado por hacer atractiva la edición. Sólo se salvaron de la decadencia las recopilaciones de Clásicos, donde se reúnen alternativamente capítulos de las series más exitosas -casi todas de Wood- y las publicaciones mensuales fijas de Dago y Savarese. Hace poco se difundió la noticia de que la editorial había presentado la quiebra, lo que tuvo más impacto en la memoria colectiva que en el mercado editorial.

El renacimiento


El plan de reactivación de Columba toma como pilares a algunos de sus principales personajes, cuyas historias se publican, desde noviembre del año pasado, en un formato similar al comic-book -de unas 36 páginas-, en blanco y negro y al módico precio de 2 pesos. La reedición respeta cuidadosamente el orden cronológico y mejora el aspecto artístico, al sustituir el tipiado mecanográfico de los textos por un reletreado a mano, y al presentarlo con tapas realizadas por dibujantes como Juan Bobillo y Marcelo Sosa (Anita, la hija del verdugo), Mariano Navarro (Caballero Rojo), Feliciano García Zechín (4 segundos) y Pier Brito (Convergencia). El criterio de edición es destacable, aunque el papel no es el mejor -y eso resiente especialmente las viñetas, que originalmente eran a color, como las de Mark-. También hay un extenso y jugoso reportaje a Robin Wood, repartido entre los números uno de Nippur, Dennis Martin y Savarese.

El propósito declarado por el coordinador Diego Accorsi (de la revista especializada Comiqueando) es captar a una nueva generación de lectores, recuperando algunas de las mejores páginas de la historieta argentina y, por qué no, permitir a los viejos adeptos completar sus colecciones.

La punta de lanza está dada por Mark, Nippur de Lagash, Gilgamesh el inmortal, Dennis Martin y Savarese. Posteriormente, se incorporarán nuevas revistas: una, con más material de Robin Wood, y la otra, dedicada a Héctor Germán Oesterheld, el inolvidable creador de El Eternauta, que en Columba publicó series como Roland el Corsario, Argón el Justiciero y Kabul de Bengala. También se anuncia la convocatoria a un concurso de historietas, con destino de publicación.

Historia y futuro


Cómo reaccionarán los actuales consumidores de cómics ante esta nueva oferta es el gran interrogante. Si bien las historietas tienen una calidad y un nivel profesional que hoy se extrañan, la profusión de texto puede desconcertar a los lectores más nuevos, y acaso para algunas de aquellas, el tiempo no haya pasado en vano. En cualquiera de los casos, vale la pena volver la vista a estos aventureros legendarios, convocados nuevamente para cumplir una de sus misiones más cruciales.

Paralelamente, el éxito del relanzamiento del popular Cazador por la poderosa editorial Perfil, como cabeza de playa de una nueva línea de historietas nacionales; el afianzamiento de títulos como Ultra, Animal Urbano, Caballero Rojo, 4 Segundos y Mikilo, más la continua incorporación de otros (Camulus, Bulgan Bator, Asesino 55, Babetool, H de Héroes), abren fundadas expectativas para el futuro del género.

En cuanto a Columba, esperemos que el esfuerzo sea fructífero y no se agote en el rescate de las glorias del pasado, sino que reabra las puertas para nuevas historias y creadores, que ojalá estén a la altura de las viejas epopeyas. Y también, por qué no, para recuperar a los mismos consagrados que hoy se reeditan, autores que siguen activos en el exterior, pero sin posibilidad de que sus trabajos lleguen a los lectores argentinos.

Por lo pronto, es hora de relajarse y adentrarse en territorios ignotos pero familiares. De escuchar el entrechocar de metales y las resonancias de voces inmemoriales. De estremecernos por el acre olor a pólvora y la inexplorada magnificencia del universo. De asistir al glorioso levantamiento y al estrepitoso derrumbe de imperios y poderes terrenales, a la luz del heroísmo y las miserias de los hombres. El vértigo y la maravilla han regresado. La aventura está de vuelta.

Gilgamesh, el inmortal


Con base en el poema-gesta de aquel rey de Uruk que dedicó su vida a tratar de evitar la muerte, la obra supone que lo consigue. La versión de Wood en 1980, con inolvidables dibujos y collages de Lucho Olivera, fue un hito de la historieta argentina. Allí se enhebran acontecimientos y personajes históricos -incluyendo la crucifixión de Cristo-, para derivar luego hacia una cruzada intergaláctica. Sobre esta etapa, hay dos tomos recopilatorios pero, en realidad, recuentan y expanden una historia que empezó 37 episodios antes, en 1969, con guiones del propio Olivera, y luego de Leo Gioser (Mulko). La reedición comienza por éstos. Ya en los primeros dos se ve la adquisición de la inmortalidad por Gilgamesh, la destrucción del mundo y la partida en busca de un nuevo hogar para la raza humana. También sale Nippur.

Dennis Martin


Junto con el vaquero Jackaroe y la comedia Mi Novia y Yo, completó el debut de Wood en Columba (en este caso, con el seudónimo de Roberto Monti). Este espía cínico, irlandés, al servicio del MI5 británico, seductor empedernido -aunque discreto, dado el recato de la época- y experto lanzador de cuchillos, supuso una mirada satírica de la guerra fría y la excusa para el desfile de una galería de personajes estrambóticos, en clave pop y psicodélica. Con un estilo que depuró progresivamente, Wood concilió las típicas tramas de dobles y triples traiciones del género, con una visión que eludía el maniqueísmo habitual. El personaje llegó a ser tan popular que hasta hubo un luchador de "Titanes en el Ring" con su nombre. Siempre con dibujos de Angel Fernández -y en discontinuo tándem con Grace Henrichsen-, fue recuperado hace unos años como agente de Scotland Yard, en una versión más bien anodina. De los capítulos originales, hay dos tomos recopilatorios coloreados.

Mark


Uno de los grandes éxitos de El Tony. Sobreviviente en un mundo devastado por una nube radioactiva y poblado por humanos transformados en horrendos vampiros -los mutantes-, Mark fue inspirado en el clásico de Richard Matheson "Soy leyenda" y canalizó, en clave de acción sin pausas y con el límpido trazo de Ricardo Villagrán, el pánico de la era atómica. Supervivientes temerosos, viciados o luchadores, un régimen dictatorial gobernado por un grupo de elegidos tecnificados y deshumanizados -La Ciudad-, hordas de sectas asesinas -como los Destructores, las Amazonas o los Ciegos, con nítida remisión al "Informe" de Sábato- y los sucesivos compañeros de ruta del protagonista completan el elenco estable de esta serie más que disfrutable. Comenzó a publicarse en 1976 y tuvo una nueva y deslucida versión hace poco, en formato comic-book. También hay dos tomos de clásicos.

Savarese


Uno de los principales exponentes de la madurez de Wood como guionista. Iniciada en 1977 en D'Artagnan, la saga examina con narración casi cinematográfica -efecto reforzado por la diagramación de rectángulos uniformes sobre fondo negro del dibujante Mandrafina- el submundo del hampa neoyorkina, a través de la trayectoria de un inmigrante siciliano que, huyendo de una "vendetta" familiar, recala en América y descubre que las cosas no son mucho mejores ahí. Primero como policía y luego como agente del FBI, Savarese alterna con gángsters históricos -por ejemplo, se da el lujo de mandar a la sombra a Al Capone- y asesinos célebres. Con su silueta esmirriada y carácter sombrío, hará del cerebro su principal arma. Sin embargo, su condición de antihéroe aflorará en conflictos humanos y sentimentales a lo largo de toda la serie. Hay tres tomos editados y 15 números de la revista mensual Plus Selección.

Robin Wood


El padre de estas criaturas merecería ser un personaje suyo. Robin Wood -cuyo nombre real es ése, aunque también firmaba como Roberto Monti, Robert O'Neill o Noel McLeod- nació en Paraguay y comenzó su labor profesional como obrajero. Si bien heredó de su familia irlandesa la vocación y el gusto por la narración, su sueño de ser dibujante lo llevó a estudiar arte en Buenos Aires, mientras se ganaba la vida en una fábrica. En la academia conoció a Lucho Olivera y, tras largas charlas sobre la vida cotidiana en Sumeria, gestaron a Nippur. Cuando la editorial Columba publicó el primer episodio en D'Artagnan, Wood dejó su empleo y se dedicó a la profesión que lo haría millonario.

Lejos de dormirse en los laureles, el escritor estrella se lanzó a recorrer el mundo, después de que la empresa aceptó la inusual modalidad de recibirle los guiones por correo. Como paracaidista, alpinista, karateca y mochilero, viendo las estepas desde el Transiberiano, vislumbrando el monasterio de Shangri-La entre los hielos del Himalaya o sometiéndose al martirio y la magnificencia del desierto de Gobi, Wood encontró la ambientación precisa para las historias surgidas de su portentosa imaginación y su fiebre lectora.

De ellas nacieron, entre muchos otros, El Cosaco, Dax, Aquí la Legión, Pepe Sánchez, Kayan, Los Aventureros, Wolf, Los Amigos, Harry White, Mojado, Helena, Los Amigos, Kevin, El Muerto, Kozakovich y Connors, Port Douglas, Larsen y Finch, El Peregrino, El Angel, Amanda, Starlight (con Zanotto) y su elegíaca versión de Merlín (con magistrales dibujos de Alcatena). Hace poco probó suerte -y no la tuvo- en televisión, con la miniserie "La condena de Gabriel Doyle", de Sebastián Borenzstein. Hoy vive en Copenhague, junto a su esposa danesa y sus cuatro hijos, desde donde publica para el mercado europeo tomos de 96 páginas de Dago y Martin Hel (algunos de los cuales salen aquí de la mano de editoriales chicas, pero lamentablemente, sólo de manera discontinua y esporádica).

Nippur de Lagash


Con guiones de Wood y dibujos de Lucho Olivera, comenzó a publicarse en 1967 en la revista D'Artagnan. Desterrado de su ciudad natal por la invasión hitita, el ex general Nippur -cuyo nombre también es el de una ciudad- se convierte en errante y perseguido por las huestes del tirano Lugal Zaggizi. Muchos años después despojará del trono al usurpador y se convertirá -por un tiempo- en el nuevo rey de Lagash. Pero en el proceso frecuenta y enfrenta monarcas, monstruos, guerreros nobles y viles, seres fantásticos, lúgubres sacerdotes, esforzados campesinos y sórdidos mendigos. También tiene un hijo, Hiras (al que llegaremos a ver crecido), con la reina de las amazonas. Pero, fundamentalmente, se convierte en un filósofo del sentido común, un lúcido y sarcástico analista de la realidad que lo circunda, un humorista letal, un combatiente contra todo poder corrupto y un formidable guía de aventuras por los albores de la civilización. Por sus páginas desfilaron muchísimos artistas y hubo dos versiones recientes, con guiones de su creador: una con dibujos de Ibáñez y otra recreando la juventud del protagonista, a cargo de Gabriel Rearte. Hace tres años, Columba publicó un especial conmemorativo del 30 aniversario de la fundacional "Historia para Lagash", donde se incluyó el episodio en que Nippur pierde su ojo izquierdo a causa de un flechazo.

E.A.