Cartas a la Dirección
Señores directores: En el trayecto de Belgrano a San Jerónimo estaba la Estación del Ferrocarril Santa Fe, frente a la fonda La Piamontesa, de Edmundo Rafaguelli; el Hotel Royal, de Longuino Verde; después un restorán, luego la cigarrería La Perla de Cuba, de Salvador Menéndez; la farmacia Las Colonias y relojería y joyería La Suiza; en la Plaza España, el reloj; la zapatería La Tirolesa, de Enrique Filagrana; don Benito Testi, casa de trajes; ferretería de Juan Occhi; Estudio fotográfico de Pozzi; agencia de quiniela de Pacífico Fonti y otra de Librado Rodríguez; la casa de don José V. Rodríguez; luego el fotógrafo Torres, la familia Bassi, la librería y revistería de Luis Lombó; depósito de fiambres de Santiago Agusti, la imprenta Capeletti, almacén por mayor Diego Hnos., fábrica de caramelos La Pupé, destilería de licores de Santiago Toretta, almacén por mayor de Arroyo; en la esquina la tienda de don Espiridón Obeid. Por calle Humberto hasta San Martín era el paso de los que venían a Santa Fe a comprar, venían de Rosario, de Villa María, Las Colonias y el Chaco.
En ese año conocí el diario El Litoral, leía el "Plus Ultra", "Caras y caretas" y "La Esfera", una revista española, la revista "Puki" y "Tib Bits", yo ya en esa época trabajaba de cadete y aprendiz de gráfico en la Imprenta Capeletti, contando con 10 años.
Y hoy, ya bisabuelo, con 87 años, tengo todo en mi memoria como si fuera ayer. Soy asiduo lector de El Litoral hace muchos años y los suplementos actuales enseñan lo importante que es la memoria. Recuerdo del diario al linotipista Nazario Sosa y al administrador Luis Marek. Alfredo Pedro Sánchez. LE. 2.373.804. Ciudad.
Señores directores: Leer la nota aparecida en la página de Notas/Opinión del día lunes 22 de enero con respecto a la guerra de los casinos, los que padecen de hambre, sin trabajo, que se suman a millones, y más si miran la fotografía donde aparece un señor deleitándose con un cigarro importado y un liso sobre la mesa de juego, mientras su compañera -a lo mejor de turno- realiza una apuesta, no puede sentir otra cosa que languidez intestinal. Qué le puede interesar al ciudadano común que la ciudad de Buenos Aires esté gobernada por Aníbal Ibarra y la provincia por el siempre risueño Carlos Ruckauf, si "ayuntándolos a los dos no se sacarían buenos cadeneros", parafraseando el lunfardo. Los muertos de hambre de los votos saben bien que los casinos, los tugurios de perdición, se han hecho para los exprimidores, para los negros, los políticos y todo aquél que se sienta emparentado con la vida y las costumbres del vivir fácil y a costillas de otros.
A esto apunta y seguirá apuntando nuestra amada patria, refugio y asentamiento de ideas que, más que patrióticas, son destructivas, porque ningún político, sea cuál fuere el cargo que ostente, hace nada por mejorar la convivencia nacional, sino que se preocupa más en mejorar su sueldo que por brindarle un poco de solidaridad al que menos tiene, aunque sea dándole trabajo. Lo que sí conmueve a la opinión en general son las masacres de violencia que atemorizan a vecindarios de distintas barriadas que circundan la ciudad, donde el precio de la vida vale menos que un cobre y la inseguridad es reina en la maniatada Justicia, en donde el todo vale todo. Pedro R. Sgarbossa. LE. 6.336.354. Ciudad.