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Un museo en la vieja cremería

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En la Cremería Nº 1 de Las Tunas el tiempo se detuvo. Las máquinas están allí, como hace 75 años, listas para comenzar el trabajo. El Museo de la Leche abre las puertas del pasado de la industria lechera a las nuevas generaciones.


Era el 9 de octubre de 1925 cuando, luego de sucesivas reuniones, 29 productores tamberos de Las Tunas y Franck estampaban su firma en lo que sería el acta constitutiva de la Asociación Unión Tamberos Cooperativa Limitada, la entidad que gestaría más tarde a su brazo industrial Milkaut.

De esta forma, unían sus fuerzas para pelear por un precio justo para la leche y abrirse juntos un camino promisorio hacia el futuro.

Mientras la entidad daba los primeros pasos en la cuenca lechera más importante de Sudamérica, los flamantes cooperativistas impulsaron la creación de un establecimiento destinado a descremar leche. A un kilómetro al norte del casco urbano de Las Tunas construyeron con chapas de zinc y mucho esfuerzo, la primera cremería de la asociación, la que fue inaugurada un 1° de mayo de 1926. A ésta llegaban los productores con sus carros repletos de tachos con leche que eran descargados diariamente para su procesamiento.

En la publicación "Asociación de Unión Tamberos: 75 años de cooperativismo lechero", Ernesto Núñez cita a Benito Donnet, hijo de uno de los fundadores de la entidad: "Yo fui testigo y protagonista -decía, en referencia a la construcción de la planta desnatadora en terrenos de su padre, Julián Donnet-. Hubo que levantar el terreno, nivelarlo con el concurso de un carro tambero; no teníamos la maquinaria con que hoy se cuenta, como ser pala mecánica, excavadoras y topadoras, entre otros elementos. La tierra se sacaba a pala y se la colocaba en un carro para desparramarla después".

Cuenta Núñez que ellos -don Julián y familia-, vivían a poco más de 200 metros de ese lugar. Esto hizo que uno de sus hijos, Roberto, fuera el primero en llegar con tarros de leche a la planchada de la cremería, en la mañana del 1º de mayo. Claro que, como el mismo Roberto supo contar al cronista, él se levantó muy temprano y se puso al acecho para llegar primero. Y don Roberto solía recordar que al tambo al que pertenecía le correspondió el Nº 1 en la nomenclatura de Milkaut, porque se había dispuesto que el orden correlativo correspondería según el arribo a la cremería.

Un lugar de todos


Pero la cremería no sólo es considerada una reliquia por su pasado como planta industrial, sino también porque allí los asociados de la cooperativa se reunían cada 1º de mayo para festejar el Día del Trabajador, compartiendo momentos, juegos y charlas junto a sus familias.

Durante varias décadas los picnics se sucedieron y tal vez el primer antecedente, fue el mismo día de la inauguración de la planta, cuando los productores que llegaban con la leche a la cremería festejaron el acontecimiento con un asado.

"Muchas parrillas funcionarían a lo largo de los años de esa verdadera fiesta del trabajo, en la que participaban las familias tamberas vinculadas con Milkaut. Hubo jornadas en las que la clásica reunión congregó a más de cinco mil personas; días en que se contó con la presencia de autoridades provinciales, causando asombro a muchas personas que veían cómo la gente de campo se divertía, sin haber dejado de trabajar en la madrugada de ese 1º de mayo", relata Núñez.

Con el tiempo, la Cremería N° 1 fue remozada. Las chapas de las paredes fueron reemplazadas por mampostería y se modernizó su estructura edilicia íntegramente. A ella, la asociación sumó otros establecimientos con actividades afines y se instaló así una red cuyo producto, en el año 1936, tenía como destino la fábrica que la entidad compró a la firma Enrique Monti y Cía. de la ciudad capital de la provincia.

Sede del recuerdo


A principios de la década del sesenta, el crecimiento de la Asociación Unión Tamberos en materia de instalaciones y fábricas, la modernización de las plantas y la aparición de los camiones cisterna que llegaban hasta el sitio de ordeño para transportar la leche hacia las plantas industriales, hicieron que las cremerías, incluyendo a la N° 1, dejaran de tener vigencia. Las instalaciones fueron desmanteladas y los predios que ocupaban utilizados para otros destinos.

El espacio que ocupaba la Cremería N° 1 fue asiento de instalaciones de remate ferias para los concursos que llevaba a cabo la entidad de Las Colonias. Mas ya rondaba en la cabeza de los dirigentes de la institución la idea de convertir el edificio en el museo de esta gran cooperativa santafesina.

La adecuación del local para el nuevo destino que se le deparaba se realizó respetando las líneas que la caracterizaron durante todo el tiempo en que allí se desnató y produjo caseína.

En 1999, en ocasión de un remate de vaquillonas, un sencillo acto precedió a la inauguración del Museo de la Leche. Hoy, la vieja cremería es sede de un encuentro con el pasado de la producción lechera; un lugar donde se pueden palpar los comienzos de la Asociación Unión Tamberos, una entidad que se apuntaló en los sueños de un puñado de productores y que hoy es fuente de trabajo para miles de familias argentinas.

Tecnología de antaño


Alberto Darbelay es quien hoy se encarga de cuidar la limpieza y guiar a los que visitan el museo. Él trabaja para la cooperativa desde 1982, pero recuerda que cuando era niño acompañaba en las tareas de la vieja cremería a su padre, uno de los tres o cuatro empleados que integraban la planilla del personal del establecimiento.

Alberto o Beto explicó a La Región los pasos del antiguo procesamiento de la leche. Porque cuando uno entra al museo comprueba que allí conviven los objetos que alguna vez formaron parte del producto o que sirvieron a la planta, con la vieja estructura de la industria.

Respecto de los primeros, el visitante puede encontrar las tapas de cartón de las botellas de leche o los envases de vidrio. También subsisten en perfecto estado un soplete a bencina, las planillas de recepción o un viejo reloj donde el personal fichaba el ingreso y la salida.

"Algunas cosas estaban en casas particulares. La gente donó mucho para constituir el museo", dice Beto. Un claro ejemplo es el de la primera caja fuerte que tuvo la cooperativa: "Estaba en una casa de familia y hubo que sacarla por la ventana. Pesa como mil kilos".

El museo tiene cinco habitaciones. En estos ambientes se ubican los tanques y máquinas que se utilizaban para recibir, pesar, extraer muestras, colar y desnatar el producto del ordeñe para la producción de caseína y crema. Darbelay recuerda que el proceso de secado de la caseína dependió del buen tiempo hasta que se adquirió una especie de horno, con el que se prescindió de los rayos solares para completar el proceso.

Luis Jullier, pronto a cumplir 57 años al servicio de esta gran familia lechera, fue uno de los impulsores del museo. Este hombre, convertido en un símbolo para la entidad tras ejercer durante 32 años la presidencia de la cooperativa, es el actual titular de Milkaut S.A.

"Quisimos -dice-, en el seno de la cooperativa, dejar registrado como algo emotivo el lugar donde inició sus actividades la Asociación Unión Tamberos. Es nuestro deseo que estos primeros pasos perduren en el tiempo y lleguen a las nuevas generaciones",

Jullier nos cuenta, a la hora de valorar los progresos de la entidad, que en la década del '20 se procesaban 5.000 litros de leche diarios y que hoy esa cifra llega al millón y medio. Reconoce que el secreto de este crecimiento "puede estar en el esfuerzo mancomunado constante y la adecuación a cada época que se vivió".

Textos: Araceli B. RetamosoFotos: Alejandro Villar(Enviados especiales)