Opinión: OPIN-03

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Beck-Bernard y la vida cotidiana de Santa Fe


Lina Beck-Bernard nació en 1824, en Bitschwiller, Alsacia. De familia protestante, al morir asesinado su padre, fue educada por su abuelo materno (una educación que incluyó latín, griego, dibujo y ciencias). Cuando tenía 16 años se trasladó a Suiza. Estudió derecho penal y se dedicó a promover mejoras en los sistemas penitenciarios. En 1852 se casó con Charles Beck, quien organizó en Basilea una sociedad colonizadora. A principios de 1857 ambos emprendieron un viaje lleno de peripecias a Buenos Aires, remontando luego el Paraná hasta Santa Fe.

Aquí la familia se instaló en una casona con mirador, desde donde la mujer observará con interés la vida diaria y política del momento. En 1861, al morir dos de sus hijas, decide regresar a Lausana con los hijos restantes. Su marido quedará en Santa Fe, pero su empresa quiebra y regresa a Europa en 1864, con el nombramiento (dado por Mitre) de agente de inmigración ante Alemania y Suiza.

De ese mismo año, 1864, es la primera edición en París de "Le Rio Parana. Cinq années de séjour dans la République Argentine".

José Luis Busaniche tradujo esta deliciosa semblanza de nuestra ciudad, del río Paraná, de la política local y nacional, de leyendas y tradiciones, y esa versión española apareció en Buenos Aires en 1935, con el sello de El Ateneo.

El traductor comentaba entonces: "La autora vivió realmente en la Confederación Argentina y así la nombra en diversos pasajes del libro. Como después de Pavón el país empezó a llamarse República Argentina (como se había llamado en la presidencia de Rivadavia), no es extraño que le diera esa denominación en la carátula de su libro, publicado en 1864. Hemos preferido estar a la denominación empleada en el texto, para traducir el título, por ser más expresiva y ajustarse más a la realidad de los hechos".

Emecé repropone ahora esta versión de Busaniche, aunque se ha optado por restituir al libro su sugerente título original, manteniendo como subtítulo el nombre elegido por Busaniche: "El río Paraná. Cinco años en la Confederación Argentina. 1857-1862".

La fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, el carnaval en Santa Fe, el convento de la Merced, los animales, las fiestas patrias, el brigadier López, son algunos de los temas de este libro.

En el capítulo titulado "Santa Fe desde la azotea" diseña un panorama amplio, rápido y perspicaz del paisaje y de las costumbres ciudadanas, y especialmente detallado en los retratos femeninos: "Algunas mujeres viejas, sentadas bajo un corredor, lían hojas de tabaco sobre sus rodillas, hacen con ellas enormes cigarros y se ponen a fumar. A pocos pasos una indiecita, sentada en cuclillas, pone a hervir agua en una pava y tiene en su mano, preparado, un mate de plata. Espera que hierva el agua para cebarlo y servirlo a las fumadoras. Bajo el mismo corredor, algunas jovencitas bordan y hacen encajes. Es en realidad su principal ocupación, porque son de inteligencia muy poco cultivada... Debe reconocerse que si las mujeres carecen de instrucción, tienen, sin embargo, educación. Muy jóvenes, casi niñas, dan pruebas de poseer mucho tacto, buenas maneras, juicio y buen sentido. Por lo general son observadoras, de memoria vivaz y prodigiosamente hábiles en todas las labores de su sexo. Disponen de mucha inteligencia natural y lo aprenden todo con facilidad. Es cierto que estas cualidades sobrenadan en un fondo de indolencia, de ignorancia y de superstición, pero se advierten en seguida los buenos elementos fundamentales. Estos espíritus tienen mucho del suelo en que viven: excesivamente rico y fértil en cuanto se lo trabaja, pero de ordinario abandonado y baldío.

"Durante el día las mujeres visten un sencillo peinador de percal o muselina, pero al anochecer viene la elegancia. Hasta en las casas más pobres se engalanan de lo mejor. Hay familias muy numerosas de pardos y mulatos en que viven juntas hermanas y primas; estas muchachas no tienen a veces, para todas, más que un solo vestido de seda, un par de aros de topacios o perlas y un solo abanico de marfil dorado, pero se turnan para lucir, cada una, esas magnificencias y pavonearse a la puerta de su mezquina vivienda... Las circunstancias de la vida de familia se cumplen con cierta precocidad y es frecuente encontrar abuelas de treinta y dos y treinta y tres años; no es raro tampoco ver tíos y sobrinos de una misma edad, viviendo bajo el mismo techo. Con pocas excepciones las mujeres son reinas y señoras en el interior de sus casas y en verdad no ejercen un gobierno muy constitucional. Esto hacía decir a un genovés casado con una argentina: "De este país podría decirse lo que Maquiavelo escribió de una ciudad republicana de Italia: Es el paraíso de las mujeres, el purgatorio de los hombres, el infierno de los animales".