La defensa de un patrimonio cultural inmaterial
La Unesco dedicó una semana a destacar un patrimonio cultural intangible. Hay tradiciones que están en peligro de extinción y deben ser protegidas. En París hubo una muestra de acontecimientos ancestrales.
El Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad comenzó a cobrar vida este mes en la Unesco, donde la ópera china Kunqu y el espacio guineano de Sosso-Bala cierran mañana un ciclo de obras de excepcional valor artístico y antropológico, hasta hace poco en serio peligro de desaparición.
El Carnaval de Oruro, de Bolivia, era uno de los siete espectáculos que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) programó para mostrar la importancia de esta nueva categoría patrimonial, creada en mayo pasado con el objetivo de proteger la riqueza y la diversidad cultural oral e inmaterial todavía existente en el planeta.
Pero finalmente, y por causas no precisadas, los ritmos ancestrales de Oruro, impresionante síntesis de tradición andina precolombina y liturgia católica, no pudieron disfrutarse este otoño durante la 31 Conferencia General de la Unesco, máximo órgano decisorio que cada dos años reúne en París a los representantes de los 188 Estados miembro.
El teatro Nogaku, de Japón; el teatro sánscrito Kuttiyattam, de la India; la tradición oral Geledé, de Benin, y la plaza Jeema'el-Fna de la ciudad marroquí de Marraquech sí fueron escenificados en la Unesco, como estaba previsto.
Como las otras Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial, la plaza Jeema'el-Fna -espacio cultural único en el mundo, donde actúan músicos, narradores de cuentos, dentistas, vendedores de todo tipo de productos, aguadores, doctores o encantadores de serpientes- estuvo a punto de desaparecer antes de contar con la protección de la Unesco, amenazada por un proyecto inmobiliario.
Su espectáculo mostró sobre el escenario una pequeña fiesta callejera, introducida por los Músicos Bereberes, que hicieron soñar a un público entusiasmado con sus cantos y danzas "amazigh", tradicionalmente destinados a acompañar los más importantes acontecimientos sociales, en este caso sin duda festivos.
Fueron unos minutos nutridos también por la escenificación de varios cuentos orientales, el baile malabar de los Gnaoua, descendientes de antiguos esclavos convertidos al Islam, las sabias explicaciones del herborista Abdallah Idmukthar y algunas imágenes grabadas.
La muestra de la plaza Jeema'el-Fna revestía, además, importancia simbólica, pues fueron precisamente su interés artístico y antropológico y su vulnerabilidad, glosados en 1997 por el escritor español Juan Goytisolo, los que llevaron a la creación de la lista de Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.
Con este nuevo proyecto, la Unesco cristalizó el pasado mayo más de 20 años de trabajo en defensa de esas etéreas expresiones culturales inmateriales dispersas por el mundo.
Tan etéreas que los criterios para definirlas no han terminado todavía de fijarse, pues los Estados miembro tienen este año, entre otras misiones, la de intentar precisarlos con mayor claridad.
De momento, el patrimonio oral e inmaterial concierne a los espacios culturales, físicos o temporales y formas de expresión cultural popular y tradicional, como idiomas, literatura oral -en particular mitos, epopeyas y cuentos-, música, danza, juegos, ritos, indumentaria tradicional, artesanía, arquitectura y otras artes.
También puede ser todo lo que contribuye a proteger medicinas tradicionales, farmacopea, artes culinarias y habilidades especiales diversas relacionadas con la arquitectura y las artes.
Hasta 2003, cuando se elijan las próximas candidaturas, habrá oficialmente 19 Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial en el mundo, entre ellas cuatro latinoamericanas y una española, el Misterio de Elche, representación sacro-lírica de la muerte, ascensión y coronación de la Virgen María de origen medieval.
Además de Oruro, Latinoamérica aporta el patrimonio oral y cultural del pueblo de Zápara, de Ecuador y Perú; el espacio cultural de la Hermandad del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella, de la República Dominicana, y la lengua, danzas y música de los Garifuna, de Belice, Honduras y Nicaragua.
%sMaría Luisa Gaspar (EFE).